Ciudad de México.- Los pobres, los indígenas, los que trabajan de sol a sol por un mísero salario, los que cruzan la frontera jugándose la vida, la gente de la que no se acuerda nadie y un largo etcétera tiene a partir de ahora un nombre que invocar en México. El de Alberto Patishtán.
En un país donde los más desfavorecidos están acostumbrados a perder, Patishtán se puede considerar finalmente un ganador. El maestro totzil, encarcelado injustamente durante 13 años, consiguió que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, un personaje casi inalcanzable para alguien de su estrato social, le conceda un indulto especial que marca un antes y un después en la historia judicial del País.
Acaba de nacer la Ley Patishtán en una nación donde existen incontables casos como el suyo. Convertido en un icono de la desigualdad judicial con la que se trata a los pobres, el profesor llevaba años exigiendo un trato digno. Fue condenado a 60 años de cárcel por el asesinato de siete policías en el corazón de la zona del levantamiento zapatista, en una región boscosa de Chiapas. El proceso judicial estuvo plagado de irregularidades. Su tenacidad y el apoyo de multitud de organizaciones sociales que han tomado como propia su lucha influyeron en la decisión del presidente Peña Nieto de reformar el Código Penal y buscarle una salida a su desgraciada historia.
En estos años de prisión, donde ha enseñado a leer y a escribir en el Cereso 5 de San Cristóbal a multitud de presos analfabetos que no podían entender sus sentencias, se ha convertido en un espejo en el que mirarse para los parias. El subcomandante Marcos, el ideólogo y líder del Ejército zapatista, un movimiento con el que Patisthán simpatizaba, y los obispos de la zona se volcaron en su defensa.
Pero ¿cuántos habrá como Patishtán sentados en el catre de una cárcel por no haber gozado de un juicio justo, sin que nadie se acuerde de ellos?
Muchos. El propio Alberto se ha preocupado por los problemas de los demás. El día que le notificaron en la celda que pasaría el resto de su vida allí, no lloró. En cambio tuvo que secar las lágrimas de los internos que le rodeaban en el patio, agarrados a sus palabras como un salvavidas.
‘Aún existe el olvido’
Patishtán aseguró que el luchar por su pueblo fue lo que lo llevó a la cárcel y sostuvo que en la actualidad aún los pobres sufren marginación y olvido; reiteró que con su encarcelación quisieron acabar su lucha pero sólo “lograron resplandecer” su objetivo.
De 2000 a 2011 el maestro totzil mantuvo su lucha por la justicia; en todos los penales tanto en Cerro Hueco, El Amate, el número 5, fue maestro, alfabetizó y enseñó español a indígenas monolingües. Mientras estuvo en el Cereso 14 fue nombrado ministro de la Eucaristía por la Diócesis de Tuxtla.
Ahora Patisthán se encuentra en mitad de un tratamiento por un tumor cerebral que desarrolló durante sus años en la cárcel.
Su hijo es moreno y tiene el pelo corto. Se llama Héctor. Cuando su padre fue detenido apenas era un niño. Aunque cuando habla utiliza muletillas propias de la lucha social alternativa, el ambiente en el que ha crecido, hay palabras muy claras que le salen directamente del corazón: “¿Que si me importa que mi padre reciba un indulto en vez de ser declarado inocente? Había que derribar el muro de la cárcel, de esta forma o con una excavadora”. También estas: “Mi padre vivirá en el DF o en Chiapas, dependiendo de donde tenga que recibir el tratamiento. Pero no importa, hay injusticias de sobra que combatir en todos lados”. Los olvidados ya tienen quien les seque las lágrimas.
Celebra ONU
- La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos (ONU-DH), saludó la liberación de Alberto Patishtán Gómez.
- El representante en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Javier Hernández, destacó que tienen altas expectativas de que otras personas sentenciadas, cuyos derechos humanos han sido violados, logren acceder al mismo beneficio.
En un país donde los más desfavorecidos están acostumbrados a perder, Patishtán se puede considerar finalmente un ganador. El maestro totzil, encarcelado injustamente durante 13 años, consiguió que el presidente de México, Enrique Peña Nieto, un personaje casi inalcanzable para alguien de su estrato social, le conceda un indulto especial que marca un antes y un después en la historia judicial del País.
Acaba de nacer la Ley Patishtán en una nación donde existen incontables casos como el suyo. Convertido en un icono de la desigualdad judicial con la que se trata a los pobres, el profesor llevaba años exigiendo un trato digno. Fue condenado a 60 años de cárcel por el asesinato de siete policías en el corazón de la zona del levantamiento zapatista, en una región boscosa de Chiapas. El proceso judicial estuvo plagado de irregularidades. Su tenacidad y el apoyo de multitud de organizaciones sociales que han tomado como propia su lucha influyeron en la decisión del presidente Peña Nieto de reformar el Código Penal y buscarle una salida a su desgraciada historia.
En estos años de prisión, donde ha enseñado a leer y a escribir en el Cereso 5 de San Cristóbal a multitud de presos analfabetos que no podían entender sus sentencias, se ha convertido en un espejo en el que mirarse para los parias. El subcomandante Marcos, el ideólogo y líder del Ejército zapatista, un movimiento con el que Patisthán simpatizaba, y los obispos de la zona se volcaron en su defensa.
Pero ¿cuántos habrá como Patishtán sentados en el catre de una cárcel por no haber gozado de un juicio justo, sin que nadie se acuerde de ellos?
Muchos. El propio Alberto se ha preocupado por los problemas de los demás. El día que le notificaron en la celda que pasaría el resto de su vida allí, no lloró. En cambio tuvo que secar las lágrimas de los internos que le rodeaban en el patio, agarrados a sus palabras como un salvavidas.
‘Aún existe el olvido’
Patishtán aseguró que el luchar por su pueblo fue lo que lo llevó a la cárcel y sostuvo que en la actualidad aún los pobres sufren marginación y olvido; reiteró que con su encarcelación quisieron acabar su lucha pero sólo “lograron resplandecer” su objetivo.
De 2000 a 2011 el maestro totzil mantuvo su lucha por la justicia; en todos los penales tanto en Cerro Hueco, El Amate, el número 5, fue maestro, alfabetizó y enseñó español a indígenas monolingües. Mientras estuvo en el Cereso 14 fue nombrado ministro de la Eucaristía por la Diócesis de Tuxtla.
Ahora Patisthán se encuentra en mitad de un tratamiento por un tumor cerebral que desarrolló durante sus años en la cárcel.
Su hijo es moreno y tiene el pelo corto. Se llama Héctor. Cuando su padre fue detenido apenas era un niño. Aunque cuando habla utiliza muletillas propias de la lucha social alternativa, el ambiente en el que ha crecido, hay palabras muy claras que le salen directamente del corazón: “¿Que si me importa que mi padre reciba un indulto en vez de ser declarado inocente? Había que derribar el muro de la cárcel, de esta forma o con una excavadora”. También estas: “Mi padre vivirá en el DF o en Chiapas, dependiendo de donde tenga que recibir el tratamiento. Pero no importa, hay injusticias de sobra que combatir en todos lados”. Los olvidados ya tienen quien les seque las lágrimas.
Celebra ONU
- La Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para Derechos Humanos (ONU-DH), saludó la liberación de Alberto Patishtán Gómez.
- El representante en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Javier Hernández, destacó que tienen altas expectativas de que otras personas sentenciadas, cuyos derechos humanos han sido violados, logren acceder al mismo beneficio.
Solución Política
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