sábado, 5 de agosto de 2017

“Fracturará” al PRI nombrar un candidato externo en 2018

Ciudad de México.- Ex gobernadores priístas advirtieron de riesgos para su partido: perder la Presidencia de la República y/o provocar una fractura al postular como candidato a un personaje externo o no militante.
“Yo no arriesgaría hacia una fractura en el partido. La primera novia a la que hay que enamorar es a la militancia. No se puede poner en riesgo la unidad del partido”, declaró a la prensa Francisco Labastida Ochoa, ex gobernador de Sinaloa y ex candidato presidencial en 2000, precisamente cuando el tricolor perdió por primera vez la Presidencia para dar paso a dos sexenios panistas.
Los ex gobernadores fueron invitados, en un hecho inusual en años recientes, a comer con el dirigente nacional en turno. Enrique Ochoa Reza los convocó para escuchar sus opiniones de cara a la 22 asamblea nacional del PRI, a realizarse la próxima semana.
Lo primero que se percibió a la entrada del salón Alfonso Reyes fue a un grupo de ex mandatarios sonrientes y algunos abiertamente nostálgicos. Me siento tan contento como cuando me llamaron por primera vez aquí, a los 18 años de edad, expresó el nayarita Ney González.
En la mesa central departieron con Ochoa Reza y la secretaria general, Claudia Ruiz Massieu, los ex gobernadores Miguel Ángel Osorio Chong (de Hidalgo y actual secretario de Gobernación), Beatriz Paredes (Tlaxcala), César Camacho (estado de México), Jorge de la Vega Domínguez (Chiapas) e Ignacio Pichardo Pagaza (estado de México), entre otros.
Al lado estaban José Murat (Oaxaca), José Antonio González Curi (Campeche), Fidel Herrera (Veracruz) y Tulio Hernández (Tlaxcala), y en otro Guillermo Cossío (Jalisco), Heladio Ramírez (Oaxaca), Manuel Cavazos (Tamaulipas) y Manuel Andrade (Tabasco), entre otros.
Les dio mucho gusto ser tomados en cuenta; el encuentro fue exitoso, varios de ellos hacía muchos años que no aparecían en el partido, dijo uno de los organizadores.
Medio centenar de mandatarios respondió al llamado. En algún momento ellos fueron también funcionarios y legisladores, pero sobre todo, piezas clave de la operación de la maquinaria priísta. Los periodos de gobierno de los invitados datan incluso de 1973 a la fecha.
Según fuentes consultadas, hablaron de la ideología del PRI, de las reformas necesarias, de la acción política y de defender al presidente Enrique Peña Nieto.
Nos dijeron que tenemos que cerrar filas y hablaron de que se ha olvidado a los liderazgos locales. El ex regente Ramón Aguirre dijo que venía escéptico a la reunión y, al final, pidió que no se trabajara en las oficinas, sino con la gente.
Acorde con asistentes a la comida, algunos ex gobernadores admitieron que su partido atraviesa una situación difícil para retener la Presidencia de la República el año entrante, y pusieron el acento en la falta de atención al militante, así como en problemas nacionales, como la inseguridad y la corrupción.
Sin embargo, se mostraron optimistas de un triunfo.
A mí las encuestas me colocaban con 20 puntos de ventaja y perdí por cuatro o cinco puntos, dijo Labastida al referirse a la volatilidad de los resultados que muestran las encuestas, respecto de los resultados electorales definitivos.
Como primer orador en la cita les habló de la necesidad de hacer ajustes sustanciales, pero no abrir la puerta a cualquier postulación.
El presidente del partido, Enrique Ochoa, me pidió que abriera la reunión diciendo los cambios que eran convenientes hacer en los documentos básicos del partido. Hablamos de cambios.
Labastida dijo que hay conciencia de la situación del país y del partido. Esa es la realidad; no hay nada peor que esconder la cabeza como las avestruces.
La reunión, agregó, tuvo buen nivel intelectual, de aportación. Al final de cuentas (entre los ex gobernadores) hasta el más tullido es alambrista, dijo en alusión a la edad y experiencia en la operación política de muchos de ellos.
–¿Se habló de cómo les ha ido recientemente en las elecciones? En algunos estados se desplomaron, se le planteó a Labastida.
–Se mencionó que había que hacer autocrítica y se dijo con claridad que las encuestas no favorecían al partido; también se planteó cómo superar las limitaciones. O sea, se dijo sí, sí hay problemas y sí se pueden superar.
La Jornada

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