jueves, 28 de diciembre de 2017

¡Cada quien su frente!

Por: Ricardo Rocha

Por supuesto que me estoy fusilando o al menos parafraseando al insigne Luis G. Basurto, autor de aquel clásico teatral Cada Quien su Vida. Pero no es nada más el jueguito de palabras. Yo estoy seguro de que si don Luis viviera, tendría en nuestra circunstancia política actual una suculenta mezcla de situaciones de comedia, tragedia y una zoología de personajes tan feroces como divertidos y eso sí, siempre risueños; ¿pues no dicen que todo hombre es un animal político? Nada más vean las fotos de los días recientes para que disfruten de una fauna insólita: fundidos en la carcajada y el abrazo los supuestamente adversarios.
Sin embargo, no hay que escandalizarse. Simplemente hay que reconocer que, desde hace al menos tres décadas, los partidos políticos no existen en este país. Al menos no como representativos de una ideología que ya ninguno de ellos ejerce. Son, en cambio, agrupamientos empresariales de conveniencia que operan en condiciones de excepción respecto al resto de los mexicanos: se financian con toneladas de dinero público del que no rinden cuentas a nadie; funcionan cual agencias de empleos excelentemente remunerados como diputados, senadores, funcionarios, gobernadores, secretarios de estados, y hasta Presidente de la República. Por eso los llamados frentes, ahora tan de moda, no representan coincidencias ideológicas; son tan solo sumas de votos y, en el más sofisticado de los casos, cálculo de probabilidades. Una aritmética tan elemental como convenenciera que ha derivado en tres grupos de tres partidos cada uno.
En el caso fallido del Frente Ciudadano por México, que como nunca fue ciudadano rebautizaron como México al Frente, la suma de PAN y PRD no es nueva, y ya se había dado a niveles locales y estatales; pero hablar de toda la nación a través de una candidatura presidencial representa también la renuncia a décadas de historia y la traición a los principios doctrinarios de quienes fundaron esos dos partidos y que hoy estarán revolcándose en sus tumbas. Sus herederos, en cambio, brindan con vinos magníficos, festejando sus cuentas alegres.
Pero el caso más patético es el de Juntos Haremos Historia, que suma a Morena, con el PT y Encuentro Social. Lo del Partido del Trabajo es un mal chiste que representa apenas un montoncito de votos surgidos del desprestigio. Pero lo del PES se antoja inaudito. Al grado de que morenistas y amloistas tan probadas como Jesusa Rodríguez y Elena Poniatowska han rasgado sus vestiduras por la unión que consideran abominable con un partido de ultraderecha dominado por el fundamentalismo evangélico-cristiano y opuesto ferozmente a libertades como el derecho al aborto y el reconocimiento pleno a la comunidad lésbico-gay. A ver qué malabares lingüísticos hace López Obrador para explicar esta unión contra natura a cambio de un mínimo porcentaje de votos que parecía no necesitar.
El tercer contendiente será el denominado Meade Ciudadano por México, que encabeza el PRI y que aglutina al Verde, como ya es costumbre, con la relativa novedad de sumar también a un Panal, que ha venido creciendo poco a poco, pero de manera consistente, sobre todo en ciertas zonas del país. Un agrupamiento también de puritita conveniencia, pero que, paradójicamente luce como el menos contradictorio. Ahora resulta.
P.D. Para descanso de ustedes, reaparezco el miércoles 10 de enero.

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