Emiliano Carrillo Carrasco
EL YUGO DE UN PUEBLO: Los neoliberales kakistocratas educados para saquear a su pueblo: Ernesto Zedillo Ponce de León, el Señor Presidente, “el bolerito”, el del error de diciembre de 1994, a decir de Carlos Salinas de Gortari, Zedillo, el heredero tras la desaparición intempestiva del candidato e injustificada de Luis Donaldo Colosio, a quien hicieron pocas pompas fúnebres, pero sí ceremoniales de epopeya, que elevaron a lo sublime decir como aquel prócer rey negro, en el tablero del ajedrez gringo, siempre admirado por su tenacidad, Martin Luther King, aquel Colosio que vio un pueblo con hambre, en suave discurso pronunciado bajo una inmensa cruz blanca, un 6 de marzo de 1994, Zedillo fue el causante del cambio de brújula.
Aunado a la absorción de una izquierda neoliberal, incapaz de luchar por sus demandas de origen. Que siempre predominó entre los militantes el “programa máximo”, es decir, la lucha contra el sistema capitalista, la batalla contra el Estado y su gobierno al servicio de los grandes empresarios y de los EEUU; por el contrario, el “programa mínimo” era para nosotros simples demandas reformistas necesarias con el fin de animar al pueblo a defender sus intereses gremiales o económicos inmediatos y así convencerlos de defender sus intereses históricos o de clase explotada.
El objetivo de la izquierda era la formación ideológica y política de los militantes para que aprendan a diferenciar la lucha contra el capitalismo y las simples batallas locales o gremiales.
Antes que él, todos los errores del pasado los cargaban los gobiernos salientes; un nuevo “maxi mato” brotó, y los errores del futuro, todos, serían del sucesor. Tras las ventas de garaje realizadas por Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, de 1982 a 2000, a los amigos y socios locales, y para los dueños de la aldea global. “Ha descubierto enormes yacimientos de gas natural barato. Y no es ninguna sorpresa que esté eliminando barreras al mercado y está atrayendo, más que nunca, inversión global en las industrias automotriz, aeroespacial y de línea blanca. Las exportaciones de productos manufacturados desde México son más abultadas que desde el resto de América Latina en conjunto.
EN LA TRANSICION POLÍTICA del 2000 con Vicente Fox, y volvió la cruz y la ignorancia de muchos generales a dirigir Palacio Nacional, un despachador de cajas de refrescos, iluminado con las dotes del sistema educativo nacional, fincado en propiedad privada, le bajaron el cielo, las nubes y las estrellas a su alcance y comenzó otro período de descomposición.
Felipe Calderón entregado a las líneas de poder financiero (concesiones, saqueo, corrupción e impunidad pública del mismo poder en descomposición), su actuar estaría para llorar, creyó ciegamente en el adagio “repite miles de veces una mentira y la harás verdad”. Y resulta que, pese a su autoelogio diario, seis años de autocompasión, se le señala como el responsable de todos los desmanes que causaron la baja del ejército por batallones para alistarse en las redes de grupos dedicados al crimen organizado. Sus bandos causaron las muertes de más o menos, muchos más o muchos menos de cien mil muertos, no alcanzó el estrellato de las cifras de un millón de muertos en la Revolución Mexicana, pero si se dio un quite con las revueltas en Irak y Libia.
El poder de los herederos de los Carlos Mexicanos, Carlos Hank González, Carlos Salinas de Gortari y Carlos Slim… ¿Habrá más Carlos? Si Marcos, el Subcomandante que reaparece en el escenario de Margaritas.
Felipillo para Harvard, el Señor Presidente, el chaparrito que sufrió atentados Felipe Calderón, como sus antecesores José López Portillo y Miguel de la Madrid, quienes vivieron trifulcas en su residencia al estilo Palacio. Felipe Calderón era infatigable, y le decían el “camaleón”, acudía al dormitorio con el rostro enrojecido por el exceso diario de copas y amanecía en ceremoniales, listo y recuperado como un toro en lidia a proponer orden y éxitos. ¿Nunca? Reflejó cruda matutina. Se comía cruda la fruta, aunque fuera ponche, como todos. Acaso no es escandalosa la corrupción administrativa en la burocracia del país? ¿Ya no dan Rolex y autos últimos modelos a quien levanta o no el “dedín”, el mismo que firma cientos de miles de contratos con su respectiva consabida comisión? del Congreso parte todo.
El lavado de dinero ha convenido en el país a grupos minoritarios, pudientes… Hay tienditas por todos lados, como un efecto de cruda realidad que afronta el señor Presidente por el precipicio real del sistema financiero mundial, donde el gran líder, los Estados Unidos agonizan como Sam Gulliver por los la caída de la tasa media de ganancia de los grandes inversores, asociados con los grandes capitales imperialistas, como resultado del fin ineludible e irrepetible de las guerras de alta intensidad.
