Por: Ricardo Rocha
Es el menos visible. Y no porque esté ausente en las fotografías que de los tres aparecen todos los días. Sino porque hasta ahora ha sido el más discreto y el menos boquiflojo de sus colegas. Es más, no “da nota”, como sí suelen hacerlo sus socios eventuales.
Sin embargo, Dante Delgado Ranauro podría convertirse en los días siguientes en un protagonista sustancial no sólo al interior del Frente Ciudadano por México, sino a nivel nacional por la relevancia que ese agrupamiento político ha alcanzado en los meses recientes. Y que, paradójicamente, hoy está convertido en un pequeño infierno donde se muerden unos a otros los demonios de la ambición, la mezquindad, el egoísmo y la soberbia.
A ver: el casi recién nacido Frente se planteó de pronto como una opción llamativa y hasta atractiva, para una porción del electorado harta del PRI, pero temerosa de López Obrador. Digamos que rápidamente se puso de moda. El problema es que no hay nada más pasajero y efímero que la moda. Así que el luchador que tan espectacularmente saltó al ring de 2018 parece estar perdiendo musculatura. Hasta hace apenas dos semanas varias encuestas lo situaron en primer lugar de las preferencias, incluso por arriba de Morena y por supuesto del PRI, que estaba en tercer puesto. Hoy algunos encuestólogos aseguran que los frentistas de la alianza PAN-PRI-MC se han ido al fondo empujando al otrora partidazo al segundo sitio. Y es que el golpeteo y los cuestionamientos a Alejandra Barrales –todavía en la dirigencia perredista– y sobre todo a Ricardo Anaya sobre su enorme riqueza lo han debilitado. Pero sobre todo empieza a fastidiar la tardanza en la definición del método para la elección de su candidato a la Presidencia, cuya incertidumbre lo desdibuja día a día por la percepción evidentísima de que es más de lo mismo y que el panista Anaya está aferrado a esa obsesión. Por eso la coincidencia que ya anticipábamos entre Miguel Ángel Mancera y Rafael Moreno Valle exigiendo una elección abierta y advirtiendo que si hay dedazo, imposición o agandalle, simple y llanamente se salen del Frente. La fotografía en que ambos aparecen el fin de semana en torno a una mesa con Margarita Zavala de Calderón es mucho más que anecdótica y plantea varios escenarios contrastantes:
-El ideal: un método convincente para aspirantes y opinión pública donde compitan abiertamente –y con un compromiso de aceptación del resultado– Miguel Ángel Mancera, Rafael Moreno Valle, Margarita Zavala de Calderón y por supuesto Ricardo Anaya.
-El intermedio: que Anaya porfíe y se quede solo como candidato del PAN y que Mancera vaya por el PRD y se lleve con él a Alejandra Barrales por la jefatura de Gobierno de la CDMX.
-El nefasto: que el rompimiento sea brutal y que sus protagonistas terminen en una guerra de lodo y algo más. Un juego maloliente de todos pierden, para regocijo del PRI y Andrés Manuel.
En cualquier caso, creo que la única posibilidad de alcanzar el mejor arreglo posible se llama Dante Delgado Ranauro. Y no sólo por lo que sumen sus 5 puntos a los 15 del PAN y a los 8 del PRD, sino porque está llamado a ser, por su experiencia y posicionamiento estratégico, el único árbitro posible. A menos, claro, que él también quiera ser candidato.
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