Reporte Global
Por Salvador González Briceño*
SEXTETO VS. IRÁN, ¿Y EL DESARME NUCLEAR?
Con el átomo no se juega. Pero el armamento nuclear es un vestigio peligrosísimo de la carrera armamentista orquestada durante la guerra fría, entre Estados Unidos de América (EUA) y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, a la cual se sumarían otros países en el camino. Y ahí está. Al grado que el número de ojivas nucleares existentes hoy, representa uno de los más graves problemas de la humanidad que amenazan su extinción —planeta incluido— con presionar un botón.
El problema está latente. Entonces, ¿por qué en lugar de un acuerdo parcial, del llamado “sexteto” (5 + 1) —EUA, Reino Unido, Francia, Rusia, China, Alemania— con Irán, los citados países no se sientan a la mesa a definir los términos del desmantelamiento de sus respectivos arsenales nucleares, asunto pendiente tiempo atrás? ¿De qué se cuidan unos de otros, si nadie sobreviviría a una conflagración nuclear? Aquí ya no vale el viejo precepto romano: “Si vis pacem para bellum” (si quieres paz prepárate para la guerra). Por si no se han dado cuenta, eso se acabó.
Lo que las potencias nucleares demuestran, actuando todos contra Irán, son otras cosas. Pese a que en opinión de la derecha republicana es un mal tratado (alcanzado el 14 de julio), porque significa la “muerte para Israel” y a Irán se le puede utilizar para otros fines como la desestabilización del mercado petrolero en la región. En el fondo, se trata del acuerdo del miedo, la traición y el sometimiento, desde Occidente, medido con visión de largo plazo:
1.- El miedo porque la simple sospecha de que Irán desarrollara el arma nuclear sacude el temor de los judíos; no obstante, bajo Netanyahu su poderoso ejército se ha enfocado arrasar al pueblo palestino en la Franja de Gaza, como lo hacen israelíes desde que se instalaron en ese territorio en 1947 bajo decreto de la ONU como Estado de Israel. Sin embargo, el acuerdo para Netanyahu se trata de “error histórico”, “un regalo a los ayatolás”, puesto que Teherán recibirá millones de dólares que permitirán hacer funcionar su máquina del terror, agresión y expansión en Oriente Medio y en el mundo.
2.- Traición a la humanidad porque el peligro de las armas nucleares sigue vigente por el número de países que las poseen. Y no solo por la cantidad y variedad desarrollada hasta ahora de ese tipo de armas, sino por los riesgos que exige el manejo incluso con “fines pacíficos”. ¿Quién no recuerda las grandes catástrofes por las fallas en los reactores nucleares, por las pruebas nucleares, o los desechos radioactivos? Solo citemos ahora Chernóbil, Fukushima, Atolón de Mururoa. Pero están los accidentes en Nuevo México (1945), Chalk River, Canadá (1952), Windscale, Reino Unido (1957), Tybee Island B-47 (1958), Montes Urales, URSS (1958), Checoslovaquia (1977), The Mile Island (1979), Tokaimura, Japón (1999). Los ejemplos de la guerra fría sobran.
3.- Y sometimiento, puesto que todo apunta a poner el pie en el cuello a Irán, obligándolo a emplear la energía nuclear solo para fines de investigación y pacíficos. Cuando las grandes potencias la usan para su “debida protección”. Así, el “Acuerdo final sobre el programa nuclear de la República Islámica”, conseguido luego de 21 meses de negociación en Viena, entre Teherán y Occidente, desde el Ministerio de asuntos Exteriores encabezado por Mohamad Javad Zarif —hoy el hombre más popular en su país— comprende, 16 puntos, como un plan de acción y un mecanismo de resolución de disputas.
Destacan las condicionantes, como: no desarrollar o adquirir armas nucleares; limitaciones a todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio; eliminación progresiva de las centrífugas IR-1 (tiene 17 mil de las llamadas de primera generación); no acumular uranio enriquecido; mantener un nivel de enriquecimiento de hasta 3.67%; reservas de uranio no pasarán de 300 kilos de hexafluoruro de uranio; construcción de un reactor de agua pesada para la investigación nuclear pacífica y producción de radioisótopos con fines médicos e industriales; en los próximos 15 años no habrá reactores adicionales de agua pesada, entre otros puntos (muy técnicos). Todo bajo la supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).
