Ciudad de México.- Ya sea que nos convirtamos en polvo o en ceniza cuando demos el último suspiro, pero no será sino hasta dentro de 3 o 4 meses cuando se verá cómo afectará a las funerarias la reciente posición de la Iglesia católica respecto al resguardo de cenizas de los difuntos, ya sea en el hogar, o arrojándolas en lugares públicos, verbigracia el mar, un bosque o convirtiéndolas en joyas.
Por lo pronto, 85 por ciento de las personas que solicitan servicios funerarios piden la incineración de los cuerpos, dice el empresario funerario, Óscar Padilla, director general de agencia J. García López, quien señala que “en algunos países, como en Asia, las incineraciones son alrededor de 99 por ciento, y solamente 1 por ciento de las personas son las que se inhuman”.
Entonces es una tendencia que evidentemente va aumentado día con día. Y es que el aumento en el número de cremaciones también ha sido en función a las necesidades de distintos países y ciudades, así como las posibilidades económicas de la gente. “Debe entenderse a la incineración como un proceso que, de la propia naturaleza del mismo, es más económico que la inhumación de un cuerpo, y que los espacios que se comercializan evidentemente pueden ser más costosos”.
En ese sentido, dentro de la comercialización de nichos o criptas para depositar las cenizas de los difuntos, si se es estrictamente alineado conforme a lo que la Iglesia católica marcó este martes, pues la gente tampoco tendría la posibilidad de seguir la norma. “En teoría, los nichos tendrían que estar dentro de la iglesia o las iglesias tendrían que autorizar algún espacio destinado para tal efecto, pero sólo con su autorización, porque es lo que dicen.
Eso quiere decir que si nosotros saliéramos hoy a decir “vamos a construir nichos dentro de nuestras funerarias” en teoría no están aprobados, estaríamos cayendo dentro de las propias restricciones o prohibiciones que se mencionan la modificación de 1963”. Refiere que la venta de nichos es una necesidad que se dará, “una atención que se dará a los feligreses para estar con un nicho o tenerlo dentro de una iglesia. Hay muchos agentes involucrados, a partir de que los bienes de la Iglesia son bienes del Estado en estricta realidad.
Si nos vamos al marco jurídico, legal, estamos hablando de que hay un área específica de la Secretaría de Gobernación (Segob) que es la que procura estos bienes”, y al respecto señala que en los primeros 6 meses de 2016 han fallecido en la Ciudad de México 45 mil personas, de las cuales un “porcentaje medianamente importante se regresan a sus ciudades de origen”; y aproximadamente de las 32 mil personas que se atienden en la capital, 18 mil se incineran.
La Iglesia refiere que por razones legítimas se opta por la cremación de un cadáver, las cenizas de las persona deberán mantenerse en un lugar sagrado pues ayudará a evitar la posibilidad de olvido, la falta de respeto y malos tratos que pueden sobrevenir “sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas”. Como fuera, el martes la Iglesia católica llamó a no esparcir las cenizas de los familiares fallecidos o usarlas en joyería o amuletos, pero la instrucción ha confundido a las familias.
Por lo pronto, 85 por ciento de las personas que solicitan servicios funerarios piden la incineración de los cuerpos, dice el empresario funerario, Óscar Padilla, director general de agencia J. García López, quien señala que “en algunos países, como en Asia, las incineraciones son alrededor de 99 por ciento, y solamente 1 por ciento de las personas son las que se inhuman”.
Entonces es una tendencia que evidentemente va aumentado día con día. Y es que el aumento en el número de cremaciones también ha sido en función a las necesidades de distintos países y ciudades, así como las posibilidades económicas de la gente. “Debe entenderse a la incineración como un proceso que, de la propia naturaleza del mismo, es más económico que la inhumación de un cuerpo, y que los espacios que se comercializan evidentemente pueden ser más costosos”.
En ese sentido, dentro de la comercialización de nichos o criptas para depositar las cenizas de los difuntos, si se es estrictamente alineado conforme a lo que la Iglesia católica marcó este martes, pues la gente tampoco tendría la posibilidad de seguir la norma. “En teoría, los nichos tendrían que estar dentro de la iglesia o las iglesias tendrían que autorizar algún espacio destinado para tal efecto, pero sólo con su autorización, porque es lo que dicen.
Eso quiere decir que si nosotros saliéramos hoy a decir “vamos a construir nichos dentro de nuestras funerarias” en teoría no están aprobados, estaríamos cayendo dentro de las propias restricciones o prohibiciones que se mencionan la modificación de 1963”. Refiere que la venta de nichos es una necesidad que se dará, “una atención que se dará a los feligreses para estar con un nicho o tenerlo dentro de una iglesia. Hay muchos agentes involucrados, a partir de que los bienes de la Iglesia son bienes del Estado en estricta realidad.
Si nos vamos al marco jurídico, legal, estamos hablando de que hay un área específica de la Secretaría de Gobernación (Segob) que es la que procura estos bienes”, y al respecto señala que en los primeros 6 meses de 2016 han fallecido en la Ciudad de México 45 mil personas, de las cuales un “porcentaje medianamente importante se regresan a sus ciudades de origen”; y aproximadamente de las 32 mil personas que se atienden en la capital, 18 mil se incineran.
La Iglesia refiere que por razones legítimas se opta por la cremación de un cadáver, las cenizas de las persona deberán mantenerse en un lugar sagrado pues ayudará a evitar la posibilidad de olvido, la falta de respeto y malos tratos que pueden sobrevenir “sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas”. Como fuera, el martes la Iglesia católica llamó a no esparcir las cenizas de los familiares fallecidos o usarlas en joyería o amuletos, pero la instrucción ha confundido a las familias.
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