Mientras transita por el duelo, al sujeto se le dificulta elegir un nuevo objeto de amor, apego, enlace, unión.
Casi todos hemos vivido un duelo. Es tristísimo. Muy, muy triste. Pero no es sólo la tristeza el estado de ánimo que predomina en quien se encuentra atravesando por un proceso de duelo. Hay otras reacciones que suelen presentarse a partir de la pérdida de un ser querido o de la separación de una persona con la que estábamos vinculados, el finiquito de un trabajo, el desmoronamiento de un proyecto, el desvanecimiento de un cúmulo de expectativas personales, entre otras situaciones.
Pero veamos cómo opera este trance. El anhelo del objeto perdido, dice Freud, se presenta como un agujero psíquico, una especie de hoyo negro en la psique. Se puede interpretar como un vacío que habrá que mitigar, una ausencia que de alguna manera tendrá que compensarse o por lo menos atenuarse.
Mientras transita por el duelo, al sujeto se le dificulta elegir un nuevo objeto de amor, apego, enlace, unión. Se siente completamente desvinculado. Con Freud, el trabajo de duelo consiste en “despojar a la libido de los enlaces con dicho objeto”, pero es natural que la persona se muestre renuente a dar el paso que la llevaría a irse separando de aquello que la liga con el objeto perdido, y conformarse o bien encontrar algo que adquiera la función de sustituto de ese objeto...Nota completa aquí.
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