El problema está latente. Entonces, ¿por qué en lugar de un acuerdo parcial, del llamado “sexteto” (5 + 1) —EUA, Reino Unido, Francia, Rusia, China, Alemania— con Irán, los citados países no se sientan a la mesa a definir los términos del desmantelamiento de sus respectivos arsenales nucleares, asunto pendiente tiempo atrás? ¿De qué se cuidan unos de otros, si nadie sobreviviría a una conflagración nuclear? Aquí ya no vale el viejo precepto romano: “Si vis pacem para bellum” (si quieres paz prepárate para la guerra). Por si no se han dado cuenta, eso se acabó.
Lo que las potencias nucleares demuestran, actuando todos contra Irán, son otras cosas. Pese a que en opinión de la derecha republicana es un mal tratado (alcanzado el 14 de julio), porque significa la “muerte para Israel” y a Irán se le puede utilizar para otros fines como la desestabilización del mercado petrolero en la región. En el fondo, se trata del acuerdo del miedo, la traición y el sometimiento, desde Occidente, medido con visión de largo plazo:
1.- El miedo porque la simple sospecha de que Irán desarrollara el arma nuclear sacude el temor de los judíos; no obstante, bajo Netanyahu su poderoso ejército se ha enfocado arrasar al pueblo palestino en la Franja de Gaza, como lo hacen israelíes desde que se instalaron en ese territorio en 1947 bajo decreto de la ONU como Estado de Israel. Sin embargo, el acuerdo para Netanyahu se trata de “error histórico”, “un regalo a los ayatolás”, puesto que Teherán recibirá millones de dólares que permitirán hacer funcionar su máquina del terror, agresión y expansión en Oriente Medio y en el mundo.
2.- Traición a la humanidad porque el peligro de las armas nucleares sigue vigente por el número de países que las poseen. Y no solo por la cantidad y variedad desarrollada hasta ahora de ese tipo de armas, sino por los riesgos que exige el manejo incluso con “fines pacíficos”. ¿Quién no recuerda las grandes catástrofes por las fallas en los reactores nucleares, por las pruebas nucleares, o los desechos radioactivos? Solo citemos ahora Chernóbil, Fukushima, Atolón de Mururoa. Pero están los accidentes en Nuevo México (1945), Chalk River, Canadá (1952), Windscale, Reino Unido (1957), Tybee Island B-47 (1958), Montes Urales, URSS (1958), Checoslovaquia (1977), The Mile Island (1979), Tokaimura, Japón (1999). Los ejemplos de la guerra fría sobran.
3.- Y sometimiento, puesto que todo apunta a poner el pie en el cuello a Irán, obligándolo a emplear la energía nuclear solo para fines de investigación y pacíficos. Cuando las grandes potencias la usan para su “debida protección”. Así, el “Acuerdo final sobre el programa nuclear de la República Islámica”, conseguido luego de 21 meses de negociación en Viena, entre Teherán y Occidente, desde el Ministerio de asuntos Exteriores encabezado por Mohamad Javad Zarif —hoy el hombre más popular en su país— comprende, 16 puntos, como un plan de acción y un mecanismo de resolución de disputas.
Destacan las condicionantes, como: no desarrollar o adquirir armas nucleares; limitaciones a todas las actividades relacionadas con el enriquecimiento de uranio; eliminación progresiva de las centrífugas IR-1 (tiene 17 mil de las llamadas de primera generación); no acumular uranio enriquecido; mantener un nivel de enriquecimiento de hasta 3.67%; reservas de uranio no pasarán de 300 kilos de hexafluoruro de uranio; construcción de un reactor de agua pesada para la investigación nuclear pacífica y producción de radioisótopos con fines médicos e industriales; en los próximos 15 años no habrá reactores adicionales de agua pesada, entre otros puntos (muy técnicos). Todo bajo la supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).


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