Estado de México.- De unos años acá, todos los días en camiones y microbuses en paraderos de municipios como Ecatepec y Nezahualcóyotl, suben vendedores de dulces, cuya conducta es amenazante hacia los usuarios.
“Se suben normalmente en Xalostoc; algunos nos muestran la bolsa de paletas, pero a la mera hora, ni las sacan, solo piden dinero”, dice un conductor de un microbús.
“Nos miran detenidamente… si traemos reloj, aretes –en el caso de las mujeres- el celular a la vista, o las bolsas y mochilas; mientras pasan por los lugares para ‘ofrecer’ los dulces”, relata Leonor, que viaja de Ciudad Azteca a Buenavista.
Aunque no muestren un arma, ya es un temor colectivo entre los usuarios; no importa la hora, pero los más “amables” tienen el discurso hecho, donde hablan de salir del reclusorio o que en el pasado se dedicaron a asaltar.
Dicen: “Yo no les vengo a mentir, acabo de salir del reclusorio. Ahora quiero irme por la ‘derecha’ por eso les vengo ‘ofreciendo’ estos dulces y no arrebatarles sus monederos”.
Una usuaria asegura que incluso, se molestan si no les reciben los dulces que les quieren dejar a fuerza; sea en la mano o en las piernas.
Con miedo y ante la intimidación, la mayoría “coopera” o compra con tal de no ser asaltados.
“Se suben normalmente en Xalostoc; algunos nos muestran la bolsa de paletas, pero a la mera hora, ni las sacan, solo piden dinero”, dice un conductor de un microbús.
“Nos miran detenidamente… si traemos reloj, aretes –en el caso de las mujeres- el celular a la vista, o las bolsas y mochilas; mientras pasan por los lugares para ‘ofrecer’ los dulces”, relata Leonor, que viaja de Ciudad Azteca a Buenavista.
Aunque no muestren un arma, ya es un temor colectivo entre los usuarios; no importa la hora, pero los más “amables” tienen el discurso hecho, donde hablan de salir del reclusorio o que en el pasado se dedicaron a asaltar.
Dicen: “Yo no les vengo a mentir, acabo de salir del reclusorio. Ahora quiero irme por la ‘derecha’ por eso les vengo ‘ofreciendo’ estos dulces y no arrebatarles sus monederos”.
Una usuaria asegura que incluso, se molestan si no les reciben los dulces que les quieren dejar a fuerza; sea en la mano o en las piernas.
Con miedo y ante la intimidación, la mayoría “coopera” o compra con tal de no ser asaltados.
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