Cuarto Informe ¿Mover a México o mejor ya ni le muevan?
Por: Anabella Pezet
Los primeros dos años del Presidente Enrique Peña Nieto fueron su esplendor. Quién no recuerda el famoso “Pacto por México”, de un lado sentado el PRD, del otro el PAN, aprobándole a diestra y siniestra las 13 reformas estructurales al PRI y su gobierno. Parecía una luna de miel. Peña ocupaba la portada de la revista “Time” como “el gran salvador” de nuestro país. Todo era un sueño. Dos años después, el Financial Times calificaba a estas reformas como “la gran decepción”.
El presidente de la República está en su peor nivel de aprobación, la economía no crece, los maestros salen a las calles para marchar en contra de la reforma más importante que es la educativa, la seguridad no mejora. A la mayoría de la gente le urge que termine este sexenio.
Apenas hace algunos días, la Coordinación de Comunicación Social de la Presidencia de la República, por fin entendió el mensaje de la ciudadanía, lanzó la campaña del Cuarto Informe de gobierno con un mensaje que me parece extraordinario: “Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. Por fin veo de regreso al Peña Nieto de campaña, al hombre encantador de masas, al hombre carismático que se perdió por dos años entre nubarrones de acusaciones de actos de corrupción, frivolidad, y autoritarismo.
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El formato del informe también sufrió modificaciones, éste será con jóvenes. Aquel sector que desdeñó a Peña Nieto desde que era candidato con una de las visitas más accidentadas que recuerdo a una universidad, en aquel fatídico 11 de mayo de 2012, cuando se generó el movimiento #YoSoy132. Hoy el equipo de Peña Nieto ha decidido que es tiempo de regresar a este sector al que no ha pelado desde el inicio de su sexenio. Otro acierto si mantiene esa constante y no sólo se toma la foto para el recuerdo.
Hoy el presidente pide contar y rescatar las buenas noticias que se han hecho en su sexenio. Seguramente deben haber muchas, sin embargo, ¿Por qué la Presidencia de la República tardó tanto en reaccionar ante una pésima comunicación de los últimos dos años?, ¿Por qué no nos cuentan cuántas carreteras se han construido, aunque mucho lo haya hecho Grupo Higa?, ¿Por qué no nos cuentan cuántos nuevos hospitales hay?, ¿Por qué no nos hablan del extraordinario programa que encabeza Rosario Robles sobre “cuartos rosas”?, ¿O la agresiva estrategia de modernización digital que encabeza Mikel Arriola en el IMSS?, ¿O la profunda reestructuración que está haciendo José Antonio González Anaya en un Pemex prácticamente quebrado?, ¿Qué hay de los comedores comunitarios de Sedesol que encabeza Pepe Meade?, ¿O de los números de crecimiento en el sector agropecuario de Sagarpa comandada por Pepe Calzada?, incluso ¿Qué hay de los avances en materia de educación que presenta Aurelio Nuño?. Sí, sí hay muchos avances que contar, y se han tardado mucho en hacerlo, lo que ha minado la imagen del presidente.
Faltan dos años para la elección presidencial, para el cambio de gobierno. Tanto el PAN, como el PRD, han anunciado que buscarán enmendarle al gobierno sus reformas en el Congreso, pues no han funcionado. Sobre todo la reforma fiscal, que ha sido crítica y funesta para el sector privado. Hay quienes señalan que la salida del Secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, del gabinete, podría darle un oxígeno revitalizante a este gobierno. Sin embargo, todo indica que Videgaray permanecerá incólume en su puesto, controlando las finanzas de este país, y ejerciendo el poder detrás del trono presidencial. Y es que a pesar de las críticas en su contra, Videgaray ha logrado que nuestra economía dependa menos del petróleo, que haya más contribuyentes para el gasto. Bien o mal, ha sacado a flote el barco de la economía mexicana, en un turbulento entorno internacional que diario amenaza en caer en una recesión. Esa también es una buena noticia, pero el gobierno no la cuenta.
¿En verdad el Presidente Peña Nieto quiere “Mover a México”?. Para recuperar la credibilidad y el rumbo, está obligado a comprometerse con la lucha contra la corrupción, y apoyar de fondo la transparencia. El caso del ex gobernador priista de Nuevo León, Rodrigo Medina, y de los gobernadores salientes de Quintana Roo, Chihuahua, pero sobre todo de Veracruz representan una burla para el sistema. Si es verdad que el Peña Nieto real está de regreso después de este Cuarto Informe, debe demostrar que será imparcial en la investigación de estos casos y que no cederá a los amiguismos y a la impunidad. Javier Duarte debe pagar con cárcel el profundo daño que le ha hecho a su estado, y todos sus prestanombres deben regresar a las arcas de la federación las millonarias propiedades y cuentas que obran en su poder. El blindaje de Roberto Borge debe ser revertido y que la Suprema Corte de Justicia acelere el resolutivo.
“Mover a México” también significa que debe soltar el control centralizado que tiene sobre prácticamente todas las licitaciones del gobierno federal. Debe abrir el abanico a otros jugadores, no a los mismos, ni a sus amigos. Debe compartir el pastel con los mejores postores, con aquellos que verdaderamente garanticen la calidad de los productos o servicios al mejor precio. Debe escuchar a los priistas enojados con su propio gobierno porque no han sido escuchados, sino relegados. Debe darle prioridad a los empresarios mexicanos por encima de los extranjeros. Debe tirar a la basura las famosas “listas palomeadas” desde “Los Pinos” sobre contratistas. Eso sí sería hacer un cambio.
“Mover a México” significa también romper con ese tufo autoritario, característico de los gobiernos priistas, sin perder el control del Estado. Debe haber mayor libertad de prensa, y sí, el gobierno debe estar abierto a las críticas. Debe dar explicación a cada uno de los escándalos que le rodean, sobra pedir perdón si no viene aparejado de resultados. Desgraciadamente en política, la percepción es realidad, y eso es lo que hay que cambiar.
“Mover a México” significa volver a colocar a la figura presidencial en un estatus de respeto y no de burla; de orgullo y no de pena.
Si esto no se logra, mejor ya ni le muevan.
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