En el incidente murieron 14 miembros de la Secretaría de Marina y uno más quedó herido de gravedad; se espera que los escombros puedan ser retirados el lunes.
Pese a que ya han pasado dos días, los escombros de color gris oscuro siguen custodiados por elementos de la Secretaría de Marina en medio del campo de sorgo, que apenas va creciendo en una parcela de cultivo de Los Mochis, Sinaloa.
Se trata del helicóptero Blackhawk, el cual se desplomó sin incendiarse, causando la muerte de 14 de los 15 marinos de élite que lo tripulaban cuando regresaban de colaborar en la captura de Rafael Caro Quintero, Narco de Narcos, el viernes pasado, quien fue detenido en el municipio de Choix, a 120 kilómetros lineales desde este punto, a cuatro horas en carretera por la sierra sinaloense.
Las hélices lucen trozadas y una parte de la cola quedó botada a unos metros del cuerpo principal de la nave. Dos postes de luz y dos plantas de electricidad delimitan el espacio.
La actividad realizada el viernes, con peritos forenses vestidos de blanco, bomberos locales y estatales, y carrosas fúnebres ya terminó. Esa noche, las carrozas de la funeraria local, en apoyo a los forenses estatales, se llevaron los 14 cuerpos de los marinos muertos, con el fin de hacerles las necropsias de ley.
Mientras, una ambulancia se llevó del lugar al único sobreviviente, gravemente herido, a un hospital privado. Desde entonces, los ojos de todos están dirigidos a este lugar que, de cerca, luce como un elefante metálico abatido sobre la vegetación.
El sábado, peritos estatales regresaron a inspeccionar el helicóptero. El domingo, marinos le tomaron fotos y videos de áreas muy específicas de la nave.
Contrario a lo que se había visto desde el viernes, a las 12:00 horas del domingo llegó un convoy de cinco camionetas militares del Ejército mexicano; hasta ahora, la vigilancia estaba únicamente a cargo de la Marina.
Los vehículos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), con seis elementos armados cada uno, permanecieron menos de media hora en el lugar del incidente. Llegaron, se reportaron con la guardia de marinos y se retiraron sin más actividad de su parte. La calma volvió a sentirse después.
Por largos ratos sólo se escuchan las ráfagas de viento, mismas que recorren este solitario terreno, delimitado solo por canales de riego que en estos días lucen con apenas un charquito de agua de lluvia.
Todavía no existe una versión oficial sobre las causas del desplome de la aeronave y por eso, mientras las investigaciones ministeriales se realizan, los marinos mantienen bajo custodia y observación estricta los restos del helicóptero.
Una carpa blanca, que instaló la Marina para protegerse del pesado rayo del sol, ayuda a identificar a quienes se internan en el sembradío a identificar fácilmente el sitio exacto del percance.
Hasta este lugar, en medio de la nada, se entra por un camino de terracería desde la carretera que va del centro de la ciudad de Los Mochis hacia el puerto de Topolobampo. Un espectacular viejo, a pie de carretera, anuncia todavía el Topolobampo Fest, que acabó el 5 de junio.
Por detrás del Parque Industrial de Topolobampo y del rastro municipal de Ahome, se extiende el sembradío, cuyos propietarios dieron toda la facilidad para instalar la guardia de marinos que resguardan día, noche y madrugada la escena del accidente.
A la guardia, de unos 10 elementos, les instalaron dos baños portátiles desde la tarde del sábado y el domingo por la mañana les trajeron un tinaco de agua potable. La espera será larga, todo indica. Un perro, un pastor belga malinois, es quien les les hace compañía.
No hay fecha para que los restos del helicóptero sean levantados; la mañana del sábado, un bombero local comentó, antes de irse, que probablemente sería el lunes.
Entre la noche del sábado y la mañana del domingo, los 15 marinos —los 14 cuerpos y el elemento sobreviviente— fueron trasladados desde la funeraria y el hospital privado hacia la Ciudad de México, según reportó la prensa local.
A manera de homenaje, el sábado, la Marina escribió en su cuenta oficial de Twitter, una frase para despedir a sus 14 elementos: “en honor a su legado, prometemos seguir avante al servicio de México. ¡Buena mar y mejores vientos!”.
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