Ciudad de México.- En la web hay plataformas que ofrecen hacer trabajos escolares por pagos que van desde 360 hasta casi 5 mil pesos, dependiendo de la complejidad; si alguien es “teto”, también puede ofrecer sus servicios
Sus compañeros de clase lo abordaron después de que Magda, una alumna de cabello rubio, corrió el rumor de haberle pagado por la tarea de geografía. Esa mañana, Uriel Ibáñez deslizó la pluma sobre su cuaderno una y otra vez hasta completar una docena de nombres que pedían lo mismo: una maqueta de las placas tectónicas de la Tierra.
A cada uno le cobró 150 pesos y les entregó las maquetas al cabo de unos días en la secundaria privada en la que estudiaba, ubicada en la zona de Satélite, en el Estado de México. Unos años más tarde, en 2008, sus amigos del CCH-Naucalpan también le pagaron por hacer sus tareas. Iban desde manualidades, ensayos de libros, resolución de ejercicios de inglés y más. Excepto matemáticas, porque no se le daban.
Pero esa materia y otras como física, química e historia, además de resúmenes de lecturas, análisis de libros, ensayos, mapas mentales, investigaciones, tesis y un sinfín de piratería escolar ha encontrado cabida en el plagio y a través de su venta en Internet.
En los últimos tres años, tareas por encargo se consiguen para cualquier grado escolar y estrato social en páginas especializadas como Mercado Libre y Vivanuncios, así como páginas y grupos de Facebook.
En palabras de Lucía Rivero Ferreiro, investigadora y docente de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), esto acarrea “el fortalecimiento del modelo de una sociedad corrompida que paga para resolver un problema, fomentando así la cultura de la corrupción, del plagio y de la transa”.
Para ella, las tareas, “cognitivamente hablando, pueden entenderse como el conjunto de actividades de búsqueda y desarrollo de información que se pueden hacer dentro y fuera del aula, y que ayudan a desarrollar habilidades, conocimientos y la comprensión del mundo”. Pero todo esto se pierde con la compra y el plagio, y da como resultado una educación empobrecida.
Modelo educativo “caduco”
Con el cuaderno entre sus manos, la estampida de niños corre hasta el escritorio para entregar su tarea a la maestra de cuarto año de la primaria Aurelio Hidalgo, en el sur de la Ciudad de México. Los primeros cinco en formarse obtienen un sello de estrella dorada —con tres, es un punto más al final del parcial para la materia con menor calificación—. Los siguientes 12, una roja —de éstas, tienen que juntar 10—, y los últimos en llegar, nada.
Desde que inició el ciclo escolar en el turno matutino Alan ha acumulado de ambos colores, aunque no le gusta hacer tarea. Preferiría jugar o dedicar ese tiempo al deporte.
Lo mismo cuenta Fernanda, quien cursa cuarto grado en el colegio Carolingio —en el centro de la Ciudad de México—. Dice que a veces le gusta hacer tarea, cuando se trata de dibujar y son “cosas divertidas”; otras no, cuando son números o resúmenes largos. Ese tiempo, dice, sería mejor si lo utilizara para ir al parque o jugar.
En México, el modelo tradicional de tareas en todos los niveles educativos se ha encasillado en actividades que los estudiantes deben realizar fuera del horario de clase. Pero a menudo las terminan haciendo los padres de familia; en otras, se copian desde Internet, se compran mediante un pago en efectivo a una tercera persona o se adquieren en alguna plataforma web con un previo depósito bancario o transacción en línea.
La investigadora de la UPN dice que existen posturas contrastantes sobre el tema. Están quienes consideran que las tareas se deben hacer fuera del horario de clases y otras más innovadoras que proponen que se hagan dentro del salón, y si es en forma colectiva, mejor.
—¿Considera que este modelo de tareas que se hacen en casa es viejo y se debería actualizar, viéndolo desde la perspectiva del plagio y de su venta, que se está volviendo un negocio? —se le cuestiona a Rivera.
—Yo insistiría en que esa concepción de tareas sí habría que desecharla, porque lo único que está generando, además de alimentar los negocios, son estas prácticas de plagio, de copia y pega, y esto no sirve al proceso de aprendizaje. Muchas veces estas tareas, sobre todo en el nivel de educación básica, se espera que sean los padres quienes se sienten con los niños o los jóvenes a desarrollarlas, pero sabemos que los padres de familia la terminan haciendo —afirma.