El Partido Revolucionario Institucional, el viejo Partido de la Revolución Mexicana, el que se adueñó de territorios y salarios altos a la clase militar en el pódium, cedió como tregua a un Panismo la estafeta por doce años, y brincándose el consenso de Washington, que, como el antiguo Pacto de Bucareli, donde esta el plan nacional de desarrollo que lo marca nuestra carta magna. La violación del estado de derecho por acciones mediáticas de política, no nos lleva a un país de proyecto nación.
Aunado a la absorción de una izquierda neoliberal, incapaz de luchar por sus demandas de origen. Que siempre predominó entre los militantes el “programa máximo”, es decir, la lucha contra el sistema capitalista, la batalla contra el Estado y su gobierno al servicio de los grandes empresarios y de los EEUU; por el contrario, el “programa mínimo” era para nosotros simples demandas reformistas necesarias con el fin de animar al pueblo a defender sus intereses gremiales o económicos inmediatos y así convencerlos de defender sus intereses históricos o de clase explotada.
El objetivo de la izquierda era la formación ideológica y política de los militantes para que aprendan a diferenciar la lucha contra el capitalismo y las simples batallas locales o gremiales.
Antes que él, todos los errores del pasado los cargaban los gobiernos salientes; un nuevo “maxi mato” brotó, y los errores del futuro, todos, serían del sucesor. Tras las ventas de garaje realizadas por Miguel de la Madrid, Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, de 1982 a 2000, a los amigos y socios locales, y para los dueños de la aldea global. “Ha descubierto enormes yacimientos de gas natural barato. Y no es ninguna sorpresa que esté eliminando barreras al mercado y está atrayendo, más que nunca, inversión global en las industrias automotriz, aeroespacial y de línea blanca. Las exportaciones de productos manufacturados desde México son más abultadas que desde el resto de América Latina en conjunto.
EN LA TRANSICION POLÍTICA del 2000 con Vicente Fox, y volvió la cruz y la ignorancia de muchos generales a dirigir Palacio Nacional, un despachador de cajas de refrescos, iluminado con las dotes del sistema educativo nacional, fincado en propiedad privada, le bajaron el cielo, las nubes y las estrellas a su alcance y comenzó otro período de descomposición.
Felipe Calderón entregado a las líneas de poder financiero (concesiones, saqueo, corrupción e impunidad pública del mismo poder en descomposición), su actuar estaría para llorar, creyó ciegamente en el adagio “repite miles de veces una mentira y la harás verdad”. Y resulta que, pese a su autoelogio diario, seis años de autocompasión, se le señala como el responsable de todos los desmanes que causaron la baja del ejército por batallones para alistarse en las redes de grupos dedicados al crimen organizado. Sus bandos causaron las muertes de más o menos, muchos más o muchos menos de cien mil muertos, no alcanzó el estrellato de las cifras de un millón de muertos en la Revolución Mexicana, pero si se dio un quite con las revueltas en Irak y Libia.
El poder de los herederos de los Carlos Mexicanos, Carlos Hank González, Carlos Salinas de Gortari y Carlos Slim… ¿Habrá más Carlos? Si Marcos, el Subcomandante que reaparece en el escenario de Margaritas.
Felipillo para Harvard, el Señor Presidente, el chaparrito que sufrió atentados Felipe Calderón, como sus antecesores José López Portillo y Miguel de la Madrid, quienes vivieron trifulcas en su residencia al estilo Palacio. Felipe Calderón era infatigable, y le decían el “camaleón”, acudía al dormitorio con el rostro enrojecido por el exceso diario de copas y amanecía en ceremoniales, listo y recuperado como un toro en lidia a proponer orden y éxitos. ¿Nunca? Reflejó cruda matutina. Se comía cruda la fruta, aunque fuera ponche, como todos. Acaso no es escandalosa la corrupción administrativa en la burocracia del país? ¿Ya no dan Rolex y autos últimos modelos a quien levanta o no el “dedín”, el mismo que firma cientos de miles de contratos con su respectiva consabida comisión? del Congreso parte todo.
El lavado de dinero ha convenido en el país a grupos minoritarios, pudientes… Hay tienditas por todos lados, como un efecto de cruda realidad que afronta el señor Presidente por el precipicio real del sistema financiero mundial, donde el gran líder, los Estados Unidos agonizan como Sam Gulliver por los la caída de la tasa media de ganancia de los grandes inversores, asociados con los grandes capitales imperialistas, como resultado del fin ineludible e irrepetible de las guerras de alta intensidad.
El Partido Revolucionario Institucional, el viejo Partido de la Revolución Mexicana, el que se adueñó de territorios y salarios altos a la clase militar en el pódium, cedió como tregua a un Panismo la estafeta por doce años, y brincándose el consenso de Washington, que, como el antiguo Pacto de Bucareli, donde esta el plan nacional de desarrollo que lo marca nuestra carta magna. La violación del estado de derecho por acciones mediáticas de política, no nos lleva a un país de proyecto nación.
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