jueves, 16 de enero de 2020

Columna de Opinión

Cruzada contra la báscula

Por: Guillermo Robles Ramírez

A principio de cada año todos hacemos promesas, pero la que nunca falta es la de ejercitarnos para bajar de peso. ¿Cuántos de ustedes lo han logrado? Seguramente muy pocos ya que pesa más los malos hábitos y es difícil cambiar nuestro régimen alimenticio.
Esas costumbres están tan arraigadas como parte de la educación que se nos ha dado desde muy temprana edad, pero si muchas familias tuvieran la disciplina de enseñarles a sus hijos el saber comer sanamente y ejercitarlos las cosas serían totalmente diferente.
Actualmente es un problema social que tanto autoridades federales y estatales están batallando y desgraciadamente la comodidad de muchos padres de familia le han dado indebidamente la carga y responsabilidad a las autoridades educativas.
En administraciones pasadas en el gobierno de Coahuila, en especial la Secretaria de Educación Pública se echó a cuestas un fuerte compromiso de trabajar intensamente por lograr una cultura y disciplina en una alimentación sana a los niños y niñas que asisten a las escuelas públicas de la Entidad.
Consciente y responsable de que algo debe hacerse ante el “privilegiado” primer lugar que a nivel nacional tiene Coahuila en obesidad infantil, de acuerdo a lo que el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) reporta en su última evaluación estadística por cuanto hace a gordura en menores de edad, se hizo la propuesta en primera instancia a retirar de las cercanías de los planteles educativos a todos los vendedores ambulantes que ofrecen alimentos chatarra.
Esta medida se llevó también al interior de las escuelas en donde por años funcionaban estanquillos con la venta de churritos, papitas, palomitas, chamoy y cuanto alimento chatarra hay.
La primera medida no logró erradicar el problema existente, pero en el otro sí se tuvo un éxito en la cual realmente se logró quitar la comida chatarra dentro de las escuelas.
Aunque se les exhortó a los proveedores de tienditas del interior de las escuelas públicas y privadas a que racionalizaran la presentación de sus productos en cantidades más pequeñas, las autoridades dejaron un eslabón perdido sin poder regularlo con alguna normativa, en cuanto a su venta, porque más tardaron los distribuidores de comidas chatarras en cambiar la presentación de sus productos en específico para éste mercado; que la falta de conciencia de los dueños de las tienditas en justificarse en una absurda medida para evitar la pérdida de ventas.
Simplemente no racionalizaron el consumo, es decir, el que tenga más hambre y dinero para comprar sencillamente se le va a vender, sin ninguna penalización económica.
Esta no es una tarea ni reto exclusivo de la Secretaría de Educación, sino que las Asociaciones de Padres de Familia están obligadas a participar y ofrecer su participación voluntaria.
También es en el seno familiar en donde los pequeños y pequeñas deben tener formación en una alimentación sana para lograr que bajen de peso por salud y quitarse Coahuila ese horrendo privilegio de estar en primer lugar de gordura entre menores de edad.
La solidaridad y unidad es lo único que puede dar resultados positivos, de ahí que obliga a todos su participación en este programa de orientar a una alimentación sana a las futuras generaciones de coahuilenses.
Bajo este esquema se les invita a los directivos de escuelas y también a la Sociedad de Padres de Familia de unirse a esta cruzada y guerra contra la báscula, bajando de peso los niños y niñas coahuilenses que traen actualmente un dañino sobrepeso. 

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