Ciudad de México.- Desde empleados de bares, seguridad privada y hasta empresas de valet parking son amagados narcomenudistas, de acuerdo con informes y carpetas de investigación de la Policía y la Procuraduría General del Justicia (PGJ) capitalinas.
Esto ocurre, al menos desde 2010, entre ejecuciones y cobros de derecho de piso, según expedientes como el CUH-5/U2-1S/D/2286/12-2016 y el CUH-2/UI-3C/D/1160/03-2017.
A pesar de que la PGJ mantiene el operativo “Fiesta sin drogas”, desde la segunda mitad del año pasado los homicidios arreciaron y cobraron la vida tanto de clientes como de propietarios de antros.
Por ejemplo, el 30 de diciembre de 2016 fue ultimado Ismael Contreras Garduño, dueño del bar Terraza. El 3 de marzo pasado, fue ejecutado un cliente del bar Frida y el 11 de febrero otro fue atacado a tiros en el Alba 33.
El modo de operar coincide en la mayoría de los crímenes: un par de pistoleros en motocicleta -que a veces usan silenciadores- irrumpen en los sitios sin ser revisados por guardias de seguridad.
Las agresiones en antros comenzaron en junio de 2015, fecha en la que fue asesinado Marco Antonio Utrilla, propietario del bar Life de Alfonso Reyes.
El 17 de enero de 2016 sufrió un atentado otro dueño, esta vez del bar Dussel, Maneli Ríos, y el 26 de noviembre de ese año, un joven que estaba en ese mismo centro nocturno fue baleado frente a decenas de clientes.
Acorde con informes de la SSP, Maneli Ríos era también administrador de la compañía The King Valet, mediante la cual presuntamente vendía drogas.
Luego de que intentaran ejecutarlo dos veces, desapareció y dejó como encargado del Dussel a Bryan El “Tiburón”, ejecutado el 24 de marzo en un restaurante de la Delegación Cuauhtémoc, según la indagatoria CUH-1/UI-3S/D/537/03-2017.
La violencia es adjudicada a la pugna entre las organizaciones dominantes: La Unión Tepito y La Unión Insurgentes, pero otros grupos menores han intentado oponerse a vender su droga en los establecimientos.
Esto pasó con la banda de Cristian Omar Larios “El Kikín”, quien aunque tenía una alianza con La Unión Tepito, no tenía permiso para abastecer de drogas a bares bajo el dominio de otras bandas.
Con base en el expediente CUH-3/UI-3S/D/127/03-2017, “El Kikín” era oriundo de la calle Peralvillo, en Tepito, donde poseía un estacionamiento. Desde la infancia fue vecino de Francisco Javier Hernández Gómez, “Pancho Cayagua”, líder de La Unión Tepito.
“El Kikín” encabezaba su propio grupo de dealers, además de que solía frecuentar antros de la Roma y la Condesa.
En sus redes sociales presumía una vida de fiestas y edecanes.
El 24 de marzo pasado, “El Kikín” estaba en el mismo restaurante que “El Tiburón”. A éste último lo asesinaron en el lugar, mientras que al primero lo secuestraron y horas más tarde lo dejaron sin vida y encobijado en el Barrio Bravo.
Los sicarios huyeron a la Colonia Guerrero, según videos del C2 Centro, y una cuarta organización criminal estaría detrás del crimen: la banda de Roberto Moyado Esparza “El Betito”, quien tiene ahí su centro de operaciones.
Esto ocurre, al menos desde 2010, entre ejecuciones y cobros de derecho de piso, según expedientes como el CUH-5/U2-1S/D/2286/12-2016 y el CUH-2/UI-3C/D/1160/03-2017.
A pesar de que la PGJ mantiene el operativo “Fiesta sin drogas”, desde la segunda mitad del año pasado los homicidios arreciaron y cobraron la vida tanto de clientes como de propietarios de antros.
Por ejemplo, el 30 de diciembre de 2016 fue ultimado Ismael Contreras Garduño, dueño del bar Terraza. El 3 de marzo pasado, fue ejecutado un cliente del bar Frida y el 11 de febrero otro fue atacado a tiros en el Alba 33.
El modo de operar coincide en la mayoría de los crímenes: un par de pistoleros en motocicleta -que a veces usan silenciadores- irrumpen en los sitios sin ser revisados por guardias de seguridad.
Las agresiones en antros comenzaron en junio de 2015, fecha en la que fue asesinado Marco Antonio Utrilla, propietario del bar Life de Alfonso Reyes.
El 17 de enero de 2016 sufrió un atentado otro dueño, esta vez del bar Dussel, Maneli Ríos, y el 26 de noviembre de ese año, un joven que estaba en ese mismo centro nocturno fue baleado frente a decenas de clientes.
Acorde con informes de la SSP, Maneli Ríos era también administrador de la compañía The King Valet, mediante la cual presuntamente vendía drogas.
Luego de que intentaran ejecutarlo dos veces, desapareció y dejó como encargado del Dussel a Bryan El “Tiburón”, ejecutado el 24 de marzo en un restaurante de la Delegación Cuauhtémoc, según la indagatoria CUH-1/UI-3S/D/537/03-2017.
La violencia es adjudicada a la pugna entre las organizaciones dominantes: La Unión Tepito y La Unión Insurgentes, pero otros grupos menores han intentado oponerse a vender su droga en los establecimientos.
Esto pasó con la banda de Cristian Omar Larios “El Kikín”, quien aunque tenía una alianza con La Unión Tepito, no tenía permiso para abastecer de drogas a bares bajo el dominio de otras bandas.
Con base en el expediente CUH-3/UI-3S/D/127/03-2017, “El Kikín” era oriundo de la calle Peralvillo, en Tepito, donde poseía un estacionamiento. Desde la infancia fue vecino de Francisco Javier Hernández Gómez, “Pancho Cayagua”, líder de La Unión Tepito.
“El Kikín” encabezaba su propio grupo de dealers, además de que solía frecuentar antros de la Roma y la Condesa.
En sus redes sociales presumía una vida de fiestas y edecanes.
El 24 de marzo pasado, “El Kikín” estaba en el mismo restaurante que “El Tiburón”. A éste último lo asesinaron en el lugar, mientras que al primero lo secuestraron y horas más tarde lo dejaron sin vida y encobijado en el Barrio Bravo.
Los sicarios huyeron a la Colonia Guerrero, según videos del C2 Centro, y una cuarta organización criminal estaría detrás del crimen: la banda de Roberto Moyado Esparza “El Betito”, quien tiene ahí su centro de operaciones.
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