POBRE FUTURO PARA UNIVERSITARIOS
La creciente pobreza y la concentración de la riqueza en un reducido sector de la población, condena a los profesionistas al desempleo, al trabajo informal y a una vejez incierta, con la nula posibilidad de obtener una pensión. Peor aún para los jóvenes recién egresados de alguna carrera universitaria en el país a quienes espera el desempleo y los bajos salarios.
Con una tasa de crecimiento económico que en los últimos 20 años ronda en el dos por ciento, los niveles de empleo no satisfacen la demanda de productos y de trabajo que se forma anualmente.
A esta realidad se suma la capacidad adquisitiva del salario que de acuerdo con economistas, ha perdido el 74 por ciento de su poder adquisitivo en los últimos 20 años. Los niveles de salario para aquellos que llegan a encontrar trabajo son, por demás, bajos, pues el salario mínimo es de medio dólar por hora, y la propia Secretaría del Trabajo reconoce que hay nueve millones de mexicanos que viven con menos de dos y medio salarios mínimos.
Es necesario que la economía crezca, pero con una nueva forma de llevar a cabo la distribución de la riqueza; una reingeniería que contemple el aumento del salario de los trabajadores, la creación de más empleos, una reforma fiscal que obligue a pagar o invertir más a los que tienen mayores ingresos y, finalmente, una planeación del gasto público en función de una política nacionalista que resuelva los problemas esenciales del pueblo.
La creciente pobreza y la concentración de la riqueza en un reducido sector de la población, condena a los profesionistas al desempleo, al trabajo informal y a una vejez incierta, con la nula posibilidad de obtener una pensión. Peor aún para los jóvenes recién egresados de alguna carrera universitaria en el país a quienes espera el desempleo y los bajos salarios.
Con una tasa de crecimiento económico que en los últimos 20 años ronda en el dos por ciento, los niveles de empleo no satisfacen la demanda de productos y de trabajo que se forma anualmente.
A esta realidad se suma la capacidad adquisitiva del salario que de acuerdo con economistas, ha perdido el 74 por ciento de su poder adquisitivo en los últimos 20 años. Los niveles de salario para aquellos que llegan a encontrar trabajo son, por demás, bajos, pues el salario mínimo es de medio dólar por hora, y la propia Secretaría del Trabajo reconoce que hay nueve millones de mexicanos que viven con menos de dos y medio salarios mínimos.
Es necesario que la economía crezca, pero con una nueva forma de llevar a cabo la distribución de la riqueza; una reingeniería que contemple el aumento del salario de los trabajadores, la creación de más empleos, una reforma fiscal que obligue a pagar o invertir más a los que tienen mayores ingresos y, finalmente, una planeación del gasto público en función de una política nacionalista que resuelva los problemas esenciales del pueblo.
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