miércoles, 13 de noviembre de 2013

Productores hacen “dinero grande” con indígenas mexicanos: LA Times

México, D.F.- En condiciones prácticamente de esclavitud, un ejército de trabajadores del campo de los estados más pobres de México –Oaxaca, Guerrero y Chiapas– arrojan millones de dólares de ganancias para los productores agrícolas de Sinaloa “por salarios miserables”.
En un reportaje fechado en Villa Juárez, Sinaloa, Los Angeles Times denuncia las condiciones en que los trabajadores agrícolas trabajan en la siembra y recolección del tomate, en todas sus variedades.
“Trabajadores agrícolas de tomate de México laboran en ‘círculo de la pobreza’”, titula el diario la investigación del periodista Tracy Wilkinson, quien expone que una pequeña lista de propietarios amasa millones de dólares, “dinero grande”, mientras que la siembra, el deshierbe, la poda y la cosecha de hortalizas recae en los mexicanos que provienen de las entidades más pobres, y que no tienen oportunidades de educación o de otras formas de empleo legal.
El año pasado, destaca el reportaje, Sinaloa exportó 950 mil toneladas de hortalizas, principalmente tomates, y sobre todo a California y otras partes de Estados Unidos, por un valor de casi mil millones de dólares. La mitad de los tomates que se consumen en Estados Unidos son de Sinaloa y, es más, hasta las placas en el estado tienen como identidad al tomate.
Sin embargo, plantea el LA Times, los trabajadores son reclutados o “enganchados” por representantes de las empresas agrícolas desde sus lugares de origen con falsas promesas, con condiciones que varían de un productor a otro, pero que en la mayoría los críticos afirman que “equivale a servidumbre por contrato”.
Felipa Reyes , de 40 años, originaria del “violento estado de Veracruz”, quien ha trabajado en los campos de Sinaloa los últimos siete años, dijo al periódico angelino que sus supervisores suelen decir: “Usted tiene que hacer el trabajo o no gana nada”. “¿Quejarse?”, pregunta, y ella misma responde que no, no se puede. Si se hace “se termina sin nada”.
Carmen Hernández Ramos, describe el periodista Wilkinson, tiene 52 años y parece de 80. Ella ha estado laborando en la siembra del tomate desde hace 15 años, “pero sigue ganando el mismo salario diario: 10 pesos”. Originaria de un pequeño pueblo de Oaxaca, esta madre de seis hijos trabaja nueve horas diarias: “Si trabajamos, tenemos seguridad… Si no lo hacemos , no tenemos nada”, dice.
Ambas mujeres viven en chozas de adobe con techo de hojalata, que figuran detrás de vallas de tela metálica. No tienen electricidad, no hay agua corriente, y algunos pisos son de baldosas y otros son de tierra. Las 50 o más familias que viven en ese lugar de Villa Juárez comparten baños al aire libre y duchas, describe el periodista.
Los jornaleros, añade, son en su mayoría de comunidades indígenas y rurales, y la mayoría habla poco español .
Gobernantes.com

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