Por Lic. Lorena Arvizu R
REFORMA ENERGÉTICA
¿DARÁ VITALIDAD AL PAÍS?
Uno de los temas que más opiniones generan actualmente es la reforma energética. Una controversia que tiene no sólo una importante historia en nuestro país, sino también una trascendencia para el posible desarrollo del mismo.
Mucho se menciona la expropiación petrolera de 1938 llevada a cabo por el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas. Que si bien en términos cronológicos nos parece lejano, no por ello pierde su condición de hito nacional. Sin embargo, desde entonces hay cuestiones que suscitan polémica y que no siempre se apegan a los ideales.
Por ejemplo, se menciona la información publicada hace años por la historiadora María Emilia Paz en su libro “Strategy, Security, and Spies” (Estrategia, Seguridad y Espías), donde indica que para afrontar las consecuencias que trajo la decisión tomada, Cárdenas optó por direccionar el petróleo hacia otros mercados, incluyendo a países sin demasiada simpatía para la época, como Italia, Alemania y Japón. Pero no sólo eso, sino que además, entre 1939 y 1940 dos empresas operaban en nuestro país con capital japonés, la Compañía Petrolera Veracruzana y La Laguna. Es decir, como siempre pasa en cuestiones de enseñanza histórica, ésta tiene más matices de lo que generalmente se muestra a la mayoría de la población.
Claro que no fue tan pulcra como nos la han pintado, la expropiación, mucho menos todos los manejos que se han dado en materia energética desde entonces. Pero más allá de una mera cuestión de historia, la pregunta debería ser si lo que nos proponen hoy en día responde realmente a las necesidades para avanzar en un marco tan delicado y fructuoso como lo son los hidrocarburos y la industria eléctrica.
Estamos ante una real disyuntiva, sobre todo porque los ciudadanos desconocemos una gran parte del panorama en que se envuelve el debate actual. De forma muy general, en su párrafo primero, la propuesta del PRD indica: “Se reforma el Capítulo Primero con el propósito de establecer su naturaleza como empresa pública de carácter productivo, plenamente integrada, con autonomía presupuestal y de gestión, así como un mandato claro para potenciar y mejorar la eficiencia operativa de Petróleos Mexicanos y de igual manera su internacionalización. Por su parte, el PAN ha hecho declaraciones como: “Pemex debe seguir siendo una empresa ciento por ciento del Estado mexicano, pero para lograr los beneficios económicos que se pretenden necesitamos abrir a la paraestatal a la competencia, sin privatizarla", y sostienen que "La reforma (del PAN) propone fortalecer a Pemex y abrirlo a la competencia porque creemos que los monopolios públicos son tan nocivos como los monopolios privados", pero su propuesta formal será presentada este 31 de julio en los recintos de San Lázaro. En el mismo marco, los dirigentes del PRI han señalado que esperarán a que el Ejecutivo Federal haga una propuesta formal para iniciar un verdadero análisis e ir de la mano con éste. Aunque han resaltado que se pretende la modernización, competitividad, productividad y el crecimiento económico.
Así pues, tenemos aún que esperar verdaderas propuestas, pues solo se conoce una completa, la del PRD. E incluso dentro de este partido, personajes tan destacados como el jefe capitalino, Miguel Ángel Mancera, han dado declaraciones donde plantean preguntas tan fundamentales como si lo que se busca es una reforma meramente legal o llegar hasta las modificaciones constitucionales. También, que deben hacerse puntuales cuáles serán las medidas aplicables si es que se pretende el cambio de su régimen fiscal, pues advierte, podría haber recortes de programas públicos, o en todo caso tendrían que encontrar una forma de sustituir los recursos.
Si bien podríamos ocupar centenares de hojas en un análisis de lo que está en juego, hay planteamientos prioritarios: ¿Habrá privatización, modernización o ambas?; ¿Qué se pretende privatizar?, ¿En qué se piensa invertir para lograr una modernización?, ¿Cuál será nuestro seguro para que los recursos obtenidos sean destinados al bien de la población?, ¿Cómo pretenden combatir la corrupción?, ¿Cuáles serán los beneficios?; entre otros.
Tendremos pues que estar en un profundo seguimiento de lo que propongan y decidan, porque lo cierto es, que de esto puede depender un bienestar o infortunio en el futuro de nuestra nación.
