miércoles, 15 de julio de 2015

Lo que en verdad temen de 'El Chapo' en el gobierno federal

Ciudad de México.- Acompañando al presidente Enrique Peña Nieto a la “histórica” gira a la república Francesa, Miguel Ángel Osorio Chong, señalado por la Constitución como responsable del país en ausencia del Titular del Poder Ejecutivo, se fue el sábado, regresó el domingo y el lunes reapareció para afirmar que será castigado todo aquel funcionario público federal, estatal o municipal que haya participado en la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán. Afirmó que “no habrá lugar para la impunidad” en la investigación en proceso de la que él es responsable.
Estamos salvados. El secretario de Gobernación se queda. En su conferencia de prensa dijo a los periodistas que “tiene una obligación con el país y déjenme decirles que los momentos de crisis no son para renunciar, son para enfrentarlos''.
Siempre se ha dicho que toda crisis es también una oportunidad. La crisis muestra lo que no funciona y enseña lo que se puede cambiar para mejorar. Por ello, llama la atención la información sobre las características tecnológicas y de seguridad del penal de alta seguridad de El Altiplano, del que se fugó Joaquín “El Chapo Guzmán, quien burló todas la medidas de seguridad instaladas, que incluyen, entre otras,  un sistema de videovigilancia y monitoreo integrado por más de 750 cámaras, puntos de revisión y módulos de aislamiento, bardas perimetrales, aduanas peatonales y vehiculares, torres de vigilancia, además de 26 filtros entre puertas y controles desde la aduana hasta el área de tratamientos especiales.
En el exterior del penal se mantiene un operativo de vigilancia a cargo del Ejército y la Policía Federal. El Chapo, por ser un preso de alto riesgo, portaba un brazalete preventivo para ser localizado en el reclusorio y en su celda había un sistema de vigilancia de circuito cerrado ''que siempre estuvo funcionando y monitoreado en tres turnos durante las 24 horas del día, desde el interior del penal y el centro de control de la Policía Federal''.
Explicó el secretario Osorio Chong, que se aplicaron no sólo las medidas ''bajo estricto cumplimiento de los protocolos de seguridad y los estándares internacionales requeridos en los penales de máxima seguridad'', sino otras especiales. El  también responsable de la seguridad pública y la seguridad nacional, dijo que la fuga del delincuente ''es una acción insólita que rompe con todo este paradigma de protocolos de cualquier cárcel del mundo'', y configura una alerta internacional.
La fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán, plantea un conflicto que atraviesa por la seguridad pública, se escapa de la cárcel un delincuente que seguramente volverá a delinquir y además, pasa por la seguridad nacional, porque el delincuente que se escapó puso en evidencia que los mecanismos de retención de individuos de alta peligrosidad son vulnerables, no porque estén mal construidos o no cuenten con la tecnología apropiada para mantener bajo control a los delincuentes, sino porque no existe medida preventiva que resista el golpe de la corrupción que puede ejercer el capital de mil millones de dólares que, según la revista Forbes, tiene el delincuente, otra vez, más buscado por las autoridades mexicanas.
Seguramente el argumento distractor utilizado por Osorio Chong es cierto, el Penal de “El Altiplano” obedece a los protocolos internacionales, pero lo extraordinario no se consideró en su planeación, la palabra clave es corrupción. Es la llave que abre los caminos, en esta ocasión un túnel, que sirvió para burlar los sistemas de seguridad y tecnología que funcionan a ras de piso.
Para el Gobierno de Peña Nieto no solo se fugó “El Chapo Guzmán” también se les escapó la poca credibilidad que tenían y que fue erosionada por los escándalos de corrupción que involucran al grupo en el poder, insuficientemente aclarados y dejados al tiempo para su solución. Como si la memoria de los ciudadanos fuera corta, como si los ciudadanos no supieran que, cuando el poder entra en crisis, llegó el tiempo de la venganza que se ejecuta por medio de la burla, el chiste y la carcajada.
Ante el mundo no son los mexicanos los ineptos; existen múltiples ejemplos de mexicanos respetados y admirados en el ámbito internacional, en muchos tiempos, hoy también. Los no calificados para estar al frente de este gran país son los gobernantes, los políticos que por décadas se han negado a abrir la participación ciudadana en los asuntos públicos y se reparten en cuotas los cargos institucionales que deberían ser espacios para la expresión popular.
No están al frente de las instituciones los aptos, están los incondicionales, los preferidos y por eso los fracasos del gobierno corresponden al gobierno y no son extensibles a la totalidad de los ciudadanos.
El hecho que hoy preocupa al gobierno, la fuga de un delincuente que pone a temblar al poder y lo deja en ridículo, en otros países, en donde la dignidad política si existe y es un elevado valor de servicio a la comunidad, el encargado de la seguridad nacional ya hubiera pedido perdón a la sociedad por su ineptitud y  renunciado. Aquí no pasa nada y además buscará mantenerse como aspirante a la presidencia. Pero no se preocupen que el nombre de México está en lo más alto de la Torre Eiffel. Lo dicho, estamos salvados. El secretario de Gobernación se queda.

Proyecto sin fin

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