Por: Ángel Bravo Martínez
San Andrés Tuxtla.- En la exhibición de una veintena de contratistas locales, para “respaldar” al Gobierno corrupto de Manuel Rosendo Pelayo, éste mismo le echó todos los perros al delegado de la Asociación de Constructores del Estado de Veracruz AC (Acevac), Gilberto Honorato Rodríguez, ex Director de Obras Públicas, a quien responsabilizó de las “falsas” acusaciones de diversos actos de latrocinios, corrupción y abusos de autoridad, así como la danza de los millones de pesos que en primera instancia se evidenció a través de las redes sociales y más tarde en éste medio de comunicación.
Manuel Rosendo Pelayo, alcalde del municipio, quien ha ido de mega escándalos a mega escándalos con repercusión a nivel internacional, prácticamente hizo caso a la sugerencia de éste reportero y dio la cara a la sociedad a través de una conferencia de Prensa a modo, salió al paso y se curó en salud pública y de paso les restregó los rostros de todos los contratistas locales que “nada tuvieron que ver” con las acusaciones públicas.
Las razones sociales de las compañías constructoras, los montos económicos, las obras a realizar y la lista de las comunidades, así como las componendas, los pactos, negociaciones y acuerdos con los otros 15 constructores foráneos solo las conocían el alcalde, el Director de Obras Públicas, el Contralor Municipal y el Tesorero. ¿Quién fue el Judas?.
Ojalá y el munícipe ya a estas alturas de la envergadura administrativa sepa en verdad quien es el enemigo con el que duerme plácidamente a pierna suelta.
De lo contrario, un importante personaje de medio pelo legislativo estaría sospechando directamente de la primera autoridad al salir raspado de la jugosa chuleta que representa la obra pública.
Lo demás es lo de menos.
Manuel Rosendo Pelayo, alcalde del municipio, quien ha ido de mega escándalos a mega escándalos con repercusión a nivel internacional, prácticamente hizo caso a la sugerencia de éste reportero y dio la cara a la sociedad a través de una conferencia de Prensa a modo, salió al paso y se curó en salud pública y de paso les restregó los rostros de todos los contratistas locales que “nada tuvieron que ver” con las acusaciones públicas.
Las razones sociales de las compañías constructoras, los montos económicos, las obras a realizar y la lista de las comunidades, así como las componendas, los pactos, negociaciones y acuerdos con los otros 15 constructores foráneos solo las conocían el alcalde, el Director de Obras Públicas, el Contralor Municipal y el Tesorero. ¿Quién fue el Judas?.
Ojalá y el munícipe ya a estas alturas de la envergadura administrativa sepa en verdad quien es el enemigo con el que duerme plácidamente a pierna suelta.
De lo contrario, un importante personaje de medio pelo legislativo estaría sospechando directamente de la primera autoridad al salir raspado de la jugosa chuleta que representa la obra pública.
Lo demás es lo de menos.
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