Ciudad de México.- Antes de ser asesinada a golpes, presuntamente por su padrastro, la vida de la pequeña Lupita, cuyo cadáver fue encontrado el pasado 18 de marzo en las inmediaciones del Bordo de Xochiaca, no fue mucho mejor. A los nueve meses de nacida, su madre fue detenida por robo y estuvo presa dos años. La niña vivió en casa de su abuela, de una amiga de la familia y en la calle. Padeció hambre, pobreza, violencia y abandono. Ni siquiera tuvo una identidad jurídica porque nunca fue registrada. “Anduvo de aquí para allá”, dicen Marina y Luz María Medina, quienes aseguran ser sus tías y buscan justicia para su sobrina.
El cuerpo de Lupita (como fue identificada por sus familiares), de aproximadamente 4 años, fue hallado semidesnudo hace ya 10 meses con golpes y quemaduras en el municipio de Netzahualcóyotl, Estado de México. Sólo llevaba puesta una sudadera, una cobija en la cabeza y una calcetas, motivo por el cual su caso fue conocido como ‘calcetitas rojas’.
Pasó mucho tiempo antes de que sus restos fueran identificados. Fue hasta diciembre pasado que la Fiscalía del Estado de México inició un proceso contra su madre y su padrastro (Yadira y Pablo) identificados como los supuestos asesinos, esto gracias a las investigaciones y denuncias de organizaciones civiles.
Este miércoles, las tías de la pequeña, Marina y Luz Marina Medina, ofrecieron una conferencia de prensa acompañadas por la activista Frida Guerrera y el sacerdote Alejandro Solalinde, quienes siguieron el casos desde un inicio. En ésta dieron detalles sobre la menor; la vida de Lupita no fue nada fácil.
Un año antes de su asesinato, en 2016, la pequeña buscó una familia tocando puertas. “Llegué yo solita”, dice en un video presentado este miércoles por sus tías. En enero de 2017 pasó su último día de Reyes en una casa, donde le tomaron fotografías que presentaron como evidencia de su relación con ella. De la misma forma, en esta conferencia sus familiares confirmaron la identidad de la menor: su nombre era Lupita, el próximo 16 de enero iba a cumplir cinco años y este era su rostro.
De acuerdo con las autoridades mexiquenses, la niña fue reconocida por sus prendas. Por su parte, la activista Frida Guerrera, en noviembre pasado divulgó un retrato de la niña hecho por una artista forense, junto con un nombre tentativo: Lupita. Gracias a esta imagen, Marina Medina se enteró y contactó a Frida, confirmaron que se trataba de su sobrina y este miércoles revelaron su identidad y su historia.
Según con las tías de Lupita; Yadira, madre de la menor, tiene 30 años y cuatro hijos, la mayor de 14 años y la menor de cuatro, Lupita. Relatan que Yadira se fue de su casa desde los 12 años y desde entonces ha vivido en la calle y temporalmente con alguna vecina, de vuelta con su madre y más recientemente, con su pareja, Pablo.
Yadira y Pablo, están detenidos en el penal de Nezahualcóyotl por el delito de feminicidio desde finales de diciembre pasado, ya que según la primera versión surgida de sus declaraciones, reprendieron a la niña por no avisar que necesitaba ir al baño y porque no dejaba de llorar, y fue Pablo quien la golpeó hasta matarla.
Yadira es adicta a los inhalantes desde hace muchos años, pero según sus hermanas, empezó a robar hasta que se relacionó con Pablo, y vendían lo que robaban en la estación Pantitlán del Metro. “Antes le trabajábamos a una señora, vendíamos verdura en la calle”, cuenta Luz María Medina a Animal Político. Las hermanas de Yadira, a quien su familia llama “Montse”, afirman que sus padres no tuvieron una relación estable sino intermitente, mientras que su situación económica siempre fue precaria.
Marina también vive aparte de la familia y no tenía contacto frecuente con Yadira, razón por la cual tardó meses en notar la ausencia de Lupita. “Yo sí la veía en la calle y nos saludábamos como lo que somos, como hermanas, a veces iba a la casa pero no hablábamos mucho. Luego la volvía a ver a lo mejor hasta el otro año”, asegura.
En algún momento la familia intentó recuperar a ‘Montse’, incluso ella pasó una temporada en un centro de rehabilitación, pero recayó al salir. Cuando intentó hacerse cargo de la niña no se lo permitieron, ya que sólo comparte con sus hermanas el primer apellido porque su padre la registró con los suyos. “Por eso luego tengo muchos problemas cuando las quiero ayudar porque Yadira no sabe escribir ni leer, no estudió. Cuando tienen algún papel que tienen que arreglar es cuando van y me buscan, pero a veces se complica por los apellidos”, explica Marina. Esta es una de las razones por las que la fiscalía mexiquense se niega a reconocerla como familiar de Lupita y otorgarle con ello la calidad de víctima, lo que les daría la protección de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV).
Sus tías se enteraban esporádicamente de su paradero por familiares o conocidos, y cuando le preguntaban a Yadira por ella les decía que estaba bien, por lo que en los meses que el cuerpo de Lupita permaneció en el forense, Marina y Luz María aseguran que no sabían que estaba muerta. “Yo una ocasión le pregunté por la niña, no recuerdo en qué mes, y me dijo que estaba con su cuñada”, refiere Marina. “Yo cuando la vi le dije ‘quiero ver a Lupita’, y me dijo que ya se la había llevado Chiquis”, agrega Luz María refiriéndose al padre biológico de la niña, quien nunca asumió su paternidad. “A través de mi hija le pregunté a su prima y dijo que no era cierto porque Chiquis está anexado. De ahí ya no supimos nada, creíamos que la niña estaba bien porque eso nos dijo mi hermana”.
No han tenido ningún contacto con ella desde que supieron del asesinato y la postura de toda la familia es no ayudarla sino al contrario: exigen castigo para ella y su pareja. “Yo no le voy a perdonar lo que hizo con la niña. Es mi sangre, sí, pero yo no perdono porque tengo una hija adolescente y no me gustaría que el día de mañana mi hija pasara por lo mismo. Yo ni quiero verla ni a ella ni a él. A lo mejor si ella hubiera hablado no hubiera pasado esto, ella tiene que pagar. Yo no quiero verla”, sentencia Luz María Medina.
AP
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