viernes, 26 de junio de 2015

Reality mexiquense

DEGRADACIÓN DE SUELOS

Las actividades agropecuarias y agrícolas, el sobrepastoreo, la deforestación y la urbanización, son los principales factores de la degradación de los suelos del país, y las entidades con mayor afectación son Tlaxcala, Yucatán, Tabasco, Chihuahua y el Distrito Federal. En menor proporción, Baja California Sur, Baja California, Coahuila, Sonora y Quintana Roo.
De acuerdo con reportes del Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía Alimentaria (CEDRSSA) de la Cámara de Diputados, en particular, las actividades agropecuarias son las responsables de casi el 80 por ciento de la superficie degradada.
A su vez, las labores agrícolas participan con el 38.8 por ciento, principalmente por las prácticas inapropiadas de labranza, el monocultivo, el uso de agroquímicos, el riego con aguas de mala calidad, la quema de residuos de la cosecha o el no incorporarlos al suelo.
El sobrepastoreo participa con el 38.4 por ciento. Este método consiste en la introducción de un excesivo número de cabezas de ganado en los pastizales, matorrales, bosques y selvas que se utilizan para que el ganado se alimente con la vegetación natural, principalmente pastos y ramas a su alcance. “El exceso de animales, por un lado, afecta la cubierta vegetal, con lo que se facilita la erosión y, por otro lado, compactan el suelo con su pisada”.
Por la deforestación se pierde el 16.4 por ciento, pues generalmente implica la remoción de la vegetación natural en grandes extensiones, por cambiar el uso del suelo para dedicarlos a la agricultura, el establecimiento de pastizales o urbanización.
El CEDRSSA argumentó que la urbanización se ha convertido en el principal factor de la pérdida de la función productiva de los suelos en las ciudades; en principio, participa con el 3.5 por ciento.
Por tanto se requiere de entidades o dependencias que generen conocimientos sobre el estado de los suelos y de las técnicas para resolver las problemáticas de erosión o pérdida de fertilidad, es decir, de una política de Estado para su conservación y restauración.
La estrategia debe centrarse en lograr que los usuarios del suelo realicen prácticas de conservación y restauración, para lo cual es fundamental que por cada ejido, comunidad, áreas naturales protegidas, distritos de riego, cuencas hidrológicas y asociaciones agrícolas y ganaderas, se cuente con diagnósticos.
De acuerdo con el Colegio de Postgraduados, más de 142 millones de hectáreas (has) se encuentran en procesos de degradación física, química y biológica de sus suelos; además, en el 71 por ciento de la superficie total del país, los suelos tienen algún nivel de degradación, y anualmente se deterioraron 1.4 millones.
La magnitud de la superficie con suelos degradados demanda una mayor atención tanto de la sociedad como de los tomadores de decisiones en materia de políticas públicas, a fin de que se realicen acciones para la conservación y restauración de los suelos del país.

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