Tren maya, proyecto ajeno a pueblos indígenas
Por: Gloria Muñoz Ramírez
“¡Aprovecha la oportunidad de tener un pedazo de historia de México a un paso del nuevo megaproyecto del tren maya!”. Así anuncian un terreno de cinco hectáreas en el municipio de Tenabo, Campeche, con estructuras del siglo XVIII, ideal, se dice, para un hotel boutique o centro turístico. El problema no es que aún no se pregunte a los pueblos mayas afectados si quieren o no que continúe la invasión sobre sus tierras, la cuestión de fondo es que permanece la planeación de proyectos ajenos a los pueblos, que atentan contra su autonomía, derechos y cultura, además de la devastación ecológica que representan.
A nadie se le ocurriría concebir y diseñar un proyecto sobre una propiedad privada, y luego preguntarle al propietario si está de acuerdo o no en que sobre su casa se realice una construcción que, le aseguran, lo beneficiará a él y a la región. Pero es exactamente lo que se hace cuando de territorios indígenas se trata.
Desde hace más de dos décadas el Estado mexicano se planteó el desarrollo económico basado en la explotación de los recursos naturales que se encuentran en territorios indígenas. Se legisló para que minas, hidroeléctricas, proyectos turísticos, extractivos y energéticos se impusieran sobre sus tierras e historia. El derecho a la consulta mandatada por el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo se desvirtuó y se usó para dividir a las comunidades con el objetivo de conseguir permisos de asambleas amañadas. Nunca una consulta previa, libre e informada.
El cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés, firmados en 1996 por el gobierno federal y la red de pueblos, naciones, tribus y barrios indígenas más amplia y representativa de las décadas recientes, hubiera sido el candado para evitar el despojo. Por eso no los cumplieron y diseñaron una ley indígena a modo con los planes neoliberales, hoy, por cierto, administrados por el actual gobierno federal.
Anuncian que se pedirá permiso a la Madre Tierra para abrir sus entrañas. La simulación de la ceremonia indígena del bastón de mando lo anunció. Es apenas el inicio. No les han dicho que los pueblos son sujetos y no objetos de derecho.
La Jornada
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