Sus compañeros de clase lo abordaron después de que Magda, una alumna de cabello rubio, corrió el rumor de haberle pagado por la tarea de geografía. Esa mañana, Uriel Ibáñez deslizó la pluma sobre su cuaderno una y otra vez hasta completar una docena de nombres que pedían lo mismo: una maqueta de las placas tectónicas de la Tierra.
A cada uno le cobró 150 pesos y les entregó las maquetas al cabo de unos días en la secundaria privada en la que estudiaba, ubicada en la zona de Satélite, en el Estado de México. Unos años más tarde, en 2008, sus amigos del CCH-Naucalpan también le pagaron por hacer sus tareas. Iban desde manualidades, ensayos de libros, resolución de ejercicios de inglés y más. Excepto matemáticas, porque no se le daban.
Pero esa materia y otras como física, química e historia, además de resúmenes de lecturas, análisis de libros, ensayos, mapas mentales, investigaciones, tesis y un sinfín de piratería escolar ha encontrado cabida en el plagio y a través de su venta en Internet.
En los últimos tres años, tareas por encargo se consiguen para cualquier grado escolar y estrato social en páginas especializadas como Mercado Libre y Vivanuncios, así como páginas y grupos de Facebook.
En palabras de Lucía Rivero Ferreiro, investigadora y docente de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), esto acarrea “el fortalecimiento del modelo de una sociedad corrompida que paga para resolver un problema, fomentando así la cultura de la corrupción, del plagio y de la transa”.
Para ella, las tareas, “cognitivamente hablando, pueden entenderse como el conjunto de actividades de búsqueda y desarrollo de información que se pueden hacer dentro y fuera del aula, y que ayudan a desarrollar habilidades, conocimientos y la comprensión del mundo”. Pero todo esto se pierde con la compra y el plagio, y da como resultado una educación empobrecida.
Modelo educativo “caduco”
Con el cuaderno entre sus manos, la estampida de niños corre hasta el escritorio para entregar su tarea a la maestra de cuarto año de la primaria Aurelio Hidalgo, en el sur de la Ciudad de México. Los primeros cinco en formarse obtienen un sello de estrella dorada —con tres, es un punto más al final del parcial para la materia con menor calificación—. Los siguientes 12, una roja —de éstas, tienen que juntar 10—, y los últimos en llegar, nada.
Desde que inició el ciclo escolar en el turno matutino Alan ha acumulado de ambos colores, aunque no le gusta hacer tarea. Preferiría jugar o dedicar ese tiempo al deporte.
Lo mismo cuenta Fernanda, quien cursa cuarto grado en el colegio Carolingio —en el centro de la Ciudad de México—. Dice que a veces le gusta hacer tarea, cuando se trata de dibujar y son “cosas divertidas”; otras no, cuando son números o resúmenes largos. Ese tiempo, dice, sería mejor si lo utilizara para ir al parque o jugar.
En México, el modelo tradicional de tareas en todos los niveles educativos se ha encasillado en actividades que los estudiantes deben realizar fuera del horario de clase. Pero a menudo las terminan haciendo los padres de familia; en otras, se copian desde Internet, se compran mediante un pago en efectivo a una tercera persona o se adquieren en alguna plataforma web con un previo depósito bancario o transacción en línea.
La investigadora de la UPN dice que existen posturas contrastantes sobre el tema. Están quienes consideran que las tareas se deben hacer fuera del horario de clases y otras más innovadoras que proponen que se hagan dentro del salón, y si es en forma colectiva, mejor.
—¿Considera que este modelo de tareas que se hacen en casa es viejo y se debería actualizar, viéndolo desde la perspectiva del plagio y de su venta, que se está volviendo un negocio? —se le cuestiona a Rivera.
—Yo insistiría en que esa concepción de tareas sí habría que desecharla, porque lo único que está generando, además de alimentar los negocios, son estas prácticas de plagio, de copia y pega, y esto no sirve al proceso de aprendizaje. Muchas veces estas tareas, sobre todo en el nivel de educación básica, se espera que sean los padres quienes se sienten con los niños o los jóvenes a desarrollarlas, pero sabemos que los padres de familia la terminan haciendo —afirma.
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