Uno de los temas que más opiniones generan actualmente es la reforma energética. Una controversia que tiene no sólo una importante historia en nuestro país, sino también una trascendencia para el posible desarrollo del mismo.
Mucho se menciona la expropiación petrolera de 1938 llevada a cabo por el entonces presidente de México, Lázaro Cárdenas. Que si bien en términos cronológicos nos parece lejano, no por ello pierde su condición de hito nacional. Sin embargo, desde entonces hay cuestiones que suscitan polémica y que no siempre se apegan a los ideales.
Por ejemplo, se menciona la información publicada hace años por la historiadora María Emilia Paz en su libro “Strategy, Security, and Spies” (Estrategia, Seguridad y Espías), donde indica que para afrontar las consecuencias que trajo la decisión tomada, Cárdenas optó por direccionar el petróleo hacia otros mercados, incluyendo a países sin demasiada simpatía para la época, como Italia, Alemania y Japón. Pero no sólo eso, sino que además, entre 1939 y 1940 dos empresas operaban en nuestro país con capital japonés, la Compañía Petrolera Veracruzana y La Laguna. Es decir, como siempre pasa en cuestiones de enseñanza histórica, ésta tiene más matices de lo que generalmente se muestra a la mayoría de la población.
Claro que no fue tan pulcra como nos la han pintado, la expropiación, mucho menos todos los manejos que se han dado en materia energética desde entonces. Pero más allá de una mera cuestión de historia, la pregunta debería ser si lo que nos proponen hoy en día responde realmente a las necesidades para avanzar en un marco tan delicado y fructuoso como lo son los hidrocarburos y la industria eléctrica.
Estamos ante una real disyuntiva, sobre todo porque los ciudadanos desconocemos una gran parte del panorama en que se envuelve el debate actual. De forma muy general, en su párrafo primero, la propuesta del PRD indica: “Se reforma el Capítulo Primero con el propósito de establecer su naturaleza como empresa pública de carácter productivo, plenamente integrada, con autonomía presupuestal y de gestión, así como un mandato claro para potenciar y mejorar la eficiencia operativa de Petróleos Mexicanos y de igual manera su internacionalización. Por su parte, el PAN ha hecho declaraciones como: “Pemex debe seguir siendo una empresa ciento por ciento del Estado mexicano, pero para lograr los beneficios económicos que se pretenden necesitamos abrir a la paraestatal a la competencia, sin privatizarla", y sostienen que "La reforma (del PAN) propone fortalecer a Pemex y abrirlo a la competencia porque creemos que los monopolios públicos son tan nocivos como los monopolios privados", pero su propuesta formal será presentada este 31 de julio en los recintos de San Lázaro. En el mismo marco, los dirigentes del PRI han señalado que esperarán a que el Ejecutivo Federal haga una propuesta formal para iniciar un verdadero análisis e ir de la mano con éste. Aunque han resaltado que se pretende la modernización, competitividad, productividad y el crecimiento económico.
Así pues, tenemos aún que esperar verdaderas propuestas, pues solo se conoce una completa, la del PRD. E incluso dentro de este partido, personajes tan destacados como el jefe capitalino, Miguel Ángel Mancera, han dado declaraciones donde plantean preguntas tan fundamentales como si lo que se busca es una reforma meramente legal o llegar hasta las modificaciones constitucionales. También, que deben hacerse puntuales cuáles serán las medidas aplicables si es que se pretende el cambio de su régimen fiscal, pues advierte, podría haber recortes de programas públicos, o en todo caso tendrían que encontrar una forma de sustituir los recursos.
Si bien podríamos ocupar centenares de hojas en un análisis de lo que está en juego, hay planteamientos prioritarios: ¿Habrá privatización, modernización o ambas?; ¿Qué se pretende privatizar?, ¿En qué se piensa invertir para lograr una modernización?, ¿Cuál será nuestro seguro para que los recursos obtenidos sean destinados al bien de la población?, ¿Cómo pretenden combatir la corrupción?, ¿Cuáles serán los beneficios?; entre otros.
Tendremos pues que estar en un profundo seguimiento de lo que propongan y decidan, porque lo cierto es, que de esto puede depender un bienestar o infortunio en el futuro de nuestra nación.
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