La revolución de Anaya desde las nuevas tecnologías
Por: Angélica Beltrán
Por primera vez escuché de voz de un político mexicano un discurso más allá de la demagogia. El de Ricardo Anaya en el auditorio nacional, el pasado domingo, fue más allá de una arenga en medio de las campañas electorales. Se trató de una exposición magistral sobre la irrupción de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana, y la necesidad de ver hacia el futuro para hacer propuestas de gobierno atinadas, de acuerdo a los nuevos tempos, propuestas que permitan enfrentar los retos que como país tenemos: corrupción, inseguridad y pobreza.
La revolución tecnológica que vive el mundo no es para ignorarse, ciertamente. Si países con menor PIB que el de México como la India y Kenia emergieron económicamente gracias a una visión de futuro, y por ello le apostaron a las nuevas tecnologías, ahora corresponde a México aprovechar las ventajas de la tecnología para dar el gran salto.
De ahí que el eje de la propuesta de gobierno de la coalición PAN-PRD-MC expuesta por Anaya en el marco de su toma de protesta como candidato presidencial, haya sido utilizar las nuevas tecnologías para hacer un gobierno eficiente.
Se trata de impulsar proyectos, programas y empresas acordes con los cambios profundos que ha traído la irrupción de las nuevas tecnologías, las que han dado paso a lo digital y a un mayor uso de energías sustentables y limpias, entre otros cambios sustanciales.
Con esa visión de futuro queda claro que la apuesta por el petróleo ya no es viable en México, vienen cambios profundos como el uso de energías sustentables y limpias, y el auge de los autos eléctricos.
“Así, apostar por la construcción de refinerías como plantea AMLO es obsoleto, si consideramos que en menos de cinco años los autos de combustión serán sustituidos por los eléctricos”, estableció Anaya como una premisa convincente.
Y he de reconocer que hasta el domingo pasado yo sí creía que las refinerías eran una excelente apuesta para nuestra economía, pero viendo hacia el futuro, incluso cercano, no es así.
El uso del petróleo y sus derivados va en declive, ciertamente, la reserva de petróleo disminuye, se trata de un recurso no renovable, es altamente contaminante y además las legislaciones mundiales restringen cada vez más su uso.
La economía del conocimiento. A la vez, el planteamiento de pasar de la economía de la manufactura a una economía del conocimiento, es un acierto también si tomamos en cuenta que en efecto las máquinas sustituirán en breve a los obreros, mientras que las ideas, elemento fundamental del conocimiento, serán lo más rentable en México y el mundo. No es gratuito que los jóvenes estén irrumpiendo el mercado mundial con Start ups, que en algunos casos han desplazado y grandes compañías, gracias a nuevas ideas, creatividad y uso de nuevas tecnologías, baratas y al alcance del ciudadano promedio.
Ingreso básico universal
Para lograr el desarrollo de ideas en México es necesaria la preparación académica, de ahí que la apuesta planteada por Anaya fue a la vez por la educación, pero también por una seguridad económica para crear, inventar. De ahí la propuesta de un ingreso básico universal, el cual favorece al individuo y al contexto económico general de un país, como lo apuntan las teorías económicas más viables.
El ejemplo de Estados Unidos durante la depresión del 29, es clave. Para salir de la crisis el gobierno inventó empleos inútiles para la vida social, pero necesarios para la economía. Un grupo de obreros abría calles por la mañana y otro las cerraba por la noche, con tal de mantener salarios y reactivar la economía. Una lógica que debe aplicarse en México a través de un ingreso básico, con tal de oxigenar la economía, en el entendido de que ningún país puede crecer si la gran mayoría de sus habitantes vive en pobreza.
Visión de futuro. Los cambios que necesita México deben planearse con visión de futuro, ciertamente, ya que la realidad en México y el mundo seguirán cambiando ante el crecimiento exponencial de la tecnología.
A muchos nos sigue sorprendiendo gratamente lo que las nuevas tecnologías –muy económicas como el internet-- han facilitado la vida. De ahí que los planteamientos de los candidatos presidenciales en contienda, ciertamente deben tomar en cuenta la revolución tecnológica para poder garantizar, seriamente, un gobierno eficaz y eficiente.
No obstante, ha quedado claro que si Morena con López Obrador y el PRI con José Antonio Meade no han contemplado en sus propuestas la avasallante presencia de las nuevas tecnologías en México y el mundo, es que estás desconectados de la realidad y se han quedado en el pasado.
Así, el reto de nuestra generación frente a la revolución tecnológica es, sin duda, aprovechar y utilizar las nuevas tecnologías para mejorar la vida de las personas. Desconocer la revolución tecnológica sería un error y no aprovechar sus ventajas sería aún mayor, concluyó Ricardo Anaya, el candidato presidencial más joven en contienda.
Y yo también así lo creo. Sería un error no mirar al futuro e ignorar las nuevas tecnologías en el proceso de construir un proyecto de nación.
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