miércoles, 8 de octubre de 2014

Perfilando

Por Iván Calderón
 
Acayucan, ley Martínez.
Marcos Martínez Amador está obsesionado con el control del contenido de los medios de la zona sur del estado de Veracruz.
El alcalde de Acayucan intenta aplicar su ley mordaza.
No quiere que se difunda la delicada situación que se vive en esta parte del estado, e infantilmente quiere tapar el sol con un dedo. 
El munícipe alternativo ni siquiera intenta acotar excesos.
Martínez en plena era de la información pretende desfachatadamente intervenir contenidos periodísticos.
En la Llave del Sureste no se respetan los textos informativos.
Ni siquiera le da su lugar a los periodistas, quienes en el ejercicio de su deber reciben advertencias o amenazas por parte del gobierno municipal.
Sin ninguna duda esta intención fiscalizadora está chocando con los medios.
El primer edil coacciona a los reporteros.
De lo contrario amaga con retirar convenios.
Aquel que fuera protegido por las hermanas Vázquez Saut está sacando las uñas, además de su lado déspota y arbitrario.
Y es que aparte de no acceder a que se escriba sobre el tema de inseguridad que lamentablemente es cosa de todos los días en el país.
Marcos impide a los informadores mencionar asuntos relacionados sobre el control de su gobierno.
Esto es un disparate.
En Acayucan no se puede subrayar sobre el mal gobierno, enriquecimiento inexplicable o los excesos de poder.
Es más, nadie se puede atrever a textear sobre las notables ausencias del presidente ó de su hermano el regidor.
O que a la autoridad simplemente el pueblo le vale un cacahuate.
Para muestra, un botón.
A Marcos Martínez se le ocurrió la brillante idea de retirar la casa de la cultura, para que ese inmueble fuera utilizado por su esposa, la presidenta del DIF municipal.
Poco le valieron los reclamos ciudadanos.
A Martínez Amador no le importó dejar a los acayuqueños con algún espacio dedicado a las artes, y en vez de buscar alternativas factibles, tomó decisiones improcedentes.
Con esto fueron muchos los pobladores que se inconformaron, y periodistas se unieron a la causa.
Uno de ellos, Enrique Quiroz, dueño del semanario “El Manifiesto” quién al acudir a tomar unas fotografías de las ahora instalaciones del DIF, el mismo munícipe lo telefoneo, para decirle que tuviera cuidado o será acusado de robo.
Que brillante idea de un alcalde.
En fin, a ver qué día Martínez Amador se baja de su nube.
Porque mientras pretende imponer su ley, en Acayucan impera la ingobernabilidad y su propio desprestigio.
Su paso por la alcaldía será efímero, nunca brillará en sociedad y jamás llegará a ser diputado local.
Pero esas son otras historias.

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