jueves, 25 de octubre de 2018

Columna de opinión

Se dice que...

Los mexiquenses no tienen de qué preocuparse, sea Texcoco o Zumpango-Tecámac, el nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México quedará en el Estado de México. Pase lo que pase con la consulta y sea cual fuere la decisión del próximo gobierno, nos debe tener sin cuidado. Aquí, ya ganamos.
Para los habitantes comunes del Estado de México no hay diferencia entre el aeropuerto en Texcoco o en Zumpango. Tomando a Toluca como de punto de partida la distancia y el tiempo de traslado es prácticamente el mismo: 126 kilómetros, dos horas promedio. La ruta será la misma, el Circuito Exterior Mexiquense; así que no hay razones para afligirse ni para aflojarse. Los usuarios no tendrán problema, sea una u otra opción.
Dicho sea de paso, el objetivo de la consulta, sin importar su resultado, ya se logró: colocar en la conversación popular el tema de la construcción del aeropuerto, involucrar a todos, hasta a aquellos que nunca han volado ni nunca volarán, pero que tienen una opinión. Antes era sólo un asunto exclusivo de las élites, ahora es de todos. Andrés Manuel lo ha demostrado siempre: es un genio de la comunicación. El país donde el poder dialogó con su pueblo, las decisiones son mucho mejor que la democracia simulada que impone su voluntad. Aquellos furibundos anti AMLO no se dan cuenta que, a final de cuentas, lo que está haciendo el futuro presidente es legitimar una decisión. ¡Vaya ceguera!
La prudencia con la que se ha conducido Alfredo del Mazo frente al aeropuerto ha sido muy inteligente. Esperar, aguantar, es lo mas recomendable, sobre todo para un gobernador abrumado de problemas. Hasta que las cosas estén mas claras, ya con la decisión tomada y firme, podrá salir a empujar con todo, hacerlo antes era suicida.
Es muy irresponsable que desde la Legislatura local haya afanes en ciertos sectores de la izquierda morenista de patrocinar prematuras intentonas para hacerse del control de la Universidad Autónoma del Estado de México. Lo mismo amenazan con enderezar auditorías que reducir el presupuesto con la falsa bandera de perseguir la corrupción y el desorden administrativo, del que por cierto no han presentado una sola prueba sólida, porque si la tuvieran sobrarían las advertencias, tendrían que castigarlas ya. Es obvio que el interés no es el de sancionar fallas contables o administrativas, menos de carácter académico, es puramente político. Parece que con la llegada al poder se han abierto los apetitos algunos, y ahora quieren todo, hasta a la UAEM. Qué pena.                 

Alfa Diario

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