lunes, 5 de agosto de 2019

Periodismo, morir en el golfo

Para ser periodista en México se requiere vocación de suicida.

Por Ángel Álvaro Peña
Otra vez un periodista muerto. Otra vez en Veracruz. A Jorge Ruiz Vázquez, reportero del periódico El Gráfico de Xalapa, lo mataron en La Bocanita, municipio de Actopan, en la zona centro del estado de Veracruz.
Es precisamente en Veracruz donde el mayor número de periodistas ha muerto. En esta administración que acaba de cumplir ocho meses, no había habido una sola declaración sobre los casos de los periodistas asesinados. Ahora el gobernador, con una respuesta que no es propia de un servidor público, señaló que no se le puede poner un policía a cada periodista. El desprecio de esta administración estatal hacia el oficio de la información no tiene precedente y ha excedido todo tipo de expectativas.
La Secretaría de Seguridad Pública de la entidad, recibió un reporte, en el lugar identificaron a Jorge Celestino Ruiz Vázquez, de inmediato se supo que se trataba del periodista.
La dependencia aseguró, casi al momento de saber que se trataba de Jorge Ruiz Vázquez, que brindó vigilancia tanto al periodista como a sus familiares desde el 24 de octubre de 2018, y el 24 de abril de 2019 se renovó la vigilancia por 6 meses más debido a un oficio emitido por el Fiscal especializado.
Esto hace inexplicable el asesinato. Porque desde la perspectiva del Mecanismo, que preside Aarón Mastache Mondragón, eso es un hecho inusitado, cuando en realidad ese organismo, dependiente de la Secretaría de Gobernación, poco ha hecho por evitar los asesinatos de los comunicadores.
El Mecanismo debe ser un agente preventivo; sin embargo, sólo actúa como consuelo a las familias de los periodistas asesinados, dándole el pésame. Esta es la única actividad real que desarrolla el Mecanismo de Protección a Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.
Porque todo indica que el problema surge en que debajo de Mastache, es decir, en el área operativa, están los mismos del sexenio anterior. Esto puede interpretarse de muchas maneras y resulta que puede ubicarse en ese punto el sabotaje al Mecanismo, donde ha colocado mucho de su trabajo el subsecretario Alejandro Encinas, y, por lo tanto, debería ser una verdadera esperanza para el gremio.
El Mecanismo que protege a los periodistas se ha vuelto cada vez más lento e insensible. Incluso se sabe que algunos comunicadores se han amparado ante el retiro de la protección y, a pesar de eso, no han reintegrado el servicio a periodistas que son amenazados. Esto debe investigarse para que no haya una sola muerte más de un compañero.
Ruiz Vázquez ya había recibido amenazas contra su seguridad por su trabajo como reportero. El año pasado, su vehículo fue baleado mientras se encontraba en su domicilio.
El gobernador del estado de Veracruz, Cuitláhuac García, condenó el asesinato del periodista e informó: “Daremos con los responsables; su asesinato no quedará impune”.
Sin embargo, se trata de un anuncio fuera de tiempo, de una participación tardía, de una promesa ya incumplida desde antes de que este fin de semana lo expresara públicamente.
Uno de los problemas que impiden las investigaciones en el Estado de Veracruz es el pleito personal que protagonizan el fiscal Jorge Winckler y el gobernador Cuitláhuac García, quienes se desmienten en todo momento e impiden que la justicia termine con la violencia que impera en la entidad.
Para el gobernador el simple hecho de escuchar el nombre de Jorge Winckler le angustia, a pesar de que el suyo es un cargo de elección popular y el del fiscal un dedazo de los legisladores.
Hay quienes aseguran que el pleito fue orquestado por el líder del Congreso local, y ahora no sabe el problema en el que metió al gobernador. Como si se tratara de una pelea de gallos, pero con muertos de por medio y esto es imperdonable.
La administración del gobierno del estado ha roto no sólo la congruencia entre la promesa y la acción, sino que acabó con la esperanza de miles de veracruzanos que creyeron en un cambio que pareciera que con estos personajes nunca llegará.
Lo único cierto es que ya no puede haber un periodista más asesinado. Su muerte no sólo es responsabilidad de quienes disparan sino de quienes ordenan el asesinato y de quienes permiten que estos delitos queden impunes. PEGA Y CORRE. – La locura agresiva del presidente de Estados Unidos llegó a los hechos y su política tiene en siete mexicanos a víctimas de ese derroche de agresividad al morir en una balacera que bien pudo evitarse si se restringiera el acceso a las armas en ese país. Las autoridades mexicanas cuentan ya con los datos de los mexicanos que fueron asesinados el sábado durante un tiroteo en El Paso, Texas… Esta columna se publica los lunes, miércoles y viernes.

Noreste

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