miércoles, 26 de febrero de 2014

Surgen pandillas en primarias para cometer bullying

Ciudad de México.- El acoso escolar (bullying) en México ha llegado a tal nivel que incluso los niños de primaria han creado grupos para agredir físicamente a sus pares, llegan a cobrar derecho de piso, amenazan para que otros roben por ellos, generan chismes para humillar a sus compañeros y hasta realizan registros de los hurtos.
Así lo revela una investigación de Brenda Mendoza González, académica de la Universidad Autónoma de Estado de México (UAEM), quien lleva más de 15 años trabajando en el tema y es una de las investigadoras mexicanas más reconocidas en la materia.
La científica social participó en el simposio Acoso escolar: discusión o diagnóstico, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, (UNAM), donde presentó algunos resultados de sus trabajos, realizados con alumnos de segundo año de primaria, entre los cuales destacan entrevistas con 130 niños y niñas acosadores de diferentes primarias.
Sobre el perfil de estos menores, señaló que 77 por ciento confesaron que agreden a otros porque son diferentes, 60 por ciento porque disfrutan ver su sufrimiento y 66 por ciento para demostrar su poder y fuerza sobre los demás.
Las investigaciones de Mendoza González han arrojado que los agresores tienen más habilidades sociales que las víctimas, quienes están solos, y si llegan a tener un amigo (a) también es objeto de violencia. Además, los primeros son racistas, sexistas, clasistas y rechazan al diferente. "No es azar lo que sucede en las escuelas, sino reflejo de la sociedad".
Cuatro subdivisiones de maltrato
Los tipos de acoso en las escuelas mexicanas se subdividen en las siguientes categorías: exclusión, que se da a partir de rumores maliciosos y chismes, causando rechazo generalizado; maltrato emocional, con burlas e insultos por ser diferente, por la forma de hablar, el aspecto físico o el color de piel; físico, con golpes y violencia –en algunos casos los agresores tienen "guaruras" para golpear a otros y cobran derecho de piso–, y antisocial, donde el hurto es algo cotidiano. Amenazan (con o sin armas) para que otros roben por ellos; en otros casos tocan genitales, cortan o marcan el rostro a la víctima "porque es más bonita" e incluso tienen relación con pandillas del exterior de la escuela.
La literatura internacional sobre el tema –apuntó la especialista– revela que las mujeres se inclinan más por agredir a través de chismes, mientras los hombres lo hacen directamente. Sin embargo, subrayó, en México no hay diferencia entre niños y niñas; en las escuelas del país las estudiantes también golpean, usan diversos objetos como armas, son líderes de grupo e incurren en distintos actos para lastimar a sus pares.
La investigadora aclaró que si bien la mayoría de los menores no se involucran en estas acciones, se debe trabajar para contrarrestar la problemática. En sus trabajos, dijo, ha logrado detectar a los actores en el proceso de acoso escolar: víctima, acosador (a), seguidor secuaz (que puede continuar con el maltrato o ser el que agrede por mandato del líder), seguidor pasivo (echa aguas), el profesor (los jóvenes llegan a arrebatarle el liderazgo, puede ser víctima o tener un comportamiento agresivo hacia los estudiantes) y la víctima-acosador (es lastimado pero a la vez busca a otros más vulnerables para agredirlos). Estos últimos, detalló Mendoza González, son quienes están en mayor riesgo de convertirse en delincuentes.

La Jornada

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