Al menos dos altares acompañan a decenas de familias quienes este 30 de abril pasarán sus horas, a la afueras del Hospital para el Niño, en Toluca. La Virgen de Guadalupe y el Niño Jesús dan consuelo, aunque sea por algunos minutos, a familiares ansiosos que buscan un poco de luz en medio de esta obscuridad, en medio de la incertidumbre, de la frustración.
Las casas de campaña han desaparecido, ahora sólo hay algunos cartones en el suelo, cobijas, banquitos que soportan el cansancio de papás y mamás que esperan noticias, y estas no siempre son las mejores.
El poco movimiento que se observa, imprime una tristeza o melancolía que se siente en los huesos, pues las familias que permanecen a las afueras de este hospital parecieran escuchar los pensamientos de los otros, pueden ver con mucho más cercanía la tristeza, la preocupación, que ahora no solo es por la salud, también por lo económico. Los altares, con flores, dulces, globos y pequeñas fotos de bebés y niños, dan cuenta del paso del tiempo, de la fe, de la esperanza. Ahí se acerca uno de los papás que se encuentran a la espera, en vela. Pide con amor la salud de su pequeño, como un regalo especial para este día.
Con una camiseta negra, un pantalón de mezclilla y su respectivo cubrebocas se acerca tímidamente al altar, con respeto y humildad se persigna y comienza sus oraciones. Para nadie es una imagen inusual, pues todos los que están ahí han acudido al menos una vez a orar, a pedir al igual que él por la salud de sus pequeñitos. Los listones de colores, los dulces, las fotos, son también testigos que hablan de los milagros, de las buenas noticias, pues una vez que los pequeños logran su alta médica, la familia acude a estos altares, con una pequeña muestra de agradecimiento, desde un globo, un “milagrito”, que da cuenta de este logro.
Aquí también está Jessica, la mamá de Joshua, un pequeñito de apenas dos años de edad que enfrenta esta batalla con un diagnóstico grave. Su preocupación es evidente a través del cubrebocas.
“No tenían equipo para canalizarlo, no tenían medicamentos, hasta la fecha estoy a la espera porque me lo van a enviar de Ciudad de México porque aquí no lo tienen, no tienen ni lo más esencial”.
Las horas pasan en incertidumbre, no importa el sol o la lluvia, pues las condiciones de su bebé son graves, apenas le informan que tuvo un paro cardíaco.
“Tuve que comprar el equipo para que lo canalizaran, medicamentos. Ya hemos gastado más de mil 200 pesos. Es un monto
grande para nosotros y más en esta contingencia, donde no hay empleo, donde no hay recursos que alcancen”.
Como ella hay otras decenas de mamás, papás o abuelos, que esperan alguna buena noticia, como regalo de Día del Niño, entre tanta incertidumbre.
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