Ciudad de México.- El tema de la corrupción durante el debate entre candidatos presidenciales fue el escenario para un festival de acusaciones en el que todos denunciaron la deshonestidad ajena y eludieron las imputaciones a sus personas. Conforme a la tónica de todo el debate, Andrés Manuel López Obrador –aspirante por la coalición Juntos Haremos Historia– fue el obsesivo objetivo del resto de los contendientes: A todos los tengo en la punta, deslizó con sorna quien aludiría a las encuestas como motivación.
Y aunque el objetivo era López Obrador, el candidato de Todos por México, José Antonio Meade, y de Por México al Frente, Ricardo Anaya, se dieron espacio para el más agrio cruce de acusaciones.
Miren, este es el caso de Roberto Borge: compró y vendió terrenos del gobierno; utilizó una empresa fantasma y lavó dinero, soltó Meade casi en el ocaso del bloque temático. Y agregó con una gráfica con el ex gobernador de Quintana Roo en el centro: Él esta en la cárcel. Retiró la imagen de Borge y apareció la fotografía de Ricardo Anaya: el también hizo lo mismo, nada más que uno está preso y el otro está aquí con mucha falta de pudor.
Era apenas el primero y casi único ataque directo contra Anaya lanzado por Meade. La respuesta del panista vendría para finiquitar el tema revirando te dejó una siete de siete: Odebrecht, socavón, estafa maestra, Borge, Javier Duarte, César Duarte… y miren esta foto, lanzó, mostrando una imagen de un sonriente Meade con el gobernador prófugo de Chihuahua partiendo un pastel. ¿De qué tamaño fue la rebanada que te tocó?”, soltó al candidato de PRI, PVEM y Panal, quien ya no pudo revirar por falta de tiempo.
En su momento, la moderadora Denise Maerker fue más explícita en referir que Anaya no había aclarado su patrimonio ni el crédito hipotecario asociado a beneficios en su persona. Anaya respondió: No existe ninguna acusación en mi contra. Y aquí está la sentencia del tribunal de que usaron a la PGR en mi contra. Puedo ver a la gente a la cara. Nunca mencionó que dicha sentencia sólo se refería al mal uso de recursos públicos para afectar a un candidato.
El cruce de imputaciones entre Meade y Anaya fue sólo una excepción. Estaba clara la estrategia de cuestionar a López Obrador una y otra vez, como también lo harían los independientes Margarita Zavala y Jaime Rodríguez.
Si Meade se centró en su patrimonio y modo de vida, para Anaya la intención era asociar la corrupción a colaboradores cercanos y salió a relucir el añejo caso Gustavo Ponce, secretario de Finanzas en el gobierno de López Obrador en capitalino, entre otros.
Si hubiera sido corrupto, ya me habrían destruido
Ante las descalificaciones que le lanzaron todos aludiendo a la poca claridad de los recursos con que vive, las remembranzas de corrupción que involucraba a funcionarios cercanos en su administración cuando gobernó Ciudad de México, López Obrador reviró: si hubiera sido corrupto, ya me habrían destruido los de la mafia del poder, que son los jefes de todos los candidatos, con excepción de ya saben quién, antes de insistir en barrer la corrupción desde arriba.
Frase que motivaría la ironía de Meade : Dice que le gusta a utilizar la escoba, pero más bien le gusta usar el recogedor y lo que ha venido recogiendo son las peores expresiones de corrupción que han lastimado a México.
Prácticamente único objetivo de Rodríguez Calderón, éste arremetió contra la propuesta de López Obrador de que vendería el avión presidencial y toda la flotilla aérea del gobierno.
¿Cómo estás vendiendo lo que todavía no es tuyo? Todavía no ganas, faltan 70 días. Eso implica la soberbia.
Con sorna, López Obrador exhibió la más reciente encuesta que muestra que tendría 48 por ciento de las preferencias. No es para presumir, pobremente, 48 por ciento. Tiene que pasar algo terrible.
Para entonces , Rodríguez Calderón ya había evadido los cuestionamientos sobre sus trampas con las firmas de apoyo para ser candidato independiente; el incumplimiento de sus promesas de que encarcelaría a funcionarios del mandatario priísta Rodrigo Medina o de que cumpliría toda su gestión al frente del gobierno de Nuevo León.
Para entonces, Rodríguez Calderón había lanzado una de las propuestas más polémicas de la noche: cortar las manos a los corruptos
Eso es literal candidato? preguntó la moderadora Azucena Uresti.
Es literal dijo al ratificar que mutilaría a los corruptos.
Salvo su última intervención, Meade cuestionó obsesivamente a López Obrador con algunas referencias a la vida de magnate de Anaya y a su patrimonio inmobiliario– por sus tres departamentos que, aseguró, tenían y el uso familiar –dijo– de Morena. Sistemáticamente López Obrador desdeñó las críticas que se registraron durante el debate, sugiriendo que se encontraba en una situación desesperada: si tengo tres departamentos, te los regalo. No hubo respuesta de Meade.
Lo ocurrido con los sobornos de la empresa Odebrecht para obtener contratos fue aludido por Denise Maerker para que respondieran lo que harían para terminar con la impunidad.
López Obrador señaló: No se aclaran las cosas porque están involucrados los más altos funcionarios públicos del país; para ser precisos, el Presidente; de los 10 millones de dólares en sobornos, la mitad de esos recursos se utilzaron en la campaña de Peña Nieto. Pero también los de Odebrecht hicieron negocios con el gobierno de Felipe Calderón.
Casi ninguno aludió al caso Odebrecht. Anaya inmediatamente aludió a Alfonso Romo, quien ahora está en el equipo de López Obrador, cuando en un libro de López Obrador sobre el Fobaproa lo tachaba de corrupto.
Sólo Zavala apenas lo mencionó: hay que esclarecer todo lo que sea Odebrecht, “pero también los moches, los socavones y todo lo que nos ha indignado”. Cuestionada directamente por el moderador Sergio Sarmiento sobre la incapacidad del gobierno de su esposo para combatir la corrupción, Zavala evadió el punto para afirmar que la corrupción no se terminaba por decreto, sino con leyes, que es donde tenemos que trabajar, refiriendo, sólo de paso, que los casos detectados entonces, tuvieron sus consecuencias sin citar uno solo.
La Jornada
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