Ciudad de México.- Lo que convenció a la niña de 10 años de correr y salvar su vida fue el nunca antes escuchado tono de mando en la voz de su padre. Guadalupe Vázquez Luna salió del escondite para correr cuesta abajo y unirse a la estampida de personas huyendo de un inminente ataque armado en la comunidad de Acteal, en Los Altos de Chiapas.
Su familia se había escondido en el nacimiento de un arroyo junto con más personas que su padre, Alonso Vázquez Gómez, catequista de la organización Las Abejas, había reunido ahí “porque si hay un enfrentamiento, las balas tienen que pasar por encima”, decía.
“Estábamos mis papás, mis tías, mi abuela y mis hermanos”, cuenta Guadalupe desde la ermita de la comunidad de Acteal. Aquel 22 de diciembre de 1997 se celebraba la tercer jornada de oración y ayuno de Las Abejas. Ese día las balas no iban a pasar por encima. El primer disparo lo hizo “un hombre con gorra militar” y le pegó a la mamá de Guadalupe, María Luna Méndez.
“Mi papá jamás nos alzaba la voz, jamás nos gritaba y en ese momento me dijo ¡vete de aquí! Me señaló el camino y como vio que no me movía, me gritó con una voz de mando. Esa voz de mi papá fue la que me hizo salir de aquí”.
Y mientras la niña corría por el camino que le señalaron montaña abajo entre matas de café, comenzaba la Masacre de Acteal perpetrada por paramilitares adheridos al Partido Revolucionario Institucional (PRI) que asesinaron a sangre fría a 18 menores de edad y 27 adultos, quienes eran parte de la organización católica y pacifista Las Abejas. Desde su creación, la organización ha simpatizado con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y se ha negado a colaborar con el paramilitarismo.
Este es el relato que hace Guadalupe 20 años después. Ella ahora es concejala representante del pueblo Tsotsil en la campaña de María de Jesús Patricio, aspirante a la presidencia de México del Consejo Nacional Indígena (CNI). “Lupita”, como se le conoce en los Altos de Chiapas narra cómo llegó a este punto de su vida, partiendo desde aquel día.
Hoy 82 de los acusados por la matanza están libres (los últimos siete salieron en 2012 por orden de la Suprema Corte de Justicia de la Nación) y cinco siguen presos. En la actualidad -igual que en esas fechas en que la niña Lupita salvó su vida- la región de Los Altos de Chiapas está pasando por un conflicto armado: la disputa territorial entre los municipios de Chenalhó y Chalchihuitán que ha causado 10 muertes y más de 5000 personas desplazadas que viven en el fango, sin alimentación adecuada y con temperaturas cercanas a los 0 grados centígrados.
La forma en que ocurrió la matanza de Acteal ha sido contada a detalle a lo largo de dos décadas. La “memoria” que hacen las personas sobrevivientes tiene coincidencias con el Plan de Campaña Chiapas 94, una estrategia del Ejército contra la insurgencia del EZLN. La forma en la que se desarrollan actualmente los acontecimientos violentos en Chiapas coincide también con las directrices de ese Plan, según testimonios.
AP
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