Por Salvador González Briceño*
PEÑA, ¿REDEFINIRÁ EL RUMBO?
“Si le va bien al Presidente le va bien a México”, adagio válido todavía al menos en tanto persista el presidencialismo. Al Presidente Enrique Peña Nieto, sin embargo, no le va tan bien a dos años de gobierno. Ni en economía o política, ni en seguridad, la principal demanda social (ver: http://www.elpuntocritico.com/reporte-global-salvador-gonzalez-briceno.html).
De este modo, le pegan más los errores que los logros. De ahí la pésima aceptación, como la de Ernesto Zedillo en los años reacios de 1995/1996, tras la crisis económica que le estalló en las manos heredada por el antecesor, Carlos Salinas de Gortari; una polémica que no termina entre los dos.
¿Avances? Por el Pacto por México, concierto entre gobierno y partidos políticos en el Congreso de la Unión, Peña consiguió sacar las 11 “reformas estructurales” propuestas, todas de corte neoliberal. La “energética” —la madre de todas, el último vestigio del “nacionalismo” mexicano—, promesa de Salinas, que —entre todas— le han dado al traste a este país en materia económica durante un cuarto de siglo: concentración de riqueza y pobreza; falta de crecimiento, caída de salarios, altas tasas de desempleo, como saldo, de la mano de acuerdos como el TLCAN con EU y Canadá.
Dicho logro legislativo, de cambios constitucionales, más pronto que tarde comenzó a mostrar su falta de resultados como ha sido, vgr., la meta de crecimiento económico para los primeros dos años (1.4% y entre 2.1 y 2.6 del PIB, en 2013 y 2014, respectivamente), de los 3.5 y 4.2% como meta. Una reforma fiscal que si bien aumentó los recursos del gobierno, le pegó fuerte al ingreso de los hogares, que representa entre el 60 y el 70% del consumo. (Fuente de datos: Proceso, 1987).
Sin gasto público, para infraestructura, créditos de la banca o inversión privada. Esto último, contra la pretendida meta de la reforma financiera de otorgar préstamos a empresas y personas a bajo costo para promover el consumo y la actividad productiva. En telecomunicaciones, las inversiones no llegan. En fin, las reformas neoliberales, la gran apuesta, no dan color en materia económica.
La inseguridad, sigue siendo el principal problema. En Michoacán, por ejemplo, quedó en entredicho el presunto control del flagelo; si bien se detuvo a los principales capos (La Tuta “desapareció”), algunos miembros de la policía comunitaria quedó señalada como encubridora, ex Caballeros Templarios conversos.
Sobre Ayotzinapa en Iguala, tras la desaparición de los 43 estudiantes, un asunto que ha puesto en la picota a Peña, exigiendo su renuncia; las marchas encabezadas por padres, alumnos y la sociedad en México y el mundo. Amasijo de complicaciones/complicidades. Múltiples actores y circunstancias, muchas sin control.
Junto a los añejos problemas de corrupción e impunidad, el crimen organizado en Guerrero, como en otros estados del país, entre ellos, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, en referencia a “Tierra Caliente”. La infiltración del narcotráfico en varios municipios, el “gobierno cercano a la gente” como el que encabezó José Luis Abarca en Iguala y en Cocula, César Peñaloza y 22 policías municipales.
Las últimas medidas anunciadas, el Operativo Tierra Caliente, un experimento policiaco-militar atentatorio del federalismo, que someterá a 36 municipios bajo control del Ejército y la policía federal, para “el combate a las organizaciones delictivas, el fortalecimiento institucional y la lucha anticorrupción”. Pingües medidas, porque México demanda un replanteamiento a fondo de la estrategia antidrogas y un relanzamiento del modelo económico. ¿Redefinirá el rumbo Peña? O lo alcanzara el destino. El dilema es qué hacer por si le va mal.
De este modo, le pegan más los errores que los logros. De ahí la pésima aceptación, como la de Ernesto Zedillo en los años reacios de 1995/1996, tras la crisis económica que le estalló en las manos heredada por el antecesor, Carlos Salinas de Gortari; una polémica que no termina entre los dos.
¿Avances? Por el Pacto por México, concierto entre gobierno y partidos políticos en el Congreso de la Unión, Peña consiguió sacar las 11 “reformas estructurales” propuestas, todas de corte neoliberal. La “energética” —la madre de todas, el último vestigio del “nacionalismo” mexicano—, promesa de Salinas, que —entre todas— le han dado al traste a este país en materia económica durante un cuarto de siglo: concentración de riqueza y pobreza; falta de crecimiento, caída de salarios, altas tasas de desempleo, como saldo, de la mano de acuerdos como el TLCAN con EU y Canadá.
Dicho logro legislativo, de cambios constitucionales, más pronto que tarde comenzó a mostrar su falta de resultados como ha sido, vgr., la meta de crecimiento económico para los primeros dos años (1.4% y entre 2.1 y 2.6 del PIB, en 2013 y 2014, respectivamente), de los 3.5 y 4.2% como meta. Una reforma fiscal que si bien aumentó los recursos del gobierno, le pegó fuerte al ingreso de los hogares, que representa entre el 60 y el 70% del consumo. (Fuente de datos: Proceso, 1987).
Sin gasto público, para infraestructura, créditos de la banca o inversión privada. Esto último, contra la pretendida meta de la reforma financiera de otorgar préstamos a empresas y personas a bajo costo para promover el consumo y la actividad productiva. En telecomunicaciones, las inversiones no llegan. En fin, las reformas neoliberales, la gran apuesta, no dan color en materia económica.
La inseguridad, sigue siendo el principal problema. En Michoacán, por ejemplo, quedó en entredicho el presunto control del flagelo; si bien se detuvo a los principales capos (La Tuta “desapareció”), algunos miembros de la policía comunitaria quedó señalada como encubridora, ex Caballeros Templarios conversos.
Sobre Ayotzinapa en Iguala, tras la desaparición de los 43 estudiantes, un asunto que ha puesto en la picota a Peña, exigiendo su renuncia; las marchas encabezadas por padres, alumnos y la sociedad en México y el mundo. Amasijo de complicaciones/complicidades. Múltiples actores y circunstancias, muchas sin control.
Junto a los añejos problemas de corrupción e impunidad, el crimen organizado en Guerrero, como en otros estados del país, entre ellos, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, en referencia a “Tierra Caliente”. La infiltración del narcotráfico en varios municipios, el “gobierno cercano a la gente” como el que encabezó José Luis Abarca en Iguala y en Cocula, César Peñaloza y 22 policías municipales.
Las últimas medidas anunciadas, el Operativo Tierra Caliente, un experimento policiaco-militar atentatorio del federalismo, que someterá a 36 municipios bajo control del Ejército y la policía federal, para “el combate a las organizaciones delictivas, el fortalecimiento institucional y la lucha anticorrupción”. Pingües medidas, porque México demanda un replanteamiento a fondo de la estrategia antidrogas y un relanzamiento del modelo económico. ¿Redefinirá el rumbo Peña? O lo alcanzara el destino. El dilema es qué hacer por si le va mal.
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