lunes, 30 de abril de 2018

Desesperado, Meade desempolva la estrategia del voto masivo de los burócratas

Ciudad de Mexico.- Cuando los reporteros le preguntaron por tercera vez si declinaría en favor de Ricardo Anaya, el gesto se le endureció a José Antonio Meade y contestó que no lo haría por ningún motivo.
“Meade no declina en ningún sentido, no declina en su deseo de que los departamentos ayuden a los damnificados y no declina en su aspiración, a lo que estoy seguro será la realidad el primero de julio, que es que habré de ganar la elección”, contestó con el gesto adusto.
Después del primer debate, el domingo 22, la situación para el candidato de la alianza Todos por México PRI, PVEM y Panal no cambió. No subió ni un punto porcentual sino que bajó un par para estancarse en el tercer sitio, y su discurso mantuvo el débil impacto con el que inició su campaña.
De ahí que empezaron a circular versiones de que en algunos integrantes de la dirigencia del PRI y del gobierno de Enrique Peña Nieto, así como en la cúpula empresarial, había una seria preocupación por el estancamiento de Meade y el nulo éxito de su campaña, coordinada por Aurelio Nuño.
Según versiones de algunos militantes del PRI, el paso a seguir era un cambio de candidato; al final se pensó que ya no había tiempo de hacerlo y sería contraproducente. Asimismo se planteó una eventual declinación de Meade en favor de Ricardo Anaya, candidato presidencial de la alianza Por México al Frente –PAN, PRD y MC–, pero esta posibilidad también se descartó, porque se desconfía del panista.Por último se dijo que podría optarse por que, soterradamente, una parte del apoyo del partido, empresarial y de gobierno, se inclinara por Anaya, a quien aún le ven posibilidades de vencer a Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia.
En ese contexto Meade empezó a levantar la voz en cada acto de campaña para pedirle a la militancia priista “salir a la calle”, ir casa por casa y convencer a la gente de que voten por él. “Denme su voto”, pidió al final de cada mitin.
Y no dejó de hablar de los dos departamentos de López Obrador, a quien califica de “mentiroso” por no haberlos incluido en su declaración de bienes, aunque el tabasqueño precisó que no lo hizo porque esos inmuebles ya son parte de la herencia de sus hijos.
La voz y el semblante de Meade, sin embargo, se endurecieron al paso de los días en su gira por Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. También su discurso contra el tabasqueño, al que se le han dedicado videos en las redes sociales, donde se mezclan imágenes de violencia con el mensaje de que es un “peligro para México”, tal como se hizo antes de la elección presidencial de 2006. En su discurso, al hablar de López Obrador lo calificó de “personaje violento y peligroso para el país”.
En Matamoros, al término de un encuentro con empresarios y sociedad civil, Meade manifestó que hay que temerle a López Obrador porque está reeditando su discurso violento de las pasadas elecciones: “La guerra sucia implica anónimos y mentiras; una contienda electoral implica contraste. Y en la medida en que ese contraste no apunte a nada que sea falso, no puede ser calificado como guerra sucia”, argumentó Meade.

Proceso

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