miércoles, 7 de septiembre de 2016

Columna Sin Nombre

BIENVENIDO SEA UBER A VERACRUZ
 
Por: Pablo Jair Ortega

Durante mucho tiempo, el servicio de taxi en Veracruz se ha salido con la suya al no tener una competencia real en el rubro de transporte público. Hacen protestas, acosan a otros automovilistas y hasta se han rentado como espías de delincuencia organizada.
Han servido también como parte de grupos de choque o de movilización para mítines políticos, bajo el entendido de que recibirán las ansiadas concesiones para repartir al mejor postor.
En Veracruz recientemente ha circulado la versión de la entrada del servicio UBER a Xalapa y a la zona conurbada de Veracruz y Boca del Río (no se sabe si también les tocará otras plazas) y los primeros que obviamente están repelando son los líderes taxistas.
Este martes, por ejemplo, al encontrarse al gobernador Javier Duarte en pleno centro de la capital veracruzana, abordaron al mandatario para pedirle una audiencia con el pretexto de que estaban preocupados por una eventual entrada de UBER a Veracruz.
Pero la realidad es que al llegar al Palacio de Gobierno, el tema fue las concesiones que están exigiendo (hasta se les olvidó lo de UBER); algunos líderes incluso llegaron a pedir hasta 100 por cabeza.
Y es aquí donde uno se pregunta, ¿no son los taxistas los que siempre se quejan de que ya están saturados de unidades en la capital xalapeña y todavía quieren más?
Pregúntele a cualquier chofer y éste le dirá que en los últimos años se otorgaron miles de concesiones y placas de taxi, elevándose las cifras de dichas unidades. Según cálculos de autoridades, mientras en Xalapa hace 12 años existían algo así como 2 mil unidades, hoy casi llegan a las 15 mil, contando las de la zona conurbada con Banderilla, San Andrés Tlalnehuayocan y Las Trancas.
Según la leyenda popular, un taxista se podía dar el lujo hasta de sostener dos casas con sus respectivas familias, pero con la entrada de más taxis hoy a duras penas alcanzan para la “cuenta”: el pago diario que deben hacer al propietario del vehículo que oscila entre los 250 a 350 pesos.
¿Y así están pidiendo más concesiones los líderes? ¿No les suena incongruente?
Pero si realmente el motivo fuese la preocupación por la entrada de UBER, pues parece que muchos apoyarían --entre ellos, su servilleta-- esta medida dada la mala imagen y pésimo servicio que la mayoría (no todos) de los taxistas tienen.
La verdad es que el gremio ha tenido desde siempre la oportunidad para poder mejorar su servicio y hasta a depurar a los malos choferes que dan mala fama a los ruleteros, pero cada día más se empeñan en hacer ley su forma de actuar por las calles de cualquier ciudad. Un ejemplo, los bloqueos intermitentes que hacen en la terminal de camiones CAXA, donde presionan para que los dejen cargar pasaje a pesar de no tener licencia para operar en una zona federal. Otro ejemplo, de muchos por cuantificar: cobrar tarifas de acuerdo a su conveniencia.
Y es que los señores no entienden que no es por gusto, sino por necesidad que uno usa el servicio de taxi; si no han querido mejorar el mismo o se quejan amargamente del exceso de unidades (que al parecer no le interesa a los líderes), entonces el problema han sido ellos.
Tampoco pueden decirse que son aliados del partido del poder, porque el mito de la movilización quedó derrumbado en las pasadas elecciones cuando supuestamente se rentaron para apoyar al candidato priista Héctor Yunes Landa, pero terminaron retacando las urnas a favor del gober ansioso Miguel Ángel Yunes Linares.
Así que los taxistas no tienen mucho margen para negociar, excepto lo que saben hacer: bloquear calles, cerrar avenidas, causar caos… ¿Qué se podría esperar de alguien que no entiende razones?
Por eso no es descabellado ni nada desagradable la idea de que UBER comience a operar en la capital veracruzana o en la zona conurbada. Muchos jóvenes de la nueva generación (de esos que están pegados al celular hasta buscando pokemones) se darán el gusto de pedir vía celular una unidad sin tener que salir a la calle, ser avisados cuando la unidad arribe, identificar plenamente a su conductor, viajar en unidades limpias y pagar vía tarjeta, para así no andar batallando con la muletilla de todo taxista: “¿No trae cambio?”.
Pero el meollo del asunto es que no es la entrada de UBER a Veracruz, sino la propia ambición de los líderes la que mantiene a los taxistas al punto de irse al carajo por muchos usuarios hastiados del mal servicio.
EPÍLOGO: Que al gober ansioso Miguel Ángel Yunes Linares lo detuvieron en el retén de Las Trancas, en la salida de Xalapa, porque con su caravana de camionetotas lo confundieron con narco o naco, vaya usted a saber… Debe haber sentido igual que Morales Lechuga, a quien el 21 de septiembre de 1995 le mandó policías a Poza Rica y le cortó cartucho frente a su familia nomás para acalambrarlo. Pinshi karma, wee.

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