México, D.F.- Más allá del grado académico y el éxito económico alcanzado, “la mujer sigue asumiendo como su papel primordial la crianza de los hijos y la atención a la familia, y a ello contribuye la fuerte presión que madres y suegras ejercen.
“Pues éstas no valoran la realización individual y laboral de sus hijas, a pesar de ser –paradójicamente– quienes más les ayudan con el cuidado de la familia”, afirmó en entrevista Cinthia Cruz del Castillo, coordinadora del estudio Mujeres trabajando: ¿Por amor o por independencia?
Según la información de La Jornada, las ventajas para las mujeres de trabajar fuera de casa, como la autonomía económica y la garantía de bienes materiales, se ven opacadas por la culpa que les genera no contar con tiempo para el cuidado de la familia, lo cual deriva en estrés, insomnio y conflictos de pareja, determinó una investigación de la Universidad Iberoamericana.
La investigación consistió en una primera fase en entrevistas a profundidad a cien mujeres y la aplicación de un cuestionario a 450 de diferentes ocupaciones y estratos socioeconómicos.
El éxito laboral y monetario en este género está asociado a costos altísimos, como el incremento de la carga de trabajo, pues en términos prácticos siguen siendo ellas las responsables de la organización y cuidado del hogar, además de que, emocionalmente hablando, sigue siendo muy complejo delegar el cuidado de los hijos en la familia extensa o una guardería, dijo la investigadora del departamento de sicología de la Uia.
Esto se debe a que existe una idea arraigada en las mujeres de que los niños sólo pueden estar bien a su lado y no confían en que sus parejas sean capaces de cubrir las necesidades emocionales de los hijos.
En la mayoría de los hogares mexicanos, agregó, hay una presión cultural y familiar que cuestiona todo el tiempo por qué no se es madre o cuidadora, y con independencia del nivel de escolaridad las mujeres continúan sintiéndose culpables por no estar en casa, a pesar de que disfrutan su quehacer en el ámbito público.
Las madres son las principales promotoras de este pensamiento, ya que no conciben la realización individual ni laboral de sus hijas y únicamente ven la plenitud y desarrollo de éstas al convertirse en madres o cuidadoras de su familia.
A ello se suma la dificultad de negociar la repartición de responsabilidades en la familia, pues regularmente el hombre se asume como proveedor y su colaboración en las tareas domésticas y cuidado de los hijos lo ven como un gesto de buena voluntad y no como un deber compartido, puntualizó.
“Pues éstas no valoran la realización individual y laboral de sus hijas, a pesar de ser –paradójicamente– quienes más les ayudan con el cuidado de la familia”, afirmó en entrevista Cinthia Cruz del Castillo, coordinadora del estudio Mujeres trabajando: ¿Por amor o por independencia?
Según la información de La Jornada, las ventajas para las mujeres de trabajar fuera de casa, como la autonomía económica y la garantía de bienes materiales, se ven opacadas por la culpa que les genera no contar con tiempo para el cuidado de la familia, lo cual deriva en estrés, insomnio y conflictos de pareja, determinó una investigación de la Universidad Iberoamericana.
La investigación consistió en una primera fase en entrevistas a profundidad a cien mujeres y la aplicación de un cuestionario a 450 de diferentes ocupaciones y estratos socioeconómicos.
El éxito laboral y monetario en este género está asociado a costos altísimos, como el incremento de la carga de trabajo, pues en términos prácticos siguen siendo ellas las responsables de la organización y cuidado del hogar, además de que, emocionalmente hablando, sigue siendo muy complejo delegar el cuidado de los hijos en la familia extensa o una guardería, dijo la investigadora del departamento de sicología de la Uia.
Esto se debe a que existe una idea arraigada en las mujeres de que los niños sólo pueden estar bien a su lado y no confían en que sus parejas sean capaces de cubrir las necesidades emocionales de los hijos.
En la mayoría de los hogares mexicanos, agregó, hay una presión cultural y familiar que cuestiona todo el tiempo por qué no se es madre o cuidadora, y con independencia del nivel de escolaridad las mujeres continúan sintiéndose culpables por no estar en casa, a pesar de que disfrutan su quehacer en el ámbito público.
Las madres son las principales promotoras de este pensamiento, ya que no conciben la realización individual ni laboral de sus hijas y únicamente ven la plenitud y desarrollo de éstas al convertirse en madres o cuidadoras de su familia.
A ello se suma la dificultad de negociar la repartición de responsabilidades en la familia, pues regularmente el hombre se asume como proveedor y su colaboración en las tareas domésticas y cuidado de los hijos lo ven como un gesto de buena voluntad y no como un deber compartido, puntualizó.
Solución Política
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