Guerrero.- La descomposición del tejido social en el estado de Guerrero ha llegado al sector más vulnerable, la niñez guerrerense que ha optado por imitar las conductas de sus familiares los cuales colaboran con el crimen organizado y llevar sus prácticas criminales a las aulas.
Ramón Navarrete Magdaleno, presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Guerrero, explicó “desgraciadamente hay niños que obligan a otros a que les entreguen parte de su recreo y eso es una retroalimentación de lo que estamos viendo afuera”.
Y explicó que se trata de personas que realizan trabajos de intimidación y violencia para ejercer el llamado “cobro de piso”, esa práctica ahora ha sido adoptada por niños de primarias, para quitar dinero a sus compañeros o en algunos otros casos obligarlos a realizar acciones en contra de su voluntad.
“Hay maestros que le tienen miedo a algunos alumnos, por esa misma causa. Hay niños que se asumen incluso con ese carácter de ser hijos de alguien que está inmiscuido en la delincuencia”, advierte Navarrete Magdaleno.
Esta conducta, dijo, no se denuncia por imposición del miedo, en el cual viven sometidos maestros, alumnos, directores y padres de familia; motivo por el cual la Comisión de Derechos Humanos en el Estado de Guerrero no puede generar cifras, pero ha logrado detectar la mayor incidencia de niños que realizan cobro de piso en las escuelas que se ubican en el puerto de Acapulco.
“En Acapulco se nos concentra mucho el tema por la cantidad de escuelas que hay y el número de población, como nadie lo denuncia, es un secreto a voces que lo escuchamos en diversos medios, que hay padres de familia que se imponen sobre los maestros, con ese carácter de estar vinculados con la delincuencia”, precisa.
Acapulco está considerado por otros países como uno de los puertos más violentos, al grado de prohibir el turismo a los visitantes, por lo que, según la Comisión de Derechos Humanos de Guerrero, es un sitio donde la violencia comienza a llegar a los niños como una cultura y forma de vida.
Ramón Navarrete Magdaleno, presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos en Guerrero, explicó “desgraciadamente hay niños que obligan a otros a que les entreguen parte de su recreo y eso es una retroalimentación de lo que estamos viendo afuera”.
Y explicó que se trata de personas que realizan trabajos de intimidación y violencia para ejercer el llamado “cobro de piso”, esa práctica ahora ha sido adoptada por niños de primarias, para quitar dinero a sus compañeros o en algunos otros casos obligarlos a realizar acciones en contra de su voluntad.
“Hay maestros que le tienen miedo a algunos alumnos, por esa misma causa. Hay niños que se asumen incluso con ese carácter de ser hijos de alguien que está inmiscuido en la delincuencia”, advierte Navarrete Magdaleno.
Esta conducta, dijo, no se denuncia por imposición del miedo, en el cual viven sometidos maestros, alumnos, directores y padres de familia; motivo por el cual la Comisión de Derechos Humanos en el Estado de Guerrero no puede generar cifras, pero ha logrado detectar la mayor incidencia de niños que realizan cobro de piso en las escuelas que se ubican en el puerto de Acapulco.
“En Acapulco se nos concentra mucho el tema por la cantidad de escuelas que hay y el número de población, como nadie lo denuncia, es un secreto a voces que lo escuchamos en diversos medios, que hay padres de familia que se imponen sobre los maestros, con ese carácter de estar vinculados con la delincuencia”, precisa.
Acapulco está considerado por otros países como uno de los puertos más violentos, al grado de prohibir el turismo a los visitantes, por lo que, según la Comisión de Derechos Humanos de Guerrero, es un sitio donde la violencia comienza a llegar a los niños como una cultura y forma de vida.
Noreste
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