Ciudad de México.- Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, México ocupa tristemente el primer lugar en embarazos adolescentes. Hablamos de niñas entre 12 y 19 años de edad que en muchas ocasiones, debido a un embarazo no deseado, ven sus sueños de vida truncados.
Cada día se registran en nuestro país mil 252 partos de madres que se encuentran en este rango de edad, casi un alumbramiento por minuto; cuatro en lo que dure mi intervención.
Para la OMS el embarazo en la adolescencia sigue siendo uno de los principales factores que contribuyen a la mortalidad materno-infantil y a la reproducción del círculo de pobreza, ya que en el 80 por ciento de los casos los jóvenes y las jóvenes que están en esta situación abandonan sus estudios.
La adolescencia es una etapa de profundos cambios; subestimada debido a la cultura en la cual nos desarrollamos. Los adolescentes son rebeldes y actúan a veces con inmadurez. No son niños pero tampoco son adultos, por consecuencia se muestran renuentes, rebeldes, indiferentes hacia el mundo que los rodea.
Un embarazo no deseado en esta etapa además del alto riesgo que implica para su salud, altera su plan de vida, dejan de tener las vivencias propias de su edad, las cuales les forman y les permiten desarrollarse. Abandonan la adolescencia para dar paso a otras transiciones como es el ingreso al mercado laboral o el inicio de su vida conyugal en el mejor de los casos. En muchos otros casos tristemente enfrentan rechazo social, abandono, carencia en los ingresos, secuelas psicológicas y conflictos familiares.
Las alternativas para una joven que desea reincorporarse a la escuela y continuar sus estudios sin descuidar a sus hijos, se reducen. Para lograrlo tienen que conseguir un empleo que les brinde seguridad social o bien que les garantice un ingreso suficiente para poder pagar una guardería particular, lo cual se antoja un tanto difícil, ya que esto implica un gasto entre mil 500 y dos mil pesos mensuales.
Esto hace que se vuelva realmente difícil, porque ellas no tienen, en muchos de los casos, la capacitación para acceder a un empleo de calidad, y cuando logran conseguir un empleo lo hacen en la mayoría de las veces en la informalidad.
Trabajar, no debería de ser su actividad principal, estudiar debería de ser la oportunidad que le debemos de garantizar. La generación de políticas de prevención de embarazos no deseados a temprana edad, así como la instrumentación de programas para atender a quienes viven una maternidad temprana, contribuyen a ampliar las posibilidades reales de continuar y concluir los estudios, permiten reducir las condiciones de pobreza y desigualdad, al mismo tiempo que romper el círculo vicioso.
Cabe destacar que si bien el Gobierno Federal ya realiza algunos esfuerzos para apoyar a las madres jóvenes y adolescentes como son el programa de becas Promajoven y el Programa Estancias Infantiles, estos resultan insuficientes dada la alta incidencia de los embarazos precoces en nuestro país.
El año pasado, para tener un dato, sólo hubo 71 mil beneficiados del programa Promajoven, y hoy en día la situación por deserción escolar debido a los embarazos precoces es que hay 280 mil jóvenes que han abandonado la escuela.
Por eso el grupo parlamentario del Partido Verde propone modificar la ley para que la política pública deje de ser programa sujeto a la voluntad de un gobierno, y se convierta en una verdadero y auténtico derecho social, de tal suerte que proponemos que las madres que se encuentren entre los 12 y 21 años 11 meses de edad, accedan al seguro de guarderías que otorga la Ley del Seguro Social a sus derechohabientes con el solo requisito de estar matriculadas en las escuelas de nivel básico, medio superior y superior que presta el Estado.
El objetivo primordial en esta iniciativa es promover la equidad de género, la no discriminación a los adolescentes que enfrentan la maternidad en edades tempranas, ampliando sus posibilidades de acceso y permanencia en la educación del país.
Velar por el derecho de los adolescentes a la educación es aportar un componente fundamental tanto en la prevención como en la atención de quienes por motivo de maternidad o embarazo han sido excluidas del acceso y el ejercicio pleno de sus derechos.
La deserción escolar es un problema que crece día a día en nuestro país y que tenemos que asumir compañeros, tiene consecuencias graves para el desarrollo de nuestro país. Permitamos que las jóvenes cumplan su sueño de vida.
Cada día se registran en nuestro país mil 252 partos de madres que se encuentran en este rango de edad, casi un alumbramiento por minuto; cuatro en lo que dure mi intervención.
Para la OMS el embarazo en la adolescencia sigue siendo uno de los principales factores que contribuyen a la mortalidad materno-infantil y a la reproducción del círculo de pobreza, ya que en el 80 por ciento de los casos los jóvenes y las jóvenes que están en esta situación abandonan sus estudios.
La adolescencia es una etapa de profundos cambios; subestimada debido a la cultura en la cual nos desarrollamos. Los adolescentes son rebeldes y actúan a veces con inmadurez. No son niños pero tampoco son adultos, por consecuencia se muestran renuentes, rebeldes, indiferentes hacia el mundo que los rodea.
Un embarazo no deseado en esta etapa además del alto riesgo que implica para su salud, altera su plan de vida, dejan de tener las vivencias propias de su edad, las cuales les forman y les permiten desarrollarse. Abandonan la adolescencia para dar paso a otras transiciones como es el ingreso al mercado laboral o el inicio de su vida conyugal en el mejor de los casos. En muchos otros casos tristemente enfrentan rechazo social, abandono, carencia en los ingresos, secuelas psicológicas y conflictos familiares.
Las alternativas para una joven que desea reincorporarse a la escuela y continuar sus estudios sin descuidar a sus hijos, se reducen. Para lograrlo tienen que conseguir un empleo que les brinde seguridad social o bien que les garantice un ingreso suficiente para poder pagar una guardería particular, lo cual se antoja un tanto difícil, ya que esto implica un gasto entre mil 500 y dos mil pesos mensuales.
Esto hace que se vuelva realmente difícil, porque ellas no tienen, en muchos de los casos, la capacitación para acceder a un empleo de calidad, y cuando logran conseguir un empleo lo hacen en la mayoría de las veces en la informalidad.
Trabajar, no debería de ser su actividad principal, estudiar debería de ser la oportunidad que le debemos de garantizar. La generación de políticas de prevención de embarazos no deseados a temprana edad, así como la instrumentación de programas para atender a quienes viven una maternidad temprana, contribuyen a ampliar las posibilidades reales de continuar y concluir los estudios, permiten reducir las condiciones de pobreza y desigualdad, al mismo tiempo que romper el círculo vicioso.
Cabe destacar que si bien el Gobierno Federal ya realiza algunos esfuerzos para apoyar a las madres jóvenes y adolescentes como son el programa de becas Promajoven y el Programa Estancias Infantiles, estos resultan insuficientes dada la alta incidencia de los embarazos precoces en nuestro país.
El año pasado, para tener un dato, sólo hubo 71 mil beneficiados del programa Promajoven, y hoy en día la situación por deserción escolar debido a los embarazos precoces es que hay 280 mil jóvenes que han abandonado la escuela.
Por eso el grupo parlamentario del Partido Verde propone modificar la ley para que la política pública deje de ser programa sujeto a la voluntad de un gobierno, y se convierta en una verdadero y auténtico derecho social, de tal suerte que proponemos que las madres que se encuentren entre los 12 y 21 años 11 meses de edad, accedan al seguro de guarderías que otorga la Ley del Seguro Social a sus derechohabientes con el solo requisito de estar matriculadas en las escuelas de nivel básico, medio superior y superior que presta el Estado.
El objetivo primordial en esta iniciativa es promover la equidad de género, la no discriminación a los adolescentes que enfrentan la maternidad en edades tempranas, ampliando sus posibilidades de acceso y permanencia en la educación del país.
Velar por el derecho de los adolescentes a la educación es aportar un componente fundamental tanto en la prevención como en la atención de quienes por motivo de maternidad o embarazo han sido excluidas del acceso y el ejercicio pleno de sus derechos.
La deserción escolar es un problema que crece día a día en nuestro país y que tenemos que asumir compañeros, tiene consecuencias graves para el desarrollo de nuestro país. Permitamos que las jóvenes cumplan su sueño de vida.
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