Poza Rica, Ver.- Indignación, rabia, tristeza y un profundo sentimiento de impotencia se respiró entre las decenas de feligreses católicos que arribaron a la iglesia Nuestra Señora de Fátima de la colonia Petromex para orar por el eterno descanso de los sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Juárez de la Cruz, asesinados por un grupo de desconocidos.
El lamentable suceso cimbró a esta ciudad sobre todo a aquellas personas que conocían a ambos presbíteros, cuyos cuerpos fueron encontrados con impactos de bala en una comunidad cercana al municipio de Papantla.
A las afueras de la parroquia, los presentes no se dejaban de preguntar ¿por qué dos hombres tan buenos habían muerto de la manera más terrible?, sin aparentes motivos para que esto sucediera así; su enojo se acentúo aún más al ser colocadas en la entrada principal una cinta con las palabras “Escena del crimen, prohibido el paso”.
Aunque por temor decidieron reservar su identidad, algunos externaron su sentir ante este acontecimiento “quienes lo hayan hecho no sienten temor a nada ni siquiera a Dios, los padres eran personas buenas, nunca se metieron con alguien”, comentó una mujer.
De igual manera señaló que las misas y actividades en la iglesia se venían realizando con normalidad y no existía algún precedente sobre una situación de riesgo.
“El padre Nabor era muy tranquilo, se veía normal, no sabemos si estaba amenazado o no, por eso la noticia nos tomó por sorpresa a todos, aquí en la colonia y las de este rumbo era muy querido”, señaló Angélica, otra de las fieles católicas que acudieron al lugar.
“Apenas hace unas semanas le festejamos su cumpleaños, cerramos la calle para organizarle una gran fiesta, no puedo creer que hoy este muerto”, expresó con tristeza la señora Miriam quien no pudo continuar hablando.
En su mayoría, los feligreses afirmaron que los sacerdotes jamás ofendieron a alguien con sus sermones, al contrario, siempre invitaron a perdonar más en estos tiempos difíciles que se viven en la región.
Por la noche, los cuerpos de ambos presbíteros arribaron a la iglesia Nuestra Señora de Fátima en medio de lágrimas y aplausos por parte de los presentes; los padres Hugo Cortes Morales, de la parroquia Nuestra Señora de la Merced y Aris Sánchez Castelán, de la parroquia Cristo Rey oficiaron una misa para rogar por su eterno descanso.
Cabe mencionar que proveniente de la sierra de Puebla, el sacerdote Alejo Jiménez llegó a la parroquia Nuestra Señora de Fátima en la que por más de quince años ofició, hasta hace algunos meses cuando fue enviado a la comunidad de El Aguacate, dejando su lugar al padre José Alfredo que arribó del municipio de Misantla.
El lamentable suceso cimbró a esta ciudad sobre todo a aquellas personas que conocían a ambos presbíteros, cuyos cuerpos fueron encontrados con impactos de bala en una comunidad cercana al municipio de Papantla.
A las afueras de la parroquia, los presentes no se dejaban de preguntar ¿por qué dos hombres tan buenos habían muerto de la manera más terrible?, sin aparentes motivos para que esto sucediera así; su enojo se acentúo aún más al ser colocadas en la entrada principal una cinta con las palabras “Escena del crimen, prohibido el paso”.
Aunque por temor decidieron reservar su identidad, algunos externaron su sentir ante este acontecimiento “quienes lo hayan hecho no sienten temor a nada ni siquiera a Dios, los padres eran personas buenas, nunca se metieron con alguien”, comentó una mujer.
De igual manera señaló que las misas y actividades en la iglesia se venían realizando con normalidad y no existía algún precedente sobre una situación de riesgo.
“El padre Nabor era muy tranquilo, se veía normal, no sabemos si estaba amenazado o no, por eso la noticia nos tomó por sorpresa a todos, aquí en la colonia y las de este rumbo era muy querido”, señaló Angélica, otra de las fieles católicas que acudieron al lugar.
“Apenas hace unas semanas le festejamos su cumpleaños, cerramos la calle para organizarle una gran fiesta, no puedo creer que hoy este muerto”, expresó con tristeza la señora Miriam quien no pudo continuar hablando.
En su mayoría, los feligreses afirmaron que los sacerdotes jamás ofendieron a alguien con sus sermones, al contrario, siempre invitaron a perdonar más en estos tiempos difíciles que se viven en la región.
Por la noche, los cuerpos de ambos presbíteros arribaron a la iglesia Nuestra Señora de Fátima en medio de lágrimas y aplausos por parte de los presentes; los padres Hugo Cortes Morales, de la parroquia Nuestra Señora de la Merced y Aris Sánchez Castelán, de la parroquia Cristo Rey oficiaron una misa para rogar por su eterno descanso.
Cabe mencionar que proveniente de la sierra de Puebla, el sacerdote Alejo Jiménez llegó a la parroquia Nuestra Señora de Fátima en la que por más de quince años ofició, hasta hace algunos meses cuando fue enviado a la comunidad de El Aguacate, dejando su lugar al padre José Alfredo que arribó del municipio de Misantla.
Noreste
No hay comentarios.:
Publicar un comentario