Veracruz, Ver.- Sorprendió la atingencia del alcalde de Veracruz, Ramón Poo Gil y sus incondicionales en el cabildo al haber aprobado la reforma al Artículo cuarto de la Constitución en la que se criminaliza el aborto, bajo el argumento de proteger el más fundamental de los derechos del ser humano: la vida.
E insistimos en que causó asombro porque el cabildo jarocho es, precisamente, uno de los más improductivos del estado.
Así, con el voto en contra de los regidores Pablo Zurita, Mario Cruz y Estela Tiburcio, el resto de los integrantes del ayuntamiento determinaron a puerta cerrada votar a ciegas y sobre las rodillas, esta legislación que desde siempre ha sido objetada por organismos defensores de los derechos elementales de las féminas, entre ellas, Estela Casados González, integrante del consejo Consultivo del Instituto Veracruzano de la Mujer.
A su vez, los regidores Juan Montes de Oca y Ricardo Medina, de plano –al estilo de Poncio Pilatos- decidieron lavarse las manos solicitando con anticipación un permiso sin goce de sueldo, causando retortijones a Ramón Poo que no pudo lograr por unanimidad la aprobación de esta ley, con la cual la iglesia católica está demostrando salirse con la suya.
Indignada en grado superlativo, la señora Casados expresó su molestia porque el alcalde, el síndico y los regidores no consensaron con la ciudadanía y se concretaron a complacer a la jerarquía del clero católico, aprobando esta ley “religiosa y populista”.
Con ello, añadió Casados González, se demuestra que la separación Iglesia-Estado, es algo utópico y el maridaje de ambas instituciones resalta cuando de atacar los derechos fundamentales de la mujer se trata.
E insistimos en que causó asombro porque el cabildo jarocho es, precisamente, uno de los más improductivos del estado.
Así, con el voto en contra de los regidores Pablo Zurita, Mario Cruz y Estela Tiburcio, el resto de los integrantes del ayuntamiento determinaron a puerta cerrada votar a ciegas y sobre las rodillas, esta legislación que desde siempre ha sido objetada por organismos defensores de los derechos elementales de las féminas, entre ellas, Estela Casados González, integrante del consejo Consultivo del Instituto Veracruzano de la Mujer.
A su vez, los regidores Juan Montes de Oca y Ricardo Medina, de plano –al estilo de Poncio Pilatos- decidieron lavarse las manos solicitando con anticipación un permiso sin goce de sueldo, causando retortijones a Ramón Poo que no pudo lograr por unanimidad la aprobación de esta ley, con la cual la iglesia católica está demostrando salirse con la suya.
Indignada en grado superlativo, la señora Casados expresó su molestia porque el alcalde, el síndico y los regidores no consensaron con la ciudadanía y se concretaron a complacer a la jerarquía del clero católico, aprobando esta ley “religiosa y populista”.
Con ello, añadió Casados González, se demuestra que la separación Iglesia-Estado, es algo utópico y el maridaje de ambas instituciones resalta cuando de atacar los derechos fundamentales de la mujer se trata.
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