jueves, 3 de octubre de 2019

Razones

Tlatelolco y Ayotzinapa: máscaras y sombras

Por: Jorge Fernández Menéndez

Hace un año, con motivo del 50 aniversario de la masacre de Tlatelolco, recordábamos en este espacio a Octavio Paz en El laberinto de la soledad: “Las épocas viejas nunca desaparecen completamente y todas las heridas, aun las más antiguas, manan sangre todavía”. Algo así sucede con el 2 de octubre del 68. La represión estudiantil de ese año sigue siendo una herida abierta, en buena medida porque es también una bandera a utilizar en las más diversas circunstancias por víctimas y victimarios. La herida social “mana sangre todavía”, aunque, en realidad, el 68 y la matanza de Tlatelolco hace tiempo que han dejado de ser memoria viva para convertirse en una máscara detrás de la cual muchos se pueden esconder.
Tras esa máscara se ocultó, por ejemplo, la responsabilidad real del batallón Olimpia (un grupo de seguridad destinado a garantizarla durante las olimpiadas y que estaba conformado por elementos provenientes de distintas áreas policiales y militares) y de los funcionarios que lo comandaban y que ordenaron la represión del 2 de octubre en Tlatelolco, con el doble objetivo de disolver, de una vez por todas, las movilizaciones, atrapar al Comité de Huelga y acabar con la posibilidad de demostraciones que opacaran las olimpiadas.
Tras esa máscara se dejó en entredicho el papel del Ejército, que también fue sorprendido y engañado cuando fueron tiroteados sus elementos por los miembros del Batallón, lo que sirvió para tratar de responsabilizar a la Defensa y a los militares de una represión que fue ordenada por los mandos civiles que controlaban el Olimpia. Con ese ataque contra elementos militares que custodiaban la Plaza de las Tres Culturas se trató de...Lee la información completa aquí

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