Ciudad de México.- Contra lo que se sabía y contra lo que los especialistas habían documentado hasta ahora, México es hoy un país con menos pobreza y menos desigualdad. Y fue el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) el que obró el milagro estadístico.
De un plumazo la dependencia incrementó 37.2% los ingresos de los mexicanos más pobres –que pasaron de 5 mil 954 pesos en 2014 a 8 mil 169 pesos el año siguiente– y redujo de manera sustancial la desigualdad en el país.
Ese milagro es producto de un inédito y opaco cambio en la metodología que aplicó durante el levantamiento “en el terreno” de la encuesta Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS), entre agosto y noviembre de 2015, cuando el presidente del instituto era Eduardo Sojo. Al mes siguiente éste le dejó el cargo a Julio Santaella.
A Santaella le tocó ordenar la información recabada y difundir los controvertidos e insólitos resultados que retratan un país con menos pobreza y desigualdad… pero sólo en el papel. La instrucción del Inegi a sus encuestadores fue convencer a los mexicanos más humildes para que reportaran ingresos mayores a los habituales, pero dejó intocada la subestimación de lo que obtienen los más ricos del país.
El cambio en la metodología provocó las críticas de académicos y del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el organismo encargado de procesar los datos proporcionados por el Inegi para medir la pobreza en el país.
Más aún, generó especulaciones sobre la posible intromisión del Poder Ejecutivo en la labor del instituto, lo que marcaría un precedente preocupante respecto de su autonomía, lograda en julio de 2008, luego de 25 años de su creación.
Consultados sobre los nuevos datos estadísticos, Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, y el economista Gerardo Esquivel, investigador de El Colegio de México especializado en pobreza y desigualdad, exponen a Proceso sus desacuerdos con la encuesta del Inegi.
El ingreso es un factor clave en la medición de la pobreza multidimensional que realiza de manera periódica el Coneval, recuerda Hernández Licona. La reducción de 3.5% en ese rubro durante los primeros dos años de la administración de Enrique Peña Nieto fue un detonante para que 2 millones de mexicanos más cayeran en pobreza, hasta alcanzar los 55.3 millones en 2014, según el informe que publicó el Coneval en julio de 2015.
Ahora, con el cambio de metodología, “ya no podemos saber si entre 2015 y 2014 o entre 2015 y 2012 la pobreza subió, bajó o se quedó igual”, comenta Hernández Licona. Insiste: la decisión del Inegi “sí rompe con 25 años de generación de la encuesta de ingresos y gastos de los hogares y con nuestra serie de medición de la pobreza, que lleva siete años”.
De un plumazo la dependencia incrementó 37.2% los ingresos de los mexicanos más pobres –que pasaron de 5 mil 954 pesos en 2014 a 8 mil 169 pesos el año siguiente– y redujo de manera sustancial la desigualdad en el país.
Ese milagro es producto de un inédito y opaco cambio en la metodología que aplicó durante el levantamiento “en el terreno” de la encuesta Módulo de Condiciones Socioeconómicas (MCS), entre agosto y noviembre de 2015, cuando el presidente del instituto era Eduardo Sojo. Al mes siguiente éste le dejó el cargo a Julio Santaella.
A Santaella le tocó ordenar la información recabada y difundir los controvertidos e insólitos resultados que retratan un país con menos pobreza y desigualdad… pero sólo en el papel. La instrucción del Inegi a sus encuestadores fue convencer a los mexicanos más humildes para que reportaran ingresos mayores a los habituales, pero dejó intocada la subestimación de lo que obtienen los más ricos del país.
El cambio en la metodología provocó las críticas de académicos y del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el organismo encargado de procesar los datos proporcionados por el Inegi para medir la pobreza en el país.
Más aún, generó especulaciones sobre la posible intromisión del Poder Ejecutivo en la labor del instituto, lo que marcaría un precedente preocupante respecto de su autonomía, lograda en julio de 2008, luego de 25 años de su creación.
Consultados sobre los nuevos datos estadísticos, Gonzalo Hernández Licona, secretario ejecutivo del Coneval, y el economista Gerardo Esquivel, investigador de El Colegio de México especializado en pobreza y desigualdad, exponen a Proceso sus desacuerdos con la encuesta del Inegi.
El ingreso es un factor clave en la medición de la pobreza multidimensional que realiza de manera periódica el Coneval, recuerda Hernández Licona. La reducción de 3.5% en ese rubro durante los primeros dos años de la administración de Enrique Peña Nieto fue un detonante para que 2 millones de mexicanos más cayeran en pobreza, hasta alcanzar los 55.3 millones en 2014, según el informe que publicó el Coneval en julio de 2015.
Ahora, con el cambio de metodología, “ya no podemos saber si entre 2015 y 2014 o entre 2015 y 2012 la pobreza subió, bajó o se quedó igual”, comenta Hernández Licona. Insiste: la decisión del Inegi “sí rompe con 25 años de generación de la encuesta de ingresos y gastos de los hogares y con nuestra serie de medición de la pobreza, que lleva siete años”.
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