Sin cimientos, sin idea.
Ese proyecto de nación, el ahora presidente, lo llamó humildemente “La Cuarta Transformación”.
Sonaba bien, casi místico. El partido se construyó para ese proyecto y para una única meta: llevar a un hombre al poder. Y se armó de todos los símbolos culturales y religiosos que conectaran con el mexicano promedio... Nota completa aquí.
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