Ciudad de México.- La ausencia de un marco jurídico que proteja los derechos de autor de las artesanías tradicionales, facilita la piratería por parte de la industria extranjera, lo que afecta sobre todo a las comunidades indígenas que dependen económicamente de la elaboración de estos productos.
Los diputados Francisco Martínez Neri, Cristina Gaytán Hernández y Natalia Karina Barón Ortiz, del PRD, refieren que los productor
Recientemente, comentaron, la diseñadora francesa Isabel Marant presentó como propia una blusa tradicional del poblado de Santa Teresa Tlahuitoltepec, Oaxaca, y a través de la firma Antiquité Vatic, inició un juicio para defender los derechos de la prenda.
La compañía gala pretende obtener la patente del diseño y podría comenzar su explotación a nivel global. Esto afectaría a cerca de seis mil habitantes de esa comunidad (pertenecientes a la etnia mixe), que dependen de la confección y venta de la blusa para su sustento.
Además de no darles crédito o referencia, e incluso acusarlos de plagio, “resultaría grave que se les despoje del reflejo de su cosmovisión y se introduzca a un mercado totalmente asimétrico, en el que sus diseños no tienen cobertura de patente como los de renombre. Una etiqueta no puede hacer la diferencia”, enfatizan.
En tal virtud, promueven una iniciativa de reforma a las leyes Federal de Derechos de Autor y de la Propiedad Industrial, y al Código Penal Federal, para evitar que personas o corporaciones ajenas a la comunidad o etnia originaria lucren con la producción artesanal, y registren como propias obras literarias o artísticas desarrolladas y perpetuadas por los grupos originarios.
Asimismo, propone reconocer en dichas normas el lugar que los pueblos indígenas tienen en la configuración de nuestra identidad nacional, con el propósito de fomentar sus actividades artesanales.
Los legisladores detallan que, junto a China, Japón, India y Perú, México se encuentra en los primeros lugares como productor artesanal en 17 ramas, como textiles, alfarería, cartonería, arte huichol, cestería, cerámica, vidrio, arte en concha, hueso, cuerno y caracol, entre otras disciplinas, que son muy apreciadas en todo el mundo.
Según datos del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, en 2011 más de un millón de mexicanos mayores de 15 años se emplearon en alguna actividad artesanal, de los cuales 507 mil 368 se dedicaban a tiempo completo. El 67 por ciento se encontraba en situación de pobreza, agrega por su parte la última Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares.
La mayoría de los productores artesanales, además, tienen ingresos menores a un salario mínimo.
Por otra parte, destacan los diputados, son los pueblos indígenas los que elaboran un número importante de artículos artesanales. Más del 44 por ciento de los que se dedican a esta actividad habla una lengua originaria, según la encuesta nacional referida.
“Este grupo poblacional elabora productos que en un principio no han sido pensados para el mercado, sino para su uso cotidiano en rituales, en el trabajo o para actividades de esparcimiento. Son elementos insertos en su cultura, cuyos motivos iconográficos expresan una cosmogonía producto de su historia y relación con la naturaleza”, acotan.
En este sentido, opinan que no se pude decir que exista una propiedad individual de los diseños artesanales y sus técnicas de elaboración, los cuales son aprendidos y reelaborados de generación en generación; es, por tanto, “una propiedad colectiva de los pueblos y comunidades que los elaboran”.
“La realidad actual de los artesanos y las artesanías, presenta una complejidad que deber ser regulada: la protección en contra de la copia e imitación de diseños por parte de la industria extranjera, los escasos estímulos para la producción y comercialización artesanal”, concluyen.
Desde las tradicionales guitarras de Paracho, y otros artículos de madera de Michoacán, se han enfrentado a una competencia desigual que imita sus diseños, los industrializa y oferta a precios muy bajos. En consecuencia, sus ventas han decaído.
Los diputados Francisco Martínez Neri, Cristina Gaytán Hernández y Natalia Karina Barón Ortiz, del PRD, refieren que los productor
Recientemente, comentaron, la diseñadora francesa Isabel Marant presentó como propia una blusa tradicional del poblado de Santa Teresa Tlahuitoltepec, Oaxaca, y a través de la firma Antiquité Vatic, inició un juicio para defender los derechos de la prenda.
La compañía gala pretende obtener la patente del diseño y podría comenzar su explotación a nivel global. Esto afectaría a cerca de seis mil habitantes de esa comunidad (pertenecientes a la etnia mixe), que dependen de la confección y venta de la blusa para su sustento.
Además de no darles crédito o referencia, e incluso acusarlos de plagio, “resultaría grave que se les despoje del reflejo de su cosmovisión y se introduzca a un mercado totalmente asimétrico, en el que sus diseños no tienen cobertura de patente como los de renombre. Una etiqueta no puede hacer la diferencia”, enfatizan.
En tal virtud, promueven una iniciativa de reforma a las leyes Federal de Derechos de Autor y de la Propiedad Industrial, y al Código Penal Federal, para evitar que personas o corporaciones ajenas a la comunidad o etnia originaria lucren con la producción artesanal, y registren como propias obras literarias o artísticas desarrolladas y perpetuadas por los grupos originarios.
Asimismo, propone reconocer en dichas normas el lugar que los pueblos indígenas tienen en la configuración de nuestra identidad nacional, con el propósito de fomentar sus actividades artesanales.
Los legisladores detallan que, junto a China, Japón, India y Perú, México se encuentra en los primeros lugares como productor artesanal en 17 ramas, como textiles, alfarería, cartonería, arte huichol, cestería, cerámica, vidrio, arte en concha, hueso, cuerno y caracol, entre otras disciplinas, que son muy apreciadas en todo el mundo.
Según datos del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de la Cámara de Diputados, en 2011 más de un millón de mexicanos mayores de 15 años se emplearon en alguna actividad artesanal, de los cuales 507 mil 368 se dedicaban a tiempo completo. El 67 por ciento se encontraba en situación de pobreza, agrega por su parte la última Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares.
La mayoría de los productores artesanales, además, tienen ingresos menores a un salario mínimo.
Por otra parte, destacan los diputados, son los pueblos indígenas los que elaboran un número importante de artículos artesanales. Más del 44 por ciento de los que se dedican a esta actividad habla una lengua originaria, según la encuesta nacional referida.
“Este grupo poblacional elabora productos que en un principio no han sido pensados para el mercado, sino para su uso cotidiano en rituales, en el trabajo o para actividades de esparcimiento. Son elementos insertos en su cultura, cuyos motivos iconográficos expresan una cosmogonía producto de su historia y relación con la naturaleza”, acotan.
En este sentido, opinan que no se pude decir que exista una propiedad individual de los diseños artesanales y sus técnicas de elaboración, los cuales son aprendidos y reelaborados de generación en generación; es, por tanto, “una propiedad colectiva de los pueblos y comunidades que los elaboran”.
“La realidad actual de los artesanos y las artesanías, presenta una complejidad que deber ser regulada: la protección en contra de la copia e imitación de diseños por parte de la industria extranjera, los escasos estímulos para la producción y comercialización artesanal”, concluyen.
Desde las tradicionales guitarras de Paracho, y otros artículos de madera de Michoacán, se han enfrentado a una competencia desigual que imita sus diseños, los industrializa y oferta a precios muy bajos. En consecuencia, sus ventas han decaído.
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