Debacle jarocha
Por: Catalina Noriega
Una de las entidades, en las que la risa y el buen humor son característicos, cambia de hábitos. Los veracruzanos viven en el temor y la angustia de una inseguridad creciente, que empieza a robarles hasta el carácter.
Se comenta en voz alta: mejor no salir ni exponerse al bandidaje. Quienes acostumbraban pasear, a cualquier hora del día o de la noche, eligen la televisión en casa. ¿A quién culpar? Sin duda alguna, a la runfla de pésimos desgobernantes de, cuando menos, la última década.
El inicio del reinado del terror, según las malas lenguas, fue durante el mandato de Fidel Herrera Beltrán. Al ejecutivo estatal, “que se hizo millonario gracias a que se sacó la lotería, un titipuchal de veces”, se le atribuye el haberle abierto la puerta a los Zetas. El sanguinario cártel comenzó con la cadena de brutales homicidios y empezaron los cuerpos mutilados y demás horrores propios de esta cuadrilla de locos.
Siguió un Javier Duarte –en el foco por su declaracionitis-. Con él se llegó a dos mil 825 homicidios, 98 feminicidios y 229 secuestros. Veracruz se convirtió en un cementerio de periodistas, sin que se esclarecieran esos crímenes. El sátrapa en cuestión, se encargó de vaciar las arcas estatales, cometido al que, presuntamente, le ayudó su diligente esposa, hoy con residencia en Londres, mientras el cumple sentencia de nueve años de cárcel.
Poco para el personaje que ideó toda una red de empresas fantasma, desde las que salieron los fondos que pertenecían al erario. Con su consabido cinismo se declara inocente, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva y dice que aceptó su culpa porque la PGR le puso una pistola en la sien, al amenazarlo con acusaciones de delincuencia organizada. Con descaro, afirma que la estancia de Karime en Europa le cuesta 180 mil pesos mensuales, los que apenas alcanza a mandarle, con la ayuda de sus familiares y amigos. ¡Dioses, clama al cielo!
Le siguió, por un periodo de dos años, Miguel Ángel Yúnes, otro dechado de “ética y moral”. Argumentará que le faltó tiempo para cumplir con su compromiso de abatir la delincuencia, en vista de que el número de muertes violentas fue de tres mil ciento cincuenta y seis, incluidos 37 feminicidios y 70 secuestros. Incumplió, en todos sentidos y dejó las cosas peor que como estaban.
Llega Cuitláhuac García, profesor de la Universidad de Xalapa, sin experiencia alguna, por Morena. Diciembre, a nivel República, batió record en el índice de homicidios, con cifra que supera las del pasado. A Veracruz le tocó una buena tajada.
El secuestro, según datos de Isabel Miranda de Wallace, creció un 49.6 por ciento, desde la llegada de AMLO. Veracruz ocupa el primer lugar. En Coatzacoalcos, la barbarie rebasa a la ficción y matan y decapitan a una joven empresaria, a la que habían secuestrado, por no pagar los 4 millones del rescate.
Es urgente que espabile el maestro. Rechaza que el delito esté al alza –aunque las cifras son del Sistema Nacional de Seguridad- y declara, en entrevista para la OEM, que en cuanto llegue la Guardia Nacional se arreglará todo. ¡Sueños guajiros!
Urge que su administración se ponga a trabajar y establezca una estrategia contra la violencia. La Guardia Nacional no va a ser una fuerza milagrosa que barra con los malosos. Necesita formar una policía estatal confiable y eficaz. De no ponerse manos a la obra la inseguridad acabará de entronizarse y los jarochos perderán lo que les queda de sonrisa.
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