Ciudad de México.- En el páramo de decepción al que las cifras publicadas esta semana por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han arrojado a la economía de América Latina, solo las reformas impulsadas el año pasado por el Gobierno mexicano que preside Enrique Peña Nieto –que el Banco Mundial calificó de “impresionantes”- merecieron los elogios de ambos organismos plurinacionales. Con unas previsiones de crecimiento del 3% para este año, México está medio punto por encima de los guarismos que el FMI augura para el resto de la región. Lejos de mostrar orgullo ante la admiración internacional que ha concitado el proceso de transformación legislativa en la que se ha embarcado su país, su principal arquitecto, el ministro de Hacienda Luis Videgaray no deja asomar, durante la entrevista concedida a EL PAÍS, un ápice de complacencia a su rostro
Videgaray no tiene interés en regodearse en las alabanzas. Fiel a su fama de tecnócrata pragmático y eficiente, el delfín de Peña Nieto es consciente de que de nada sirve haber diseñado los cimientos para impulsar el crecimiento entumecido de México si no se logra terminar el edificio. En esa construcción, las leyes de desarrollo de las reformas aprobadas durante el año pasado son el ladrillo esencial para que éstas puedan ser efectivas y puedan colmar las expectativas desatadas a nivel internacional y atajar el escepticismo ante los verdaderos resultados en su propio país. Con claridad y sin concesiones al optimismo utópico, el secretario de Hacienda defiende sus reformas y no rehúye hablar de los retos que quedan por delante para que alumbren resultados
Pregunta. La percepción de la trascendencia de las reformas de Peña Nieto es muy diferente fuera y dentro de México. Mientras en el extranjero se cosechan beneplácitos, entre los mexicanos la desconfianza va en aumento. ¿Por qué?
Respuesta. La sociedad mexicana demanda resultados. México es un país que ha tenido una tasa de crecimiento medio de apenas el 2,3% en 30 años y eso no es lo que se espera en una nación emergente, de una economía en desarrollo como la mexicana. Hay que entender que las reformas estructurales no pueden tener, ni se espera que tengan, resultados en un plazo inmediato. El objetivo es elevar nuestra capacidad de crecer de forma sostenida para los próximos años y décadas. Los observadores internacionales, los organismos multilaterales y los inversionistas reconocen el esfuerzo que está haciendo México, un proceso que está en marcha, con una etapa de implementación importante y eso está generando entusiasmo en la comunidad internacional, muy palpable y evidente aquí en las reuniones en Washington. Pero la sociedad mexicana, con absoluta justificación, demanda resultados.
P. En ese proceso de implementación, las leyes de desarrollo son esenciales. El hecho de que las relativas a la reforma de la competencia económica aún no hayan salido adelante en el Congreso o que las referentes a la de telecomunicación se presentaran con retraso ¿permite pensar que se podrán aprobar todas en diciembre de este año, como había planeado su Gobierno?
R. Como todo proceso de acuerdo en el Congreso, éste se da en un entorno de debate democrático y no es posible afirmar con precisión, ni sería correcto que el Gobierno de la República lo hiciera, cuál será el día en que serán aprobadas, pero confiamos en la gran capacidad que ha demostrado el Congreso mexicano, particularmente en esta legislatura, para llegar a resultados concretos y trascendentes para el país y creemos que con las leyes secundarias será el mismo caso.
P. Si no se aprobaran en el plazo previsto, ¿peligraría la concreción de las cifras macroeconómicas tan positivas que se han augurado para México aquí en Washington durante las reuniones de primavera del FMI y del Banco Mundial?
R. Las reformas lo que han hecho es abrir una oportunidad, pero esa oportunidad tiene que concretarse con la implementación de las propias reformas, tanto a través de las leyes secundarias como de las acciones que deber tomar el Ejecutivo. Creo que esa es la asignatura más importante que tiene México. Necesitamos una implementación oportuna, amplia, correcta y abierta de las reformas para que éstas puedan dar los resultados que esperamos.
P. ¿Hasta qué punto la violencia en Michoacán, que ha obligado a Peña Nieto a desviar su atención de las reformas para centrarla en los problemas de seguridad, ha afectado al ritmo previsto para el desarrollo de las mismas?
R. Son procesos que no se obstaculizan. En el caso de Michoacán, el presidente está adoptando una acción contundente y decidida para restablecer el Estado de Derecho y las condiciones de paz y seguridad que permitan el desarrollo económico del Estado, son unas medidas sin precedentes que implican un involucramiento muy especial del Gobierno federal en el Estado de Michoacán. El trabajo en el Congreso tiene su propio desarrollo, que también requiere atención del Gobierno federal, pero que en nada se ve impedido por el que se está realizando de manera muy decidida en Michoacán.
Videgaray no tiene interés en regodearse en las alabanzas. Fiel a su fama de tecnócrata pragmático y eficiente, el delfín de Peña Nieto es consciente de que de nada sirve haber diseñado los cimientos para impulsar el crecimiento entumecido de México si no se logra terminar el edificio. En esa construcción, las leyes de desarrollo de las reformas aprobadas durante el año pasado son el ladrillo esencial para que éstas puedan ser efectivas y puedan colmar las expectativas desatadas a nivel internacional y atajar el escepticismo ante los verdaderos resultados en su propio país. Con claridad y sin concesiones al optimismo utópico, el secretario de Hacienda defiende sus reformas y no rehúye hablar de los retos que quedan por delante para que alumbren resultados
Pregunta. La percepción de la trascendencia de las reformas de Peña Nieto es muy diferente fuera y dentro de México. Mientras en el extranjero se cosechan beneplácitos, entre los mexicanos la desconfianza va en aumento. ¿Por qué?
Respuesta. La sociedad mexicana demanda resultados. México es un país que ha tenido una tasa de crecimiento medio de apenas el 2,3% en 30 años y eso no es lo que se espera en una nación emergente, de una economía en desarrollo como la mexicana. Hay que entender que las reformas estructurales no pueden tener, ni se espera que tengan, resultados en un plazo inmediato. El objetivo es elevar nuestra capacidad de crecer de forma sostenida para los próximos años y décadas. Los observadores internacionales, los organismos multilaterales y los inversionistas reconocen el esfuerzo que está haciendo México, un proceso que está en marcha, con una etapa de implementación importante y eso está generando entusiasmo en la comunidad internacional, muy palpable y evidente aquí en las reuniones en Washington. Pero la sociedad mexicana, con absoluta justificación, demanda resultados.
P. En ese proceso de implementación, las leyes de desarrollo son esenciales. El hecho de que las relativas a la reforma de la competencia económica aún no hayan salido adelante en el Congreso o que las referentes a la de telecomunicación se presentaran con retraso ¿permite pensar que se podrán aprobar todas en diciembre de este año, como había planeado su Gobierno?
R. Como todo proceso de acuerdo en el Congreso, éste se da en un entorno de debate democrático y no es posible afirmar con precisión, ni sería correcto que el Gobierno de la República lo hiciera, cuál será el día en que serán aprobadas, pero confiamos en la gran capacidad que ha demostrado el Congreso mexicano, particularmente en esta legislatura, para llegar a resultados concretos y trascendentes para el país y creemos que con las leyes secundarias será el mismo caso.
P. Si no se aprobaran en el plazo previsto, ¿peligraría la concreción de las cifras macroeconómicas tan positivas que se han augurado para México aquí en Washington durante las reuniones de primavera del FMI y del Banco Mundial?
R. Las reformas lo que han hecho es abrir una oportunidad, pero esa oportunidad tiene que concretarse con la implementación de las propias reformas, tanto a través de las leyes secundarias como de las acciones que deber tomar el Ejecutivo. Creo que esa es la asignatura más importante que tiene México. Necesitamos una implementación oportuna, amplia, correcta y abierta de las reformas para que éstas puedan dar los resultados que esperamos.
P. ¿Hasta qué punto la violencia en Michoacán, que ha obligado a Peña Nieto a desviar su atención de las reformas para centrarla en los problemas de seguridad, ha afectado al ritmo previsto para el desarrollo de las mismas?
R. Son procesos que no se obstaculizan. En el caso de Michoacán, el presidente está adoptando una acción contundente y decidida para restablecer el Estado de Derecho y las condiciones de paz y seguridad que permitan el desarrollo económico del Estado, son unas medidas sin precedentes que implican un involucramiento muy especial del Gobierno federal en el Estado de Michoacán. El trabajo en el Congreso tiene su propio desarrollo, que también requiere atención del Gobierno federal, pero que en nada se ve impedido por el que se está realizando de manera muy decidida en Michoacán.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario