El Pacto Mundial: Ética, responsabilidad social y desarrollo sustentable
Por: Javier Herrera Borunda
Para quienes militamos en el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el desarrollo sustentable y equitativo de México representa una prioridad en todas las acciones de nuestro quehacer político. La implementación de los resultados a que da origen la acelerada innovación científica y tecnológica que caracteriza al siglo XXI, en todos los órdenes, debe conducirnos a un crecimiento sostenible que se nutra de principios éticos en los que el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente, a sus ecosistemas y biodiversidad, sea una condición inalienable. De ello depende el futuro de la humanidad.
Alcanzar mejores niveles de bienestar entre todos los sectores de nuestra población depende de la participación conjunta y del establecimiento de vínculos comunitarios sustentados en valores compartidos. De vital importancia para lograrlo es el papel que juegan las empresas en las que una nueva cultura de responsabilidad social debe hacerse realidad con el apoyo de políticas y prácticas diseñadas por el Estado para lograr el objetivo.
La Organización de las Naciones Unidas promovió en 2015, bajo la dirección del anterior Secretario General, Kofi Annan, el “Pacto Mundial”, que consiste en una iniciativa derivada de acuerdos y convenios internacionalmente aceptados en áreas estratégicas donde las empresas y organizaciones tienen un potencial significativo para contribuir a los cambios que demandan las sociedades contemporáneas.
El Pacto Mundial se apoya en instrumentos jurídicos de carácter internacional como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada en 1948; la Declaración de Río de la Cumbre Internacional de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, de 1992; la Declaración de la Organización Internacional del Trabajo sobre Principios y Derechos Fundamentales en el Trabajo, de 1998; y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, de 2004, a los que tendríamos que añadir el acuerdo histórico alcanzado por 195 países del mundo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en París en 2015, con objeto de detener los estragos que causa el calentamiento global.
El Pacto Mundial se soporta en diez principios fundamentales relacionados con los derechos humanos, las condiciones laborales, el medio ambiente y la lucha contra la corrupción.
El respeto a los derechos humanos debe darse entre los individuos pero también es una condición privativa de las organizaciones que él crea. Con relación a la nueva cultura de responsabilidad social que se busca desarrollar entre las empresas, los derechos humanos son el punto de partida; apoyarlos y respetarlos implica no actuar como cómplices ante cualquier violación a los mismos. En este contexto, las empresas deberán apoyar la libertad de asociación, reconocer el derecho de los trabajadores a la asociación colectiva, promover la eliminación de del trabajo forzoso u obligatorio, y abolir cualquier forma de trabajo infantil que someta a los niños y niñas a un desarrollo físico y mental indigno.
En relación a los temas relacionados con el medio ambiente, el Pacto Mundial busca que las empresas y organizaciones adopten un enfoque preventivo y tomen las medidas correctivas necesarias en cuanto detecten cualquier degradación medioambiental que pudiera causar daños serios o irreversibles a las comunidades. Actualmente la ciencia pone al alcance de los Estados, la ciudadanía y las empresas las tendencias globales adversas que ponen en peligro nuestro desarrollo social e incluso nuestros sistemas de vida.
El sector privado desempeña un rol preponderante en el desarrollo de nuestra nación, sus actividades se deben traducir en una mayor prosperidad económica que favorezca la justicia social y en ella se incluye la garantía de la protección del medio ambiente a través del uso de tecnologías limpias que no contaminen, de la disposición de los recursos de una manera sostenible, del manejo de los residuos de una forma aceptable y del reciclado de sus vertidos y productos.
El Pacto Mundial también sostiene que las empresas deben trabajar a la par de la ciudadanía y los gobiernos contra la corrupción en todas sus formas, incluidos el soborno y la extorsión. La Organización de Naciones Unidas la define como “el abuso de poder para obtener ganancias privadas”. La corrupción se ha convertido en un lastre mundial, en una especie de contaminación ambiental que es necesario erradicar para mantener una convivencia social sana. La transparencia y rendición de cuentas en todos los niveles de gobierno es un paso fundamental para erradicarla de nuestro sistema social.
La agenda del Pacto Mundial es sin duda el resultado de la exigencia global que busca retomar los principios éticos universales en base a los cuales el desarrollo futuro de nuestras sociedades podrá tener viabilidad, y en ello las empresas y organizaciones, que son resultado de la creatividad humana, juegan un papel trascendente.
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