sábado, 24 de diciembre de 2016

Fidel: el fin del siglo 20

Por: Ricardo Rocha

A los 14 años le escribió una carta fechada el 6 de noviembre de 1940 en Santiago de Cuba: “Mi buen amigo Franklin Roosevelt, oí en el radio que serás presidente por un nuevo periodo…no se mucho inglés, pero sé muy mucho (sic) español…si quieres dame un billete, porque nunca he visto uno de diez dólares verde americano y me gustaría tener uno…si quieres hierro para hacer tus barcos, yo te enseño las minas de Mayarí Oriente, Cuba. Muchas gracias. Adiós. Tu amigo, Fidel Castro”.
Creo que esta carta precoz prueba que al principio Fidel no veía a Estados Unidos como su gran enemigo; también muestra la desfachatez descarada de un joven que todo lo creía posible. Que se atrevía a soñar y a luchar por sus sueños. Trece años después de esa carta insensata, a los 27, empezaría a fraguar la Revolución cubana, que se gestaría en México. Donde, por cierto, se entrelazan las leyendas urbanas con los hechos históricos: que su mítico compañero Ernesto “El Che” Guevara tomaba fotos a los niños con santacloses en la Alameda; que Fidel tenía una novia en Sanborns Del Prado, que después de los atracones que se daba con sus amigos, tan revolucionarios como hambrientos, le cobraba sólo tres cafés; que aquel bipolar político policía que fue Fernando Gutiérrez Barrios ya les tenía echado el ojo, pero simpatizaba con la conjura al grado de avisarles que en lugar de Veracruz, salieran cuanto antes de un puerto más discreto como Tuxpan. Alguna vez me enseñaron una fotografía de la cena de despedida que un
iembro prominente de la comunidad judía, don Jorge Besquin, les ofreció en su casa de Polanco, antes de que los 87 locos maravillosos se embarcaran en el Granma para hacer una revolución de la que era fácil enamorarse; ahí están en la imagen Raúl y Fidel muy sonrientes con sus uniformes verde olivo nuevecitos que les obsequiaron su anfitrión y mecenas.
Luego, Fidel y ese puñado de fieles seguirían forjando su leyenda enfrentados a los miles del Ejército del dictador Fulgencio Batista en la Sierra Maestra, hasta la toma del Cuartel Moncada y la entrada triunfal a La Habana en el 59. Más tarde, la entrevista Nixon-Fidel y el rompimiento con la declaratoria del carácter socialista de la revolución, hasta la crisis de los misiles que puso al mundo al borde de una guerra nuclear con Kennedy en Washington y Khrushchev en Moscú. Por ello y más, Fidel Castro es uno de los líderes más carismáticos e influyentes de la historia contemporánea.
En cuanto a su legado: ahí esta una Cuba pobre, pero no miserable, que ha sabido enfrentar con dignidad un bloqueo criminal del país más poderoso de la tierra; ahí están también sus artistas, sus escritores, sus deportistas y sus médicos. Que no hay democracia y que Fidel se excedió en el sobreproteccionismo de su revolución también es cierto.
Lo que yo me pregunto es si estamos mejor en países democráticos como México, en donde la mitad son pobres, uno de cada tres padece hambre, tenemos miles de desaparecidos por policías y soldados e igual ejecutan a periodistas y líderes sociales; y donde se ha hecho costumbre que los gobernadores y funcionarios se roben cientos de escuelas y miles de camas de hospital en actos de corrupción cada vez más escandalosos.
Me quedo con lo hecho por el comandante Fidel Castro, quien alargó el siglo 20 hasta morirse finalmente.

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