sábado, 15 de abril de 2017

Pedro Infante, unido a nuestra existencia

Ciudad de México.- Así como en la ficción algunos de sus persona­jes acapararon las páginas de medios de comunicación, como cuando en Pepe el Toro se ve cómo Pepe aparece en la sección de Deportes y se anun­cia su regreso triunfal al mundo del box, Pedro Infante, el actor, el mú­sico, el cantante, el amante, el hom­bre, acaparó la primera plana del tiraje vespertino Últimas Noticias de Excélsior el 15 de abril de 1957, justo cuando se dio a conocer que el avión en el que viajaba se había des­plomado en Mérida, Yucatán, provo­cando su muerte y la de otras cuatro personas.
Fue hace 60 años cuando Pedro Infante — que este 2017 se conme­mora el centenario de su natalicio— se convirtió en el primer personaje del mundo del espectáculo que se llevó la primera plana de El Periódi­co de la Vida Nacional.
Con un encabezado que decía en mayúsculas “Pedro Infante pereció” el diario le informaba a sus lectores que el Ídolo de México había falle­cido luego de que el avión en el que viajaba, un antiguo carguero de la Segunda Guerra Mundial pilotado por Víctor M. Vidal, se había desplo­mado a las ocho de la mañana en las calles 54 y 85 de Mérida, Yucatán.
Esa edición vespertina presentó diferentes notas relacionadas con el actor, entre ellas la de María Lui­sa León, primera esposa de Infante, quien se resistía a creer la noticia, mientras que la actriz Irma Dorantes, con quien el actor se casó y procreó una hija, se encontraba devastada por la noticia. En la información se leía que Dorantes, entonces de 22 años, se estaba “muriendo” debido a que Pedro Infante había tomado ese avión para venir a verla a la Ciudad de México. ¿El motivo? Se encontra­ba devastada luego de que días an­tes, el 9 de abril, la Suprema Corte de Justicia de la Nación había ratificado como nulo su matrimonio con el ac­tor, luego de que María Luisa León pidiera que se invalidara la unión, ya que ante la ley ella seguía siendo la mujer oficial.
Asimismo, esa primera plana in­formaba acerca de los preparativos que se llevaban a cabo para trasladar el cuerpo calcinado del mazatleco a la Ciudad de México y en otra nota se contaba que la aviación, el cine y las mujeres habían sido las tres pa­siones del hombre que falleció a los 39 años.
Sin duda alguna, la muerte de Infante, quien destacó por su gran simpatía, sencillez y humildad, dejó en segundo plano hechos y acon­tecimientos de la época, que si bien eran de gran trascendencia, queda­ron opacados por dicho deceso, tal como sucedió con la nota de la crea­ción de la Comunidad Económica Europea tras la firma de los Tratados de Roma.
Siguiendo en esa línea y estan­do presente en todo lo que aconte­cía, el 16 de abril de 1957, Excélsior le dio una cobertura más amplia a todo lo relacionado con el deceso de Infante.
En el titular de esa edición se leía: “Pedro Infante pereció ayer al caer el avión que copilotaba”. Justo en la parte superior de la primera plana, por encima de la palabra “Excélsior”, se le comunicaba a los lectores que los restos del cantante llegarían a las 11 horas a la capital.
A esta información se sumaban otras en las que se daba a conocer que la madre del finado actor, Ma­ría del Refugio Cruz Aranda, había sufrido dos síncopes al enterarse de la noticia, así como el hecho de que en la calle de Bucareli —donde se ubicaba El Periódico de la Vida Nacional— la gente se arremolina­ba frente a las paredes de ese y otros inmuebles públicos para leer los pe­riódicos que daban más detalles de la muerte del actor.
Las crónicas publicadas ese día por los reporteros de Excélsior dejaban en claro que en la ciudad se percibía un ambiente sombrío, triste y abatido.
“La ciudad estaba llena de un tema. De todos lados surgía su nom­bre. Había algo así como una at­mósfera de abatimiento. Podía apreciarse, sobre todo, en los barrios humildes. Donde quiera que se diri­giera la mirada se veía a una persona con el ejemplar de Últimas Noticias en la mano. Fueron muchas las veces en que pudo observarse a un lector que se enteraba de los últimos acon­tecimientos, mirando un periódico ajeno por sobre los hombros de su dueño”, se leía en la edición del 16 de abril de 1957.
Las ediciones subsecuentes de Excélsior venían acompañadas de infinidad de fotos que daban fe de lo que la ciudadanía realizaba para honrar a Infante, aquel hombre que le habló a la clase trabajadora a tra­vés de personajes como el carpinte­ro Pepe el Toro o el oficinista Pedro González que conocimos en Un rin­cón cerca del cielo.
Hay invaluables fotografías en el Monumento a la Revolución, don­de, según datos de Excélsior, 20 mil personas se reunieron para rendir­le homenaje y cantar sus cancio­nes. Otras instantáneas mostraban las caras desconsoladas de cientos de mujeres, tanto en el aeropuerto, como en el velorio o el panteón, que le lloraban al intérprete que las ha­bía conquistado con canciones como Amorcito corazón o Mi cariñito.
De igual manera, Excélsior estu­vo presente en el velorio del artista, que se llevó a cabo en el Teatro Jor­ge Negrete, así como en el Panteón Jardín, donde depositaron su cuer­po. Decenas de imágenes llenaron las páginas del diario, el cual siem­pre estuvo en el lugar de los hechos y llevó la mejor información rela­cionada con el deceso del Ídolo de México. También hay imágenes que constatan la presencia de Excélsior junto a los Motociclistas de Tránsi­to, así como de distintos intérpretes de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), como Mario Moreno Cantin­flas, José Elías Moreno, Carlos López, Andrés y Fernando Soler.
A 60 años del hecho, El Periódico de la Vida Nacional sigue recordan­do a Pedro Infante Cruz, ese hombre que comenzó a trabajar como actor en 1939 y que en 18 años de carre­ra fue parte de 62 producciones ci­nematográficas; a ese hombre que se convirtió en íntimo amigo de An­tonio Matouk, con quien se asoció para producir sus últimas pelícu­las, o a ese hombre que trabajó de la mano con Ismael Rodríguez, con quien realizó 18 largometrajes, entre ellos Nosotros los pobres, Ustedes los ricos, ¡A.T.M!.. (¡A toda máquina!..), Pepe El Toro o Tizoc, cinta con la que ganó, luego de su muerte, el Oso de Plata del Festival de Cine de Berlín.

Excelsior

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