Ciudad de México.- Aunque los sacerdotes mexicanos son ciudadanos con derechos políticos suspendidos durante el tiempo en que se dediquen a esa profesión, es decir, no podrán participar abiertamente en política, el clero católico lo sigue haciendo a través de declaraciones inductivas, de tal suerte que, ante los diversos escándalos de corrupción en gobiernos Estatales (entre otros el de Javier Duarte en Veracruz), la Arquidiócesis Primada de México asegura que ahora más que nunca debe revisarse la conveniencia de la revocación del mandato y la reforma total del juicio político.
De esa manera, en el editorial de su semanario Desde la Fe, titulado “Gobernadores corruptos”, alerta que esos casos demuestran cómo la corrupción permea el ámbito político, y subraya que frente a esa situación son necesarios sistemas de control, de responsabilidad hacendaria honesta, coordinación fiscal eficaz y del gasto adecuado, además del ejercicio eficiente y riguroso de los recursos públicos bajo la lupa de transparencia y la rendición de cuentas.
La arquidiócesis expone que las irregularidades financieras en que han incurrido diversos gobernadores son gravísimos delitos, de tal suerte que esos gobernantes solo pueden ser definidos como gobernadores feudales, déspotas y absolutistas. Estos, añade, se creyeron dueños de los estados para beneficiarse a sí mismo y a sus amigos, creando redes de nepotismo y criminalidad al amparo del poder desmedido, evidenciando así el fracaso del sistema federal de contrapesos.
En gran medida, la Iglesia Católica atribuye el drama que experimentan millones de mexicanos que se ven obligados a emigrar hacia Estados Unidos, a la corrupción de la clase política que no aplica los recursos para los fines que son autorizados, y sentencia: sin duda el mal lacerante que agobia a México es la corrupción, y estos políticos corruptos sufren de una megalomanía, de una avaricia enfermiza y evidencian una indolencia ante la pobreza extrema de sus gobernados.
De esa manera, en el editorial de su semanario Desde la Fe, titulado “Gobernadores corruptos”, alerta que esos casos demuestran cómo la corrupción permea el ámbito político, y subraya que frente a esa situación son necesarios sistemas de control, de responsabilidad hacendaria honesta, coordinación fiscal eficaz y del gasto adecuado, además del ejercicio eficiente y riguroso de los recursos públicos bajo la lupa de transparencia y la rendición de cuentas.
La arquidiócesis expone que las irregularidades financieras en que han incurrido diversos gobernadores son gravísimos delitos, de tal suerte que esos gobernantes solo pueden ser definidos como gobernadores feudales, déspotas y absolutistas. Estos, añade, se creyeron dueños de los estados para beneficiarse a sí mismo y a sus amigos, creando redes de nepotismo y criminalidad al amparo del poder desmedido, evidenciando así el fracaso del sistema federal de contrapesos.
En gran medida, la Iglesia Católica atribuye el drama que experimentan millones de mexicanos que se ven obligados a emigrar hacia Estados Unidos, a la corrupción de la clase política que no aplica los recursos para los fines que son autorizados, y sentencia: sin duda el mal lacerante que agobia a México es la corrupción, y estos políticos corruptos sufren de una megalomanía, de una avaricia enfermiza y evidencian una indolencia ante la pobreza extrema de sus gobernados.
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