Ayer, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes, que pronto se transformará en el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, puso en subasta en el Centro Cultural Los Pinos 27 inmuebles que fueron propiedad del narcotráfico.
Ciudad de México.- La oferta parecía inmejorable: un motel de 12 habitaciones, con superficie de 562 metros cuadrados, por un millón 942 mil pesos. Y la subastadora trató de alentar a los posibles compradores: ¡Oportunidad de negociazo!
Pero nadie en la explanada del Centro Cultural Los Pinos, donde se realizó la subasta de inmuebles en abandono o decomisados a la delincuencia organizada, se atrevió a levantar la paleta y pugnar por el motel Don Ángel, en Santa Ana, Sonora, incautado al cártel de Sinaloa.
Un millón 942 mil pesos a la una... a las dos, cantó la subastadora. Ninguna mano se alzó. ¡Desierto!, exclamó y golpeó el martillo contra el atril.
Ayer, el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) –pronto a convertirse en el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado– ofreció 27 inmuebles que fueron propiedad de jefes de cárteles.
La subasta fue declarada única en la historia del SAE, porque las ofertas no fueron en sobre cerrado, sino presencial y a mano alzada por los posibles compradores.
Sólo se vendió un tercio de los departamentos, residencias de lujo, ranchos, por lo que se recaudaron 56.6 millones de pesos, cuando la expectativa era de 167 millones.
Sin embargo, el director del SAE, Ricardo Rodríguez, dijo que no hay relación entre las operaciones no cerradas y el hecho de que se trataba de bienes de la delincuencia organizada.
Para la subasta, 66 personas –10 de ellas por teléfono– compraron las bases. La mayoría de los que llenaron la explanada eran, sin embargo, medios de comunicación y paseantes atraídos por el morbo. ¡A comprar mucho!, arrancó la presentadora a mediodía.
Y aún así, no se ofrecieron posturas por terrenos y propiedades en Culiacán, Chamapa, Cancún, Los Cabos, Cuernavaca o Querétaro. La primera puja fuerte fue por una casa en Manzanillo, Colima, que se vendió en 2 millones 640 mil pesos.
Conforme transcurría la presentación de ofertas, se acumulaba el desinterés. Así, pasó la oferta de un rancho a pie de playa en Los Cabos y con alberca, decomisado al cártel de los Beltrán Leyva.
Uno de los dos presentadores describió: Lugar espectacular, es uno de los paraísos mexicanos. Rancho con vista al mar, con todo y tortuga (de mosaicos) en la alberca. Sólo que el rancho, por el que se pedían 15 millones, en el nombre lleva la carga: El Leonero.
Eso sí, enseguida, y tras una fuerte pugna telefónica, se vendió la propiedad más cara: una casa con acabados de lujo en el exclusivo fraccionamiento San Carlos, en Metepec, en 22.1 millones.
Tampoco salió una residencia en el exclusivo Condado de Sayavedra –donde la desaparecida Procuraduría General de la República decomisó un arsenal–, ubicado en el municipio mexiquense de Atizapán, y eso que la subastadora pintó el escenario familiar ideal: Los niños pueden salir a jugar al jardín...
Lugar de enfrentamiento
La expectación se centraba en dos propiedades: la primera, el lote 24, un departamento de lujo en Lomas de la Selva, en Cuernavaca, donde el 16 de diciembre de 2009 la Marina realizó un operativo que terminó con la muerte de Arturo Beltrán Leyva.
Las imágenes que se difundieron eran las más presentables: la fachada del edificio, la puerta del departamento y una recámara, es decir, no donde todavía se aprecian los orificios de bala del enfrentamiento.
¿Alguien interesado?, preguntó la subastadora. Ante la falta de ofertas, insistió: Es Lomas de la Selva, a la una...
La otra propiedad, el lote 26 con un precio inicial de 32 millones, correspondía al rancho Los Tres García, que perteneció a Carlos Arturo Montemayor, suegro de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie. ¿Algún interesado? Es la oportunidad. A la una, a las dos... Finalmente se declaró desierto.
En la recta final se ofreció en 5.3 millones el bar Likuids, escenario en 2011 de una balacera con dos muertos en la carretera a El Tule, Oaxaca. Ninguna mano se alzó y, jocoso, el presentador insistió: ¡Es el Likuids! Su compañera agregó: Ya no voy a decir que es un negociazo.
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