El lenguaje inclusivo es un vínculo para la interacción sana y respetuosa con otros integrantes de la sociedad.
Disminuir el sexismo, evitar promover prejuicios, microagresiones y la exclusión en el lugar de estudio y contribuir a reducir brechas de desigualdad, son solo algunos de los beneficios del lenguaje inclusivo en las escuelas, según especialista. El uso de lenguaje inclusivo no solamente se refiere solamente a aquellas personas que se consideran del binario de hombre y mujer, sino también para algunas personas que son parte de la comunidad LGBTIIQ, como lo son las personas transgénero, quienes no se identifican con el sexo asignado al nacer, o personas con identidades no binarias que no desean identificarse ni como hombre ni como mujer, el lenguaje es clave para su autoidentificación y su inclusión en la sociedad, de acuerdo con la investigadora en temas de género Rebeca Mejía, perteneciente a la UAEMex. Enfatizó que su uso y aplicación en la cotidianidad resulta primordial para los menores de edad, es decir para alumnos de educación básica, especialmente para que incorporen un lenguaje que sea un vínculo para la interacción sana y respetuosa con otros integrantes de la sociedad. Ayuda a disminuir problemas de salud mental Detalló con base en la Encuesta Nacional de Salud Mental de Jóvenes LGBTQ del Proyecto Trevor (2020) realizada en Estados Unidos América que 25 por ciento de jóvenes usan pronombres o una combinación de pronombres neutros. asimismo, refirió que para respecto a la salud mental de los jóvenes que pueden usar su nombre elegido, diferente del nombre que se les otorgó al nacer, tienden a reportar menos problemas de depresión, comportamiento suicida y ansiedad, en tanto que se consideran incluidos al sector social. Aunque precisó que en México no es obligatorio el uso del lenguaje inclusivo con la terminación de las palabras con la vocal e, como el término "niñes", aseguró que es bueno aplicarse siempre y cuando se mencione de la misma manera "niña, niño y niñes", ya que permitirá la inclusión de cada uno de los integrantes del grupo y creará un ambiente de mayor inclusión o por el contrario, sugirió que se nombre al niño o niña con el nombre que desee para hacer una relación de confianza entre los docentes o autoridades educativas con los estudiantes. El lenguaje inclusivo, precisó, no es malo si sabe ser aplicado ni rompe con las reglas del lenguaje, al contrario, permite su evolución de manera adecuada y es una invitación a que se tomen en cuenta las minorías en el sentido de la comunicación hablada y no solamente con acciones o infraestructura